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La primavera ya comenzaba a hacerse notar, la nieve había desaparecido por completo y las flores empezaron a relucir sus brillantes colores, aquel frío fue reemplazado por una linda brisa. 

Mis horas de trabajo por suerte estos últimos días habían comenzado a ser menos, ya que estabamos casi a punto de sacar la primer campaña. 

En la oficina entraban rayos de sol que alumbraban el lugar, pero mi atención la tenía mi celular, ya que Waverly no daba señales de vida.

Hace tres días que está enferma, pero no sabe muy bien que es. Primero comenzó como cualquier resfrío, luego con nauseas y mareos y ahora simplemente dice que no puede levantase de la cama. Me tenía un poco preocupada y quise ir a ver cómo estaba, pero ella negó diciendome que todo estaba bien, que no me preocupara por ella. Pero hoy no le voy a hacer caso...

Luego de salir de aquella aburrida reunión, me dirigí hacia la casa de las Earp, con sus rosquillas rellenas de vainilla favoritas bajo el brazo. 

Una vez que estaba frente a la puerta, dude si golpear o no. No creo que se enoje por sólo pasar a chequear su salud, ¿Verdad?

Tomé aire y golpee, dejando de pensar en aquello. Segundos después Wynonna, su hermana, abrió la puerta. Primero me observó unos segundos, luego bajó la mirada hacia la caja de rosquillas.

-Wo, rosquillas.- Me sacó la caja del brazo, sin dejarme reclamar por ella.- Hola Nicole, pasa. 

-Hola, vine a ver a Waverly. - Dije un poco tímida al pasar dentro de la vieja casa.

-Oh, bueno... - Dejó la caja en la mesa. - Waverly está enferma.

-Lo sé, es por eso que vengo...

-Siéntate, quiero contarte algo antes de que pases. 

Se puso seria y se sentó en una silla, invitandome a que me siente en la que estaba frente a ella. Tomó una rosquilla y bruscamente la empezó a comer. Yo expectante por saber aquello tan importante.

-Seguramente lo sabes. Hace muchos años, eramos cuatro personas en esta familia disfuncional. Mi padre, Waverly, Willa y yo. Una noche, unos tipos fanáticos de Wyatt Earp asaltaron mi casa para robarnos un par de reliquias que mi padre guardaba, ya que éran básicamente herencia familiar. - Yo asentí en silencio. Wynonna cerró fuertemente sus ojos y segundos después volvió a hablar. - Mi padre se resistió primero a entregarles esa estúpido rifle y todas aquellas cosas que los tipos querían. Willa tenía 15 años, era nuestra hermana mayor. Cuando escucho los gritos de todos vino a mi habitación, donde estabamos con Waverly tratando de hacer nudos de vaqueros. Nos hizo escondernos bajo la cama y ella se fue a ver si mi padre estaba bien. 

Se levantó de la silla y camino un par de pasos. A mi la piel se me había erizado al escuchar la historia.

-No sabíamos que demonios estaba sucediendo, pero algo dentro mío sabía que las cosas no iban a terminar bien. Tomé a Waves en mis brazos y le canté una canción. Minutos después empezaron a escucharse ruidos de armas y gritos de dolor. Waverly era muy pequeña, apenas tenía 6 años, al escuchar todo eso empezó a llorar, quería irse de mis brazos pero Willa nos había dicho que nos quedemos quietas hasta que ella venga a buscarnos. Pero Willa nunca apareció.

Lágrimas querían salir de los ojos de la chica frente ami, yo estaba paralizada, porque no podía imaginarme todo lo que ellas habían pasado.

-Wynonna, realmente no lo sabía. Lo siento muchísimo. - Me levanté para poder acariciar su hombro pero ella sonrio.

-A lo que voy, es que Waverly en esta fecha siempre se enferma. Pero nada malo le sucede en su organismo, solamente es esta fecha. Es muy duro para ella.

-Entiendo. Bueno, realmente no quise ser grosera. ¿Podrías darle estas rosquillas por mi? Sé que son sus favoritas. - Le sonreí pero ella negó.

-No, no te vayas. Le estás haciendo muy bien a mi hermanita. Me gustaría que vayas y si puedes hacerla sentir mejor, sería un gran alivio para mi.

Yo sonreí y ella señaló con su dedo índice las escaleras, dandome el pase para que vaya a su habitación.

Toqué dos veces la puerta con mis nudillos, pero nadie contestó. Abrí lentamente la puerta color celeste y entré.

En la cama se notaba un pequeño cuerpo hecho bolita, bajo muchas mantas de colores pastel. Me senté en una punta y puse mi mano suavemente en sus pies.

-Hola cielo. - Dije acercandome a ella.

-¿Nicole? - Salió de su fuerte hecho de mil mantas, su cabello estaba desordenado y sus ojos hinchados. Tenía una camiseta color blanca y pude notar unos shorts de pijama color negros con estrellitas amarillas.

-Hola Waves. - Sonreí y ella me abrazó. - Te traje tus rosquillas favoritas. 

-¿Cómo supiste? Gracias. - Me dijo, todavía abrazada a mi cuello.

Con un poco de fuerza me volteó y caímos ambas en su cama, me hizo un espacio y luego colocó las mantas encima nuestro.

-No he tenido buenos días. - Susurró mirandome a los ojos.

-Lo sé cielo, pero estoy aquí para tí. Lo sabes, ¿Verdad? 

Ella asintió y se acurrucó sobre mi. Yo la abracé fuerte.

-Perdón por no contestar tus llamadas o mensajes. Es que no he tenido fuerza. 

-Hey, no te preocupes por eso ahora. - Besé su frente.

Nos mantuvimos así, por unos largos minutos hasta quedarnos dormidas. Escuchamos dos golpes en la puerta y abrimos los ojos, pero no nos movimos de aquella posición.

-Bueno, gracias al cielo que no las he encontrado desnudas como la otra vez. - Wynonna asomó la cabeza. - Escuchen, estoy haciendo comida. Si quieren pueden bajar porque no les pienso traer la comida en la cama.

-Gracias. - Waverly susurró, moviendose de a poco. Wynonna se fue y la pequeña de las Earp tomó fuerza y de un segundo al otro saltó encima de mi, para darme la mano y ayudarme a levantar.

De la mano, bajamos las escaleras. Me senté en el viejo sofá color rojo oscuro, frente a una pequeña mesa ratona donde estaban apoyados tres platos de macarrones con queso. Wynonna se unio, sentandose en el sofá individual... empecé a mirar hacia los lados y no encontraba a Waverly.

Miré confundida a Wynonna, ya que hacia unos segundos la tenía tomada de mi mano. Ella rodó sus ojos, bufando.

-Tiene 22 años, pero aún parece de 5. - Negó y con la cabeza señaló la puerta de la cocina, donde la chica apareció con un vaso transparente, con flores de pegatina, lleno de jugo de frutas. - No puede cenar sin jugo de frutas en su vaso favorito.

Sonreí al verla, realmente parecía pequeña y adorable con aquel vaso, que lo dejó en la mesa y sin ningún aviso se sentó en mis piernas, tomando un plato y un cubierto para darmelo, luego hizo lo mismo, tomando su propio cubierto y comenzando a comer de mi plato. La miré divertida pero ella parecía no saber que sucedía.

-Waves, ¿Sabes que hay mucho espacio para ambas en este sofá, vno? - Pregunté, colocando uno de mis brazos sobre sus muslos y otro rodeando su cintura. Ella asintió sin darme demasiada importancia.

-Lo sé, pero me gusta cuidarte y estar cerca tuyo. - Levantó sus hombros y volvió a comer.

-Ugh, son muy dulces, dan asco. - La mayor de las Earp nos dijo, haciendo una mueca como que le daba asco la situación.

Waverly por fin sonrió, mirandola mientras tomaba mi rostro con una mano y me acercaba a sus labios dandome un tierno besito en los labios.

-De a poco vas sanando mi corazón. - Susurró en mis labios y ambas sonreímos. Volvió a tomar su cubierto para seguir comiendo.

¿Cómo podía seguir con total naturalidad? Me acababa de decir palabras tan dulces que sentía que se me había derretido el corazón, y ella simplemente continuó comiendo como si nada...



Coincidencia. PAUSADA [Wayhaught]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora