Capítulo 8: Huída.

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H:

Huida


No podía más ocultar lo que sentía si cada vez que lo veía se sentía desarmar, sus piernas no le respondían y su respiración se volvía lenta pero apresurada al mismo tiempo. Cada vez que él hablaba, todos y cada uno de sus sentidos se unificaban, estremeciéndose con el hermoso sonido de su vibrante voz.


~ Fuimos juntos valle abajo, hasta donde el arroyo fluye en silencio,
bebimos en la fuente de cuencos de corteza,
luego nuestros labios, calientes, se besaron. ~


A Dean nunca le interesaron los poemas, le parecían ridículos e innecesarios. ¿Para qué estudiarlos si no servirán en tu vida? Saber poemas no te va a ser mejor cirujano.


~ Por el prado florecido de orquídeas
fuimos despacio, ebrios de aromas y estío,
levantamos los ojos a las estrellas,
enloquecido, febril el pensamiento. ~


Pero escuchar a Castiel recitar aquel poema le generó una agradable sensación en el pecho. Tan cálido. Tan único.
Y con ganas Dean aplaudió, siendo sus aplausos los más fuertes, enérgicos.
Y Castiel esbozó una corta sonrisa, volviendo a tomar asiento cuando Jody, la profesora de literatura, le ordenó que lo hiciera.

—Excelente, Castiel. Entonces, ¿alguien más?

Charlie, Garth y Kevin felicitaron al moreno cuando tomó asiento en su lugar. Castiel asintió, guardando silencio cuando alguien más pasó al frente.

Dean lo observaba profundamente, y él no pudo seguir ignorando tan potente mirada.
Verde y negro se encontraron, y como siempre ambos sonrieron.

—Eso fue hermoso, Cas. —susurró muy de cerca, sonriendo más amplio al distinguir el leve sonrojo en las mejillas ajenas.

El pelinegro asintió y volvió rápidamente la vista al frente, intentando ignorar todas aquellas fuertes emociones que únicamente el Winchester ocasionaba; pero sonrió y bajó la mirada, queriendo ocultar lo emocionado que estaba por su cumplido.

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Dean observaba al moreno hablar con un compañero de una manera demasiado amigable para su gusto. Le incomodaba verlo sonreír con alguien más que no sea él, pero más le enojaba ver a aquel idiota demasiado cerca de Castiel. Su Castiel.
Sin poderse controlar avanzó hacia ellos, serio al verlos reír.

—¿Entonces quedamos para mañana? —había cuestionado el "intruso" con una sonrisa demasiado estúpida para Dean.

—Para mañana. —Castiel asintió, teniendo su chaqueta colgando en el antebrazo derecho.

—¡Perfecto, nos vemos, Cas!

¿Cas? ¡¿Cas?!

Dean entreabrió un poco la boca, fastidiado. ¡Sólo el podía llamarle así! Frunció aún más el ceño, llegando incluso a intimidarlo cuando, al querer irse, terminó chocándose con él.

—Lo siento, Dean, no te vi.

—Claro... —murmuró entredientes.

Hizo su mejor esfuerzo para sonreír, sin embargo una mueca sólo pudo expresar.
El joven se marchó rápidamente, aunque se giró para ver al pelinegro.

Una vez solos, Dean seguía en silencio, de modo que Castiel se aclaró la garganta, capturando su atención.

—¿Nos vamos? —cuestionó dudoso.

—Nos vamos.

Y sin más, se dirigieron hacia la salida.

¿Qué le estaba pasando? ¿Acaso era normal sentir esos celos? No, no era normal. Era algo más.
Él lo sabía, su corazón se lo gritaba desde que conoció a Castiel, desde el primer momento en que entró a su vida. Desde el primer beso.

Si no fuera tan cobarde.

—Cas. —finalmente se atrevió a detenerlo, a dos cuadras de su casa. Él se giró a verlo, confundido.

—¿Sucede algo, Dean?

Tragó saliva. ¿Qué debía hacer para dejar de sentirse así de cautivado por su persona? ¿Era posible suprimir aquellos sentimientos que Novak despertó desde su llegada?

No, debía decírselo.

—Castiel. —lo nombró firme y decidido. —No sé cómo tomarás esto, así que simplemente lo diré. —el moreno asintió con la cabeza. —Me gustas mucho.

Castiel se había quedado pasmado con su pobre corazón a punto de reventar en un vertiginoso colapso nervioso. Miró esos hermosos ojos verdes antes de que sus piernas decidieran llevarlo lejos del lugar de los hechos; la huída de un cobarde.

—¡Cas! Y-yo... ¿Qué he hecho?


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Poema ~ "Amor Primerizo."

Flora y Pomona y otros poemas.

Erik Axel Karlfeldt.

De la A hasta la Z: Destiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora