La Elección

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12.- Siempre buscaremos lo mejor para la gente que amamos

, pocas veces lo será para nosotros

-No debimos dejarlo ahí solo Edgar.

-Erín, a fin de cuentas es nuestro amo ahora, el puede hacer lo que quiera y si nos ordena dejarlo solo – habían dejado a Fabián en la habitación del cuadro, se había quedado mudo y ellos totalmente en shock.

-En eso tienes razón.

<<No puedo concebir que tenga que pelear de este lado, yo confiaba que mi destino era pelear hasta el final con los ángeles, pero que tanto de esa profecía es verdad, yo soy o no el amo de los demonios, debo de llevarlos a la victoria, yo soy uno de ellos>>

En su piel se empezó a sentir lo que parecía una corriente de agua, agua caliente que iba de los pies a su cabeza, y de su pecho salió un destello, esa parte seguía fría, o por lo menos no sentía calor en esa parte del pecho, el destello poco a poco se apago, mientras el calor ganaba terreno, hasta que ya no hubo destello alguno, la habitación quedo en tinieblas, de algún modo, asemejaba la situación del corazón de Fabián en ese momento.

-¿Crees que debamos subir? – la repuesta no fue necesaria.

-¡Erín, Edgar! – Fabián ya los llamaba desde la habitación en la que se había quedado, el par que subía rápidamente las escaleras, no tardaron en estar frente él.

-Fabián – dijo Edgar.

-Estamos para lo que ordenes – sentencio Erín.

-Bien, creo que tenemos que ir con mi hija, antes de que cualquier otra cosa pase.

-Estoy de acuerdo – dijo Edgar buscando la mirada de Fabián.

-¿Qué es lo que pasa Edgar? – pregunto este al darse cuenta de la insistencia de Edgar en sus ojos.

-No, no pasa nada, solo veía tus ojos, son diferentes...

-¿A qué te refieres con diferentes?

-Velos en un espejo – Fabián se dirigió al espejo frente a la cama – su color cambio.

-Ya veo, tal vez solo sea que ese tono de lila no iba con el amo de los demonios, ¿no lo crees así?

-Si tienes que ser eso.

-Bueno vámonos con la bella Samanta.

-Yadira, tengo un raro presentimiento, algo me oprime el pecho muy fuerte.

-¿Crees que le haya pasado algo a tu papa?

-Dios, espero que no sea así.

Sus dudas pronto fueron aclaradas, después de unos minutos de esa fuerte punzada en el pecho de Samanta, su padre estaba parado frente a ella, acompañado por Edgar y una mujer al cual no conocía, en cuanto vio a Fabián supo que algo le había pasado, el extraño color lila que siempre había tenido en sus ojos, se había vuelto de un gris demasiado claro, casi blanco, esa fue la única seña que necesito para saber que algo no iba bien.

-¿Papá estas bien? -

-Estoy estupendamente hija, hace ya un tiempo que no me sentía tan liberado.

-Edgar, ¿Qué fue lo que paso?

-Yo te lo puedo decir hija, lo que pasa es que todo este tiempo he sido engañado, estuve peleando por el bando que no era el correcto, estuve peleando contra mí.

-No te entiendo papá, ¿Cómo que estuviste peleando contra ti?

-Yo nunca pertenecí al ejercito en el que me entrene, yo desde un inicio fui parte del las tropas del enemigo, o mejor dicho, tuve que haber sido reclutado por el otro bando y no solo como un soldado mas, ni más ni menos como el jefe.

Una Vida Sin Angeles Y Sin DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora