Este mes la tierra donde habitamos se ha movido como ya tenía tiempo que no. En el reciente sismo tuve que dejarte en mi habitación, es más seguro eso que intentar cargarte para meterte en tu transportadora. Un apretón extra en tu torso sería fatal. Y yo aun no quisiera que te fueras, menos por un momento de pánico.
Sí, la insuficiencia cardíaca y respiratoria han mostrado estos días lo severas que pueden ser. La medicina ya no es nuestra aliada.
Respiras a bocanadas en algunos momentos.
Siento tanta impotencia. La cual se ha incrementado con tantos desastres; terremotos, huracanes, locos estúpidos queriendo lanzar misiles, entre otras cosas.
El último terremoto dejó daños severos en la gran ciudad de la que provengo, esa que a ti no te tocó conocer. El caos y la falta de comunicación con la familia pusieron a tope la preocupación en mi ser, obvio tú te diste cuenta. Pero no puedes ni debes ya hacer algo para tranquilizarme, a ti te toca descansar, dejarte apapachar y ya. No debes cargar con las preocupaciones de esta tu loca humana.
¿Sabes? Es tan difícil, siento tanta ansiedad. No puedo dormir y por supuesto, tú menos. Tu salud ha decaído mucho mas. Presiento que el momento de la despedida está muy cerca.
No sé qué hacer, no sé qué sigue. Siento que floto, suspendida en un mal sueño, en una peculiar pausa. No sé qué encontraré a la vuelta de las páginas de mi historia. Siento miedo, pero trato de no trasmitirlo a quienes tengo cerca. Intento con todo mi corazón ser fuerte.
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El fugaz relato de una despedida
Short StoryCuando ellos se van parece poca cosa, pero no lo es. Siempre queda algo así como un vacío, que poco a poco se va convirtiendo en un mar de aprendizajes y recuerdos.