Capitulo 3

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En La Comarca unos golpes se comenzaron a escuchar, así que Bilbo con la esperanza de que su amigo con túnica gris estuviera afuera abrió la puerta con una gran sonrisa.

—Gandalf que bueno que regresaste.

—Gandalf me he perdido muchas veces pero la encontré por la marca que dejaste —mientras esperaba a que abrieran la puerta el enano platicaba con el mago expresando su disconformidad al encontrar el lugar de reunión.

—Un momento ¿de qué marca están hablando?—Algo exaltado contestó el hobbit mientras revisaba minuciosamente la puerta de su hogar.

—He decidido traer a alguien que los seguirá en su búsqueda de Erebor —su mirada reflejaba orgullo y felicidad, haciendo que las miradas de curiosidad de los enanos y del hobbit no de hicieran extrañar.

—Gandalf, sólo espero que no estorbe —Thorin miró seriamente al de barba larga no estando conforme con los cambios de último minuto.

—Claro que no, al contrario tal vez los saque de varios apuros ¡Helena ya puedes venir! —Mencionó su nombre fuertemente para que la elfa pudiera escuchar perfectamente su petición.

—¿¡Es una  mujer!?—el enano consternado comenzó a mirar a todos lados tratando de ver a la femme que los acompañaría.

A lo lejos una silueta se fue acercando hasta quedar alumbrada por la tenue iluminación de la casa detrás de los enanos.

Al verla a primera vista sabía que no se trataba de una enana, su altura era bastante alta como para lo fuera. Su rostro era como el de una divinidad; piel de porcelana, cejas delgadas, labios finos y unos llameantes ojos ligeramente rasgados junto a unos iris brillantemente carmines.  

Sin embargo lo que a los demás enanos y al hobbit les llamó la atención fueron las alas oscuras que sobresalían detrás de ella, estas se arrastraban a la vez que aquella mujer caminaba por lo que suponían que eran bastante pesadas.

—Esas son alas— mensionaron sorprendidos los enanos a excepción de Thorin

—Claro que si— contestó la femme mirándolos cortésmente, a la vez que pronunciaba sus primeras palabras frente a ellos.

—¿Podemos tocarlas? — preguntó uno de los enanos más jóvenes mientras se acercaba más a ella.

—No— lo miró algo seria pero sin perder delicadeza.

—Bueno ella es Helena, es la mejor guerrera que he encontrado... ella ha visitado toda Tierra Media, además de que es una especie muy rara de elfa — dijo Gandalf el Gris exaltando a los enanos

—¡Es una elfa!—

—Media elfa—aclaró Helena con una sonrisa divertida.

—Y ¿Cuál es la otra mitad?— preguntó Thorin con una mirada tajante.

—Eso no te concierne— contestó de la misma manera al desafiante enano.

—Dejando eso de lado ¿cómo es que has conocido toda Tierra Media— preguntó otro de los integrantes de la compañía.

Ella decidió no contestar al ver que la situación se volvía un interrogatorio.

—Bueno ¿Quién quiere de cenar?— Sugirió el de gran túnica tratando de aligerar el momento incómodo por el que todos estaban pasando.

—¡Yo!— contestaron los enanos como si nada hubiera pasado anteriormente.

—Vamos Helena quítate la capa, espero que no hayas exagerado con tus armas— mirándola con una pequeña sonrisa.

—Tu me conoces muy bien, creo que es mejor quitármela en otro momento— dedicándole una pequeña mirada agradecida al joven hobbit.

—Sería de mala educación que no te la quitarás— siguió convenciéndola mientras señalaba al pequeño hobbit que esperaba recibir su capa para guardarla.

Con un suspiro Helena se quitó la capa lentamente, las miradas de los enanos que habían desaparecido durante la platica regresaron cuando mostró su cuerpo, y aún más cuando mostró las armas que traía con ella.

Su ropa consistía en una remera que le llegaba hasta las caderas, sobre ella tenía una armadura lo suficientemente gruesa como para que no se notara su ropa debajo, usaba unos pantalones algo sueltos pero cómodos, alrededor de su cintura portaba varias flechas y dos artefactos que al juntarlos formaban un pequeño pero eficiente arco y finalmente en su espalda una espada obscura bastante larga que sorprendió notablemente a los enanos

—No has cambiado nada querida amiga— dijo el mago aguantándose la risa ante tal demostración.

—Lo sé— contestó Helena mientras agradecía con la mirada al hobbit por haberle servido algo de vino.

Mientras tanto los enanos comenzaron a parlotear entre ellos sobre las primeras impresiones de la elfa, y su extensa curiosidad por sus habilidades de pelea.

H.N

The lie of love  ₹Thranduil₹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora