—Ma famille et moi, nous voulons vous donner nos condoléances, madame Malfoy. Monsieur Cygnus fut un fonctionnaire trés respecté et trés important dans notre assamblée. (Mi familia y yo queremos expresar nuestras condolencias, señora Malfoy. El señor Cygnus fue un funcionario muy respetado y muy importante de nuestra asamblea).
—Merci, Monsieur Renaud (Gracias señor Renaud) —respondió Narcissa Malfoy sin mostrar ni una sola expresión en su rostro.
—Je sais sur l'adoration entre Monsieur Cygnus et votre fille, la "petite Serpent" comme Cygnus l'appellait. Elle est trop triste, je pens. (Sé de la adoración entre el señor Cygnus y la hija suya, la "pequeña Serpiente", como la llamaba Cygnus. Me imagino que está demasiado triste).
Serpens tuvo que taparse la boca con las manos para evitar dejar salir un gemido. "Triste" no era la palabra que ella usaría. Aún "demasiado triste" era muy poco para describir lo que ella sentía en aquel momento.
El hombre que la acogió en su casa cada verano desde que podía recordar, había muerto. El que le enseñó a leer, escribir y a jugar ajedrez. El hombre que le enseñó a hablar en francés y que todos los días le recordaba que era lo que más quería en el mundo aunque nadie más lo hiciera. El hombre más importante de su corta vida acababa de morir, y lo único que ella quería era morirse con él.
Serpens esperó a que su madre y el señor Renaud se fueran con los demás al gran salón, en donde se estaba llevando a cabo el funeral. Salió de su escondite bajo el escritorio de la sala lateral, caminó de puntillas por el pasillo hasta el retrato de Castor Black, lo abrió y se metió por el pasadizo secreto que había en la pared.
Serpens había pasado la mayor parte de su vida en la mansión de su abuelo Cygnus en Francia, conocía el lugar aún mejor que su habitación en la mansión Malfoy.
Siguió por el túnel hasta que llegó a la sala de dibujo, su habitación favorita en toda la mansión.
La sala era amplia, con grandes ventanales que dejaban que la luz de fuera iluminara la habitación por completo. Las paredes no se veían gracias a las repisas llenas de libros que las cubrían. En la habitación habían dos escritorios, el grande y negro con detalles púrpura del abuelo, y el pequeño gris con detalles celestes de Serpens. En la pared del fondo había una puerta que daba a una enorme bodega donde se guardaban los materiales de pintura.
Serpens caminó hasta el escritorio de su abuelo y se dejó caer en su enorme y confortable silla. Buscó entre su complicada túnica de luto y sacó el collar que le había regalado su abuelo el año pasado para su décimo cumpleaños. Era una cadena dorada, con un dije de una serpiente enroscada alrededor de un corazón de oro. Sonrió triste al recordar lo que su abuelo le dijo cuando se la dio: "La serpiente es de plata, como tu cabello, sus ojos son un par de zafiros, como los tuyos, y su corazón es de oro, como el tuyo".
El corazón tenía una inscripción: "Je t'adore, ma Petit Serpent" (Te adoro, mi pequeña serpiente).
Serpens apretó el collar en su mano. En ese momento quería llorar, quería gritar y destruir cosas, pero no podía. Había pasado los últimos tres días encerrada en su habitación llorando y abrazando la túnica favorita de su abuelo, y ahora ya no era capaz de derramar ni una sola lágrima.
Un ligero 'crack' la hizo dar un pequeño brinco en su asiento.
—Maîtresse Narcissa veut Mademoiselle Peny joint la cérémonie (La ama Narcissa quiere que la señorita Peny se una a la ceremonia).
—D'accord, Tutsy (de acuerdo, Tutsy) —respindió Serpens acostumbrada al apodo con que la llamaban los elfos de su abuelo.
Serpens bajó un momento después, encontrándose con que seis magos cargaban el féretro de su abuelo hacia los jardines.
Sintió una fría mano clavarse en su hombro, miró hacia arriba y descubrió a su madre lanzándole dagas con los ojos.
—No quiero que vuelvas a desaparecer de ese modo, señorita —siseó Narcissa apretando su agarre en Serpens—. ¿Has entendido?
—Oui, mére (Sí, madre).
Narcissa la miró con reprobación, pero no pudo decir nada, ya que todos las esperaban afuera.
Serpens sabía que su madre odiaba que hablara en francés. Claro que todos en la familia lo hablaban y entendían, pero Narcissa decía que era de mal gusto hablar en un idioma diferente cuando no tenías que hacerlo.
Ambas caminaron hacia los jardines en silencio. Narcissa no aflojó su agarre, aunque Serpens no sabía si era para evitar que saliera corriendo o para que no perdiera su postura.
Llegaron al pequeño parque en donde estaba el cementerio de la familia Black. Todos los miembros de la familia estaban enterrados ahí, y el abuelo Cygnus había pedido que lo enterraran junto a su hermana Walburga.
Serpens no entendía por qué el abuelo lo había pedido así. Walburga Black había sido la peor hermana del mundo, casi tan mala como el hermano de Serpens, y aún así el abuelo Cygnus había querido que sus tumbas estuvieran juntas.
Serpens vio como el féretro empezó a descender luego de que el sacerdote terminó de hablar, miró a los presente y no se sorprendió de ver que ninguno estaba llorando. La mayoría se veían aburridos, como su padre parado junto a ella. Incluso la abuela Druella parecía que iban a enterrar a una rata y no a su esposo por más de treinta años. Todos parecían como si tuvieran cosas mucho más importantes que hacer que darle el último adiós al hombre más cariñoso y gentil del mundo.
Con un movimiento de varita, uno de los invitados rellenó el agujero donde ahora reposaban los restos de su abuelo, y en menos de media hora, todos los invitados se habían ido por donde vinieron.
—Tutsy, ve a la habitación de mi hija y recoge sus cosas. Quiero que lo lleves todo a la mansión Malfoy, ahora.
—Sí, ama.
Serpens miró alarmada a su madre. Ella no quería regresar a Inglaterra. La mansión Black en la costa francesa había sido su refugio cada verano desde que tenía memoria, en especial los últimos meses.
—Mais, mère... (Pero, madre...)
—En inglés, Serpens —la corrigió su padre.
—Nada de peros —dijo Narcissa—. Regresarás con tu padre y conmigo a Inglaterra, iremos juntos por tu hermano a la estación la semana que viene y en menos de dos meses abordarás tu primer tren a Hogwarts junto a Draco.
—P-pero yo quiero ir a Beauxbatons... El abuelo dijo que...
—El abuelo ya no está, Serpens —habló Druella esta vez—, y él era el único que quería que fueras a Beauxbatons. Tú eres una Black tanto como una Malfoy. Los Black's siempre han asistido a Hogwarts, y todos han quedado en la misma casa. Tú no serás la excepción.
Druella nunca había estado más equivocada.
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My Fallen Angel [Harry Potter]
FanficLa vida de Serpens Druella Malfoy, la hermana menor de Draco, la princesa de Lucius y la pequeña serpiente de Narcissa. Aunque no todo es tan perfecto como el mundo cree. ... -Debes dejar de vivir en las nubes, hija. La vida no es color de rosa. No...