Veinte

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Después de aquella extraña escena la tensión se desmoronó.

Gabriel, Romina y yo disfrutamos como en los viejos tiempos. No metimos en el agua, jugamos voleibol, nos tomamos muchas fotografías y cenamos mirando la puesta del sol.

Francesco no le dio más likes a mis comentarios pero eso no me desanimó, ahora tengo fe de que sí me lee. Soraya y las chicas de Facebook estaban ardiendo de envidia cuando respondió un simple «JAjAJhAhjA». No pude saber en qué instante lo hizo, estaba tan cansada que me dormí a las once después de mirar una película con Gabriel, lo supe por la mañana.

Mientras terminamos de guardar las cosas miro el extenso mar, el sol ocultándose en el horizonte y la fría brisa erizar mi piel.

Inevitablemente recuerdo a mi padre, a mi madre, recuerdo mis asfixiantes cadenas. Todo sería tan fácil si me quedara aquí, si renunciara a mi tortuosa vida y comenzara a desplegar mis alas.

―Móntate, vamos a pasear por el pueblo antes de ir a casa―anuncia Gabriel montándose en su camioneta.

Y así nos adentramos en el pintoresco pueblo de Punta Arena. Paramos en una tienda de artesanos y nos volvemos locos comprando dulces de todos colores. Probamos mariscos y bebidas autóctonas de allí.

Cuando escudriño una vitrina de me topo con unos zarcillos en especial: un par de mariposas doradas con diminutas perlitas y curiosas cuentas plateadas.

―Son preciosos, y se parecen a ti―murmura Romina pinchando mi espalda.

Niego y salgo de la tienda cargando con mis dulces, esos zarcillos deben ser costosos y ya compré mi cámara. Entro en el auto esperando que ellos terminen.

Como reflejo busco mi teléfono, sin embargo mis ojos se cruzan con un letrero al otro lado de la calle anunciando la señal que necesitaba.

Antes de que mis amigos si quiera entren al carro los abordo en la acera.

―Esto es una locura―pronuncio y señalo el andrajoso cartel fosforescente― Quiero ir allí, y antes de que lo intenten no me detendrán.

Los dos me miran boquiabiertos.

―¿Al «Taller de Tatuajes del Pantera»? ¿Estás segura?―cuestiona Romina incrédula, yo asiento decidida― ¿Éste es algún maldito acto de locura literaria? ¿Louisa y Will? ¿Babi y Step? ¿Algún otro idilio? ¿Acaso es por Megan Maxwell?

Asiento frenéticamente ante el escepticismo de Mina y la cara horrorizada de Gabriel. Pero lo quiero, quiero algo permanente, quiero algo que me recuerde cada día lo mucho que mis alas necesitan despegar. Un comienzo para cumplir mi verdadero sueño, para trepar mi plena felicidad.

Nunca estuve más decidida.


...

Capítulo Largo.

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