Se cierra un ciclo

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Cuatro años. En estos cuatro años nos hemos ido despidiendo de cada uno de nuestros mejores y más fieles amigos de cuatro patas. Primero Emily, en enero del 2014; luego Scully en octubre del mismo año; Mulder en noviembre del 2016; y ahora en 2017, Kirara.

No han sido años fáciles. Han sido años de cambios. Pero también han sido buenos, de conocer cosas nuevas, gente nueva y maravillosa. Sacar y desechar asuntos viejos y estorbosos.

Mis gatos en todo este tiempo han sido grandes maestros, amigos incondicionales. Nunca tuve un chantaje de parte de ellos, me dieron su cariño al 100, sin esperar algo a cambio. Nunca juzgaron mi forma de ser; nunca se aburrieron de mi silencio, no se indignaban por mis sarcasmos, o por mis ganas de soledad, mis aficiones, mis ñoñerías. Nunca tuve que darles explicaciones de mis decisiones o de mi forma de pensar para que no fueran a "tomárselo a mal", con ellos siempre pude ser yo, sin sazones, sin maquillajes, sin esas cosas que cubren los comportamientos para hacer más llevadera la convivencia; no, con ellos siempre pude ser yo.

Aprendí mucho acerca de gatos en estos 19 años. Hoy en día se qué haré y qué no haré cuando vuelva a tener maulladores en casa. ¡Porque claro que habrá por lo menos uno! ¡Oh sí! Solo quiero esperar a que este mi apachurrado corazón, asimile bien la pérdida de mi mejor amiga gatuna.

Seré una humana más responsable, menos egoísta, más empática y más preparada para que quien esté aquí viva mucho mejor que como vivieron ellos.

Y seguiré aprendiendo de ellos día a día, con todo y que ya no estén. De Emily aprendo a amarme como soy, a aceptar que ser "rara" está bien, que no importa si otros no entienden, basta con que yo me entienda y sea feliz con ello. De Scully aprendo a cuidar mas de los que amo. De Mulder aprendo a tratar de ser apacible, a estresarme menos, a decir "te amo" de manera espontánea, a tener diplomacia para decir las cosas. De Kirara aprendo persistencia y fuerza emocional, aun ante el rechazo y a las circunstancias adversas, a levantarme una y otra vez para lograr lo que quiero, a ver con detalle el entorno.

En fin, me falta tanto por aprender, y la vida parece tan corta. Ellos han dejado esas lecciones y quiero entrenarme cada día bajo esas enseñanzas, solo así el paso de ellos por este mundo no habrá sido en vano, solo así ellos vivirán por siempre.

Gracias a aquellos humanos que han estado al pendiente de mi todos estos días, que no me han soltado y que me han compartido de su entereza. Gracias a quienes estuvieron mandándome mensajes constantemente; por sus bromas y fotos con filtros chistosos a media noche para tranquilizarme. Gracias a quienes fueron intuitivos y me permitieron hablar de lo que fuera, pasando por alto sus propios horarios. Gracias también a quienes respetaron mi silencio. Gracias a quienes me han abrazado con mucho amor todos estos días y me han dejado ser, sabiendo lo difíciles que han sido estos meses. Gracias a quienes aun a pesar de los duros momentos que atraviesa mi país (del sufrimiento de muchísima gente que ha perdido seres queridos o patrimonio), no han minimizado mi dolor. He perdido una gran amiga, parte importante de mi familia y de mi vida, y duele mucho.

Finalmente, gracias a quienes leyeron esto, sé bien que mi gatita no podría haberlo leído (aunque sí era muy consiente de lo mucho que la amaba), pero escribirlo ha sido para mi una manera enfrentar el dolor, la tristeza y el agotamiento emocional que implicó este camino. Pude así asimilar mejor mi pérdida. Puedo entonces continuar caminando.

 Puedo entonces continuar caminando

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El fugaz relato de una despedidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora