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"M-Mgh..."

Sonidos obscenos eran lo único que podían salir de mi ahogada boca.

Fluidos con un amargo sabor detenían todas las palabras que quería decir.

Sentir su hombría dura como una roca en mi boca calmaba todos mis pensamientos.

Quería quedarme en ese momento tan placentero por el resto de mi vida.

Y entonces

Sentí un golpe.

Thomas quitó su miembro de mi boca con rabia y me dio un golpe en el rostro.

—¿¡Acaso ni eso puedes hacer bien?!—Me gritó, observé como se colocaba sus prendas de nuevo —me iré a dormir al sillón, ni se te ocurra acercarte.—

Y se largó.



¿Cómo es que llegamos a esto?

Síndrome de cotard;; JamiltonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora