12. Liam

590 45 4
                                        

–¡Baja Ringo, corre, baja! –desciende a gran velocidad y me deja en el suelo cuidadosamente.

Entro en casa y cojo un par de armas con mucha prisa y subo al Pteranodon.

–Chicos, ahora vuelvo –digo muy agitada y nerviosa.

–¿Eh? Pero...

–¡Vamos! A ver si los ves pequeña... –le digo a Ringo mientras ambas buscamos a la persona de antes.

Unos segundos más tarde parece que los ha encontrado. Empieza a mover las alas y a graznar acercándose a nuestro objetivo.

–Mantén la distancia... Que no nos vean –le susurro.

Les seguimos a una distancia desde la cual no puede vernos ni distinguirnos. Intentamos ir a ras de suelo y entre los árboles. Hay muchos dinosaurios nuevos que no habíamos visto hasta ahora, pero la verdad es que no les estoy prestando demasiada atención. Esto es más importante.

Vemos descender al animal hasta llegar a una casa de madera. No es tan grande como la nuestra y tampoco tiene muros ni vallas para defenderse. Esta cerca de la montaña que hay al noreste, casi en la costa, pero más hacia dentro refugiándose entre los árboles y rocas. Aterrizo y le silbo a Ringo para que se esté quieta. Yo empiezo a caminar medio agachada cuidadosamente y me asomo por un matorral para espiarlos.

 Yo empiezo a caminar medio agachada cuidadosamente y me asomo por un matorral para espiarlos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Veo a la persona que iba en el Pteranodon bajar. Parece ser una chica.

–¡Chicos! Ya estoy aquí –grita ella.

De la casa han salido dos chicos más y... Un momento, no puede ser.

–¿Liam? –mis piernas se mueven solas, he salido de mi escondite y me tiembla todo el cuerpo.

–¿Diana? –me dice extrañado.

–¡Dios mío, Liam! –corro hacia él y lo abrazo con fuerza. –No puede ser. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué? ¿Cómo? –lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas.

–¡Dios santo! Amor ¿estás bien? –pone su mano en mi mejilla y me aparta algunas lágrimas. Está cálido...

¿Él? ¿Qué hace él aquí? No lo puedo creer. Pensé que nunca más lo volvería a ver. No quiero soltarlo nunca... Quiero estar junto a él siempre. Nos abrazamos tan fuerte que parece que nos vayamos a fusionar o algo raro. Empiezo a reírme un poco al pensar en esa monstruosa idea y Liam me mira con una sonrisa muy dulce. Me pone las manos en las mejillas y acerca sus labios a los míos. Ojalá este momento no terminase nunca.

De reojo veo como sus dos compañeros están mirándonos incómodamente. Me aparto de Liam un poco avergonzada y pido disculpas mientras me seco las lágrimas.

–Tranquila, yo también haría lo mismo en tu lugar, es normal –dice la chica sonriendo.

–Ejem... –carraspea Liam mientras me mira de reojo también un poco avergonzado. –Ella es Diana, mi novia. Diana, ellos son Jessica y Max.

–Encantada. Puedes llamarme Jess –nos acercamos la una a la otra y nos damos un beso en las mejillas.

–Encantado de conocerte, preciosa –dice él guiñándome un ojo y nos damos también un beso en las mejillas

–Igualmente –digo tímidamente con una sonrisa.

–¿Entramos? Estar aquí fuera pude ser peligroso.

Liam me coge de la mano y nos vamos hacia el interior de la casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Liam me coge de la mano y nos vamos hacia el interior de la casa. Es pequeña en comparación con la nuestra y solo tienen dos animales domesticados, contando al Pteranodon. Me siento en una de las camas junto a Liam y Jessica y Max se quedan de pie observándonos. Estoy muy feliz... nunca pensé que volvería a verle. Tengo mi cabeza apoyada en su hombro y Liam empieza a hablar.

–¿Cómo nos has encontrado?

–La vi a ella en el Pteranodon y la seguí...

–Pensábamos que estábamos solos. Max y yo nos conocimos el primer día, aparecimos en la costa cerca el uno del otro. Fue bastante duro al principio, estábamos confusos y asustados, además de que no entendíamos nada. A Jess la encontramos en una casa de 1x1 de paja encerrada cerca de aquí. Estaba más asustada que nosotros, pero la tía consiguió hacerse un refugio y estuvo allí sola un día entero.

–No ha sido agradable... Todo es difícil. Cada día me levanto pensando que puede ser el último y a veces no puedo evitar llorar pensando en mi familia y amigos –explica Jessica con tristeza.

–Yo... aparecí junto a unos amigos. Al principio me costó adaptarme y entender qué estaba pasando. No asimilaba que esto fuese real. –todos parecen muy atentos. –Pero bueno, por fortuna pudimos apañarnos y ahora tenemos un buen refugio.

–No me extraña. Mi niña se pasaba horas jugando a esto. Es una pro –y empieza a reírse mientras me achucha.

–Ya... no lo niego. Pero esto ya no es un juego Liam. Nuestras vidas están en peligro –digo un poco seria.

Al oír mis palabras Liam me abraza con fuerza y me da un beso en la frente.

–Lo sabemos. No pretendía...

–Tranquilo.

Nos quedamos todos en silencio un buen rato sin saber que decir. Liam y yo seguimos cogidos de la mano y yo con la cabeza apoyada en su hombro. Nuestra casa es más grande que esta, de eso no hay duda, y estamos más seguros ya que tenemos las murallas rodeándonos... Hay espacio de sobras para más personas y a unas malas se podría construir más.

–Oye... Nosotros somos cinco y tenemos algunos animales. La casa es grande y tenemos protección. Podríais... Podríais vivir con nosotros.

–¿Lo dices en serio? –dice Jessica sorprendida y con un tono alegre.

–Sí, claro. No habría problema.

Jess empieza a dar saltitos de alegría y Liam me besa mostrándome su agradecimiento y felicidad.

–Aunque no sea el mejor lugar –me susurra Liam, –cumpliremos nuestro sueño de vivir juntos.

Le sonrío y me lanzo hacia él haciendo que quede tumbado en la cama y yo encima suyo comiéndole a besos de la felicidad. Max simplemente está ahí parado y sonriendo.

–Creo que podremos ir de golpe todos juntos –les digo. –Coged todos los materiales que creáis importantes y vámonos.

Los tres empiezan a buscar y coger cosas de los armarios y los demás muebles y cuando han terminado salen por la puerta despidiéndose, cada uno a su manera, de su pequeño hogar.

–Coged al Dilo en brazos, es pequeñito.

Me subo en Ringo y hago que coja con las patas a Liam. Jess y Max hacen lo mismo con su Pteranodon y Max (quien va arriba) sujeta entre sus fuertes brazos al otro dinosaurio.

–Ya estamos listos –dice Max.

–¡Pues seguidme!

ARK: Supervivencia ExtremaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora