¿Cómo podemos detener el tiempo?

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Han pasado ya varios días y sigues aquí, junto a mi. Dándome el grandioso privilegio de verte, tocarte, escucharte.

Has tenido días muy malos; momentos en los que he estado segura de que ya es el fin, sin embargo, te has recuperado. Como esa tarde en la que la comida no te cayó bien y estuviste con estreñimiento, el cual luego desencadenó una leve diarrea, pero no duró mas que unas horas, eso sí, quedaste muy agotada.

Con todo eso, me sorprende que comas bien, de todas formas estás más delgada de lo normal y eso no me gusta.

Creo que nuestros momentos más alegres han sido cuando llega la noche, cuando es hora de dormir. ¡Conoces muy bien la rutina! Tomo el cepillo y tu ronroneo es automático.

A veces nos hemos quedado profundamente dormidas durante el procedimiento. Tú acostada de lado y yo junto a ti con el cepillo en la mano.

Aún no logro dormir decentemente. Mis sentidos están alertas, casi como cuando la humana pequeña era una recién nacida. Cada ruido que haces me saca de mi estado de somnolencia. Cuando veo que solo estás usando tu arena o sacando croquetas de tu plato con las patas, o bebiendo agua, me tranquilizo y regreso a ese estado de vigilia, en el que dormito y logro descansar un poco.

A veces para llevarte al piso de arriba o al de abajo, te llevo en brazos para que no te agites. Aprovecho para oler detrás de tus orejas; aun hueles a vainilla. Tu hermano gato, Mulder, olía a chocolate. No te gusta mucho que te cargue, prefieres subir y bajar tú, aunque eso te requiera un esfuerzo mayor. Dejo que lo hagas, también entiendo lo frustrante que ha de ser para un felino no poder hacer esas cosas que hacen que un gato se sienta libre y feliz.

Subo y bajo disciplinadamente tu arenero y tus platos de comida y agua, para tenerlos en el espacio en donde estés más cómoda. No importa cuanto haya que subir y bajar; no me pesa, es para ti.

Han sido buenos días. Ojalá se detuviera el tiempo. Hay tantas cosas por hacer, tantas en las que debo pensar, mi cabeza está toda revuelta y ya no sé cuantas vidas tienes disponibles de las nueve (o siete... ¿cuántas dicen que son?) con las que empezaste a vivir en este mundo, pero algo me dice que ya es la última y hay que vivirla lo mejor posible.

 ¿cuántas dicen que son?) con las que empezaste a vivir en este mundo, pero algo me dice que ya es la última y hay que vivirla lo mejor posible

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El fugaz relato de una despedidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora