―Gracias, señor―le entrego un billete y bajo del carro.
Mientras trato de que me caiga la llamada a Gabriel me adentro en su edificio. Un vigilante canoso me saluda en la entrada y amablemente me indica que suba a la quinta planta, allí debería estar Gabriel.
Dentro del ascensor me resigno y no sigo intentando más, es inútil llamarlo. Para aprovechar el tiempo retorno mi ofensiva vía Instagram.
Entro a la última publicación de @ChescoSchwartz y comienzo a escribir mi infaltable comentario. Lo distinto es que ahora le agregaré ―como quién dice― el ají picante que nunca usé.
@MimiMouseJesús, José y María:ampárennos... Fueras chupeta para comerme hasta el palito, muñeco.
@MimiMouse Es que no es justo, no señor. Torturarme diariamente con tu belleza pero... ¿Ahora me quieres matar? ¿Qué te pasa?
@MimiMouseAhh, por si lees... Quiero aclarar que no soy ninguna perra en celo (como las de los comentarios de arriba) ¿Okay? Te juro por cada litro de sangre que corre en mis venas que soy diferente.
Tres comentarios. Tres improvisados y atrevidos comentarios. Tres que van por dolida y orgullosa.
Y me río. Me río como una loca dentro del ascensor, como si el simple hecho de respirar me produjera ganas de reír. Me desternillo porque sé que Francesco no lo leerá, porque siempre los ignora. Porque para él son simples comentarios.
Cuando las puertas del enorme aparato se abren chequeo las diferentes amenazas de muerte en mi red social favorita. Camino sin rumbo por un largo pasillo mirando mi celular y arrastrando mi maleta, supongo que debo esperar que Gabriel despierte.
De repente una inmensa sombra choca conmigo haciendo que mi celular vuele por los aires acabando en el piso.
―Grandísimo hijo de su... Agh―mascullo al agresor mientras recojo a mi precioso del suelo.
―¿Así saludas al macho que te dará comida y techo durante un mes?―pronuncia una voz conocida a mis espaldas―Digo ¿Incluyéndole que te extrañó durante seis malditos meses?
―En realidad sí―río dándome la vuelta y lanzándome a sus brazos―Jamás te voy a perdonar el porrazo que se dio mi teléfono.
―Yo también te quiero mucho, perolita.
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Simples Comentarios
Krótkie OpowiadaniaDía a día sumergida en su rutina como camarera no falta a su labor de fan enamorada dejando likes e inocentes comentarios en cada foto o video de Francesco Schwartz. Sin embargo dichos comentarios van subiendo de tono a medida de que su rivalidad co...