Capítulo 2

1.4K 50 0
                                    

Entré poco a poco en el hospital

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Entré poco a poco en el hospital.

Rubén me dijo que fuese a la sala de espera mientras él y mi madre rellenaban unos papeles.

¿Compartiría habitación con alguien? Esa pregunta me rondaba por la cabeza una y otra vez.

La verdad es que no apetecía mucho compartir la habitación con nadie.

Después de cinco minutos pensando me levante y fui a donde se encontraban mi madre y Rubén. Este último me dijo que los papeles ya estaban en orden y que mi habitación sería la 319, en la tercera planta.

Nada más llegar pude comprobar que no compartiría habitación, lo que me alivio bastante. A los dos minutos una enfermera llamó a la puerta, entró y me dio un pijama azul de mi talla. Además, me dijo que nada más acabase de ponerme el pijama, fuese a pesarme y a medirme, y más tarde me enseñaría las instalaciones. Nada más finalicé con el pijama, me dirigí a recepción para preguntar dónde tenía que ir.

La chica fue muy amable conmigo, nada más verme me dedicó una sonrisa que yo no tarde en devolvérsela.

Me dijo que a mano derecha me encontraría con unas enfermeras pasando lista, yo asentí y me marche hacia donde me habían guiado.

Entre en la sala y dos enfermeras me pesaron y me midieron. Acto seguido me dijeron que me tumbara en una camilla porque me iban a sacar sangre y a poner la vía por si en algún instante hiciese falta una intervención.

Nada más ver la aguja desvié la mirada a otro lado, no es que les tenga miedo, es que simplemente no me gustan. Más tarde, una enfermera me acompañó a mi habitación y me dijo que en seguida vendría otra para enseñarme las instalaciones.

Pasaron unos diez minutos y la chica que me había atendido en recepción entro en la habitación, se presentó diciéndome que ella era la encargada de enseñar el hospital, tanto a los enfermos como a los familiares.

Eran las 12:30 y a la 13 nos traían la comida, asique Inma dijo que solo visitaríamos las 2 primeras plantas y que el resto nos lo enseñaría por la tarde.

Llegue agotadísima a la habitación, lo único que quería era descansar. Nada más entrar vi la bandeja que me habría dejado la cocinera encima de la cama, comí y me acosté. Al rato, Inma llamó a la puerta y preguntó si me encontraba con fuerzas para seguir con la visita, yo asentí con pocas ganas.

Ya íbamos por la quinta planta cuando empecé a marearme, no recuerdo muy bien lo que pasó porque acto seguido me desmaye. Pero a los dos minutos escuché una voz familiar. Era mi madre intentando despertarme.
No sabía por qué pero no conseguía despertarme. Con dos intentos fallidos me golpeó la cara el consiguiendo que me despertara. Inma asustada me preguntó si quería que dejáramos la visita para otro momento porque estaba pálida. No tenía fuerzas ni para hablar así que solo asentí.

Llegue a la habitación y me acosté, no tenía pensado levantarme hasta la hora de la cena, me encontraba realmente mal, me dolía la cabeza, me pitaban los oídos y lo peor de todo es que tenía unas ganas inmensas de vomitar. Mi madre creo que se fue a dar una vuelta para que yo pudiese descansar a gusto y no volvió hasta pasadas las nueve, cuando yo ya había acabado de cenar.

A dos pasos de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora