Encuentro Desgraciado

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5.- No hay nada que se adelante a su tiempo, nada pasara ni antes ni después.

Noches después mientras la familia de Isela degustaba la cena, llamaron a su puerta, la sorpresa de ver quién era, casi hacen que se desmayara.

-Pero. . . sigo sin entender, ¿todo este tiempo la tuvieron ustedes?

-Así es – hablaba Isela con Elena, mientras las niñas jugaban – mi madre recogió a Samanta hace ya casi cinco años y todo el tiempo estuvo en nuestra casa.

-¿Cómo le pudieron hacer eso a Fabián?

-No me culpes a mí, yo nunca estuve de acuerdo con esta idea.

-No importa si fue tu idea o no, pero si hasta llamo el secuestrador, de verdad, ¿tanto es el odio de la señora?

-No es odio. . .

-Basta, yo no quiero oír nada de lo que tengas que decir, al final, a mi no es quien tienen que rendirle cuentas, Fabián sabrá si habla o no con ustedes – Isela interrumpió a Elena - deja a la niña y vete, por favor.

-¿Me puedo despedir de ella? – entraron a la sala donde jugaban las niñas, Elena se acerco a Samanta – nena ya me voy, ¿quieres que le diga algo a tu abuela?

-Si tía, dale un beso de mi parte, y que espero verle pronto – dijo la niña y se abrazo al cuello de la mujer.

-Pórtate bien, y espero que tu papa regrese pronto.

-Si yo también, ya lo extraño mucho.

-Hasta luego.

-Hasta luego – dijo Isela de muy mala gana – ojala y sea un hasta nunca – dijo entre dientes.

-Tía Isela, ¿Cuándo vendrá mi papá?

-Pues espero que se pronto hija, espero que sea muy pronto.

El deseo de Isela no se cumplió en ninguna de sus formas, ya que paso un largo tiempo antes de que tuvieran la mas mínima noticia de Fabián, y eso no fue porque él se pusiera en contacto, si no por un noticiero en donde pasaron una nota de Vincent y obvio mencionaron que Fabián lo acompañaba, un año después de que Samanta regresara a casa. En la nota habían dicho que al parecer se encontraban en África, en la inauguración del nuevo hotel de Vincent.

Samanta pasó sin su padre seis cumpleaños más y justo cuando iba a cumplir los dieciocho, se desataron un centenar de cosas que fue como vivir más de un año, en tan solo unos meses.

-Tía necesito decirte algo, será que me regalas dos minutos – Samanta ya hecha casi una mujer, quería confesarle algo a Isela.

-Tienes todo mi tiempo, ¿en qué te puedo ayudar?, soy toda oidos – para Isela había sido como tener una hija mas.

-Gracias, pues veras, ¿tú crees que este mal mantener una relación con una persona mucho mayor que yo? – dijo la joven con un tono muy tímido, que logro ser muy tierno.

-Pues hija, yo que te puedo decir, mi primer novio tenia treinta y yo dieciséis – al ver la cara que había puesto Samanta, Isela no pudo contener la risa y de cierto modo algo de vergüenza – aunque te rías es verdad, ¿a qué viene esa pregunta?

-A, este, pues, hace un tiempo empecé a salir con un hombre, que casi es de la edad de mi papa, o sea casi cuarenta años.

-Mi amor eso es una gran diferencia, ¿sabes que son más de veinte años?, pero bueno, si es lo que tú quieres yo no puedo prohibirlo, ¿y cómo se llama el afortunado que tiene a mi sobrina así?

Una Vida Sin Angeles Y Sin DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora