"Popurrí"

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CAPÍTULO XIII

—Espera, Chloé —decía el pelirrojo al bajar las escaleras e ir tras de ella, pero parecía más estarlo ignorando así que no detuvo su paso— vamos que bien que quieres escucharme —fanfarreó él.

Ella no pudo evitar detenerse al gruñir y girarse a empujarlo de los hombros. —¿Qué quieres, Nathaniel?

Ciertamente el chico podía ser muchas cosas, pero más le ganaba su lado estúpido. Tal vez ese es un motivo por el cual Chloé siempre anheló a Adrien, un chico sin poses y de sentimientos reales, contrario a Nathaniel que te quería cuando podía o se le diera la gana, le importaba siempre quedar bien incluso cuando eso significara estar en contra de sus verdaderos amigos.

—Quiero hablar contigo.

Ella soltó un bufido. Comúnmente es fácil ceder al miedo con tales palabras. Pensar en qué es lo que esa persona quiere decirnos, lo que ha pensado, las novedades que nos tiene, o peor aún, si es que piensa rompernos el corazón, pero no es algo que Chloé esperara ahora. En realidad, se había cansado de hacerlo. Detestaba la idea de tener que volver a cruzar palabras con él, detestaba el tener que escuchar su nombre de lunes a viernes y peor aún, saber que formó parte de su vida.

Tal vez eso era lo que más le dolía, aunque aún no sabía por qué, si de todas formas él fue quien decidió terminar todo. ¿Por qué quería verle? ¿Por qué se empeñaba tanto en molestarla?

—¿Ahora sí quieres hablar? —le preguntó con un movimiento de cabeza, acomodándose el bolso de su hombro—. No tengo tiempo para esto.

El pelirrojo rascó su nuca mientras desviaba la mirada. Tenía la mano en el bolsillo de su chaqueta y la jugaba nervioso. No había día en el que no se lamentara de cada palabra dicha tiempo atrás. La extrañaba, la amaba desde la secundaria, pero nunca supo hacerlo de la manera correcta, y se daba cuenta hasta apenas.

Así sucede. Amamos, pero no en la forma en la que debemos amar, y muchas veces a quienes no deberíamos. Caemos en amor, cuando todo lo que cae se rompe.

—Sé que soy un idiota... —le respondió sin mirarle—. Pero si me dieras una oportunidad...

Chloé se apresuró a negar con la cabeza alzando las manos. —Nathaniel, es muy tarde para eso, lo comprendí, mucho tiempo después, pero lo hice. Ahora estoy con alguien, y...

El chico alzó el dedo para que ella dejara de hablar. No necesitaba oír lo demás, lo entendía a la perfección, sin embargo, ese no era su objetivo.

—Lo sé —pronunció el de ojos turquesa sin mirar los de azul cielo— sólo pido una oportunidad para esto.

La chica le observó confundida y miró que del bolsillo de su chaqueta mostraba una hoja doblaba y maltratada, con letras marcadas en su superficie de una tinta color azul. Él miraba hacia a otro lado mientras sostenía su mano en el aire, pidiendo que no fuera rechazado.

Chloé abrazó su mano temiendo acceder a aquella tentación, miró a Brandon llegar a la acera del frente. Suspiró con pesadez y arrebató aquel papel para salir corriendo en dirección a su novio. Nathaniel se limitó a mirarle huir, esperando que aquellas palabras no tuvieran poco significado ahora que era tarde.

***

—En verdad no te preocupes, con esta ropa bastará —me decía ella con cierto rubor en sus mejillas. Estábamos en el closet de mi madre buscando algo que le pudiera servir para dormir.

La Chica del ParaguasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora