Capítulo 9: Indecisión.

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I:

Indecisión.


¿Acaso podía ser más idiota? A veces se pasaba mucho tiempo preguntándose lo mismo.

Ayer fue un día de lo más extraño; el chico que le movió toda la galaxia en cuestión de meses le había confesado lo que sentía y él, en vez de haber correspondido -como se supone que debía hacer- no hizo más que huir. ¡Huir!
Como hacía aún ahora, e incluso usando a otros como pretexto para estar lejos de él. Si, definitivamente era un idiota.

—Castiel, ¿estás bien?

Liberó un suspiro antes de voltearse hacia la voz, asintiendo lentamente. El joven frente a él sonrió.

Inias McMorran era un joven alto y de contextura delgada, poseedor de un corto cabello castaño y unos amigables ojos claros. Bastante conocido por su amabilidad y compromiso con el instituto, siendo, junto a Kevin, los delegados del curso.
Ayer habían arreglado iniciar con las pasantías en la biblioteca, de modo que se estaban dirigiendo hacia allí aprovechando el término de clases.

No obstante, el problema en el corazón de Castiel le impedía centrarse en otra cosa que no sea insultarse a sí mismo.

Cuando las clases iniciaron fue incapaz de hablarle, simplemente se había quedado allí, de pie, sin saber qué hacer, sin poder encontrar las palabras adecuadas para disculparse por su falta de respeto. Sinceramente, después de lo que había hecho dudaba de que Dean siguiera gustando de él, lo más seguro era que se diera cuenta de que no valía la pena ir tras alguien tan indeciso y había decidido olvidar las cosas.

Después de todo era lo mejor, ¿verdad?

—Oye... -Inias lo detuvo casi al inicio de las escaleras.— ¿En serio estás bien? Si quieres puedo ocuparme yo de todo, Castiel.

El moreno negó fugazmente con la cabeza.

—¿Seguro? Lamento mi insistencia, es sólo que...

—Si, seguro. —Respondió seco, retomando rápidamente el camino.

Si, era lo mejor; tenía que seguir ignorando a Dean Winchester hasta que lo sucedido haya sido olvidado. Lo más probable es que ahora esté odiándolo, y no quería que se lo dijera, eso le dolería demasiado.

En silencio avanzaron por las escaleras hasta que las piernas, el cuerpo, el alma; el corazón de Castiel, dejaron de responderle. Allí, al lado de la puerta de la biblioteca, había una chica pelinegra que alzándose en puntitas, besaba los labios de Dean.

El corazón del moreno dejó de latir, defectuándose gradualmente con aquella imagen frente a él.
Sus ojos se opacaron y no pudo ni moverse por varios segundos, sólo reaccionó cuando el rubio tomó a la chica por los hombros y la alejó, sin embargo alzó la mirada y al verlo pareció quedarse con las palabras atragantadas en la garganta.

Novak, sin dar tiempo a vacías explicaciones, simplemente bajó corriendo las escaleras y se fue lo más rápido que pudo, ante la extrañeza de Inias y la culpabilidad de Dean.

Sólo ayer él le había dicho que le gustaba y hoy estaba besando a una chica. Todo había sido su culpa.

Culpa de su cobardía e indecisión.

¿Acaso podía ser más idiota? A veces se pasaba mucho tiempo preguntándose lo mismo.

De la A hasta la Z: Destiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora