Capítulo 2

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Ya han pasado varios días desde que atropellé a... Al chico rubio y con los brazos tatuados. Sí. Le llamaré así.

No he vuelto a saber de él y empiezo a desesperarme porque no sé qué hacer. Ayer decidí ir al hospital pero al subir a la habitación en la que había estado ingresado la última vez, me encontré con otra familia que me miró extrañada.

Doy vueltas en la cama intentando pensar algo que hacer. No me siento bien sabiendo que no le he compensado de ninguna manera. Tan siquiera sabe mi matrícula para denunciarme o algo por el estilo. A ver, que no se me malinterprete, no quiero que me denuncien pero supongo que tendrá que explicar lo que pasó... ¿O no?

Mi móvil rompe mis pensamientos y perezosa, lo alcanzo. Mi corazón se acelera al ver que es de la productora y de repente, todo el cansancio acumulado por haberme tenido que levantar de la cama, desaparece. Incluso me he puesto a dar un par de saltitos.

–¿Sí?

–¿Señorita Peterson? –Pregunta la voz grave de Hudson. –Revisé su petición para atrasar la cita. Decidimos trasladarla a mañana a las 10:30.

–Genial, allí estaré. No le defraduré. Muchas gracias.

Cuelgo y respiro aliviada. Al fin me sale algo bien, aunque toda la alegría y los chillidos cesan cuando recuerdo mi mala pata con el coche.

Paseo por mi habitación mientras pienso en qué hacer para descubrir algo que me permita hablar con el chico rubio recogiendo la ropa. Recojo el periódico que está tirado en el suelo, abierto por las ofertas de trabajo. Voy a tirarlo a la papelera, cuando algo me llama la atención. Y ahí está. Veo mi oportunidad. Tiro el periódico a la basura, me visto con lo primero que pillo, me hago una coleta, cojo las llaves del coche y voy dirección al hospital.

Otra vez allí, en el hospital del infierno. Los recuerdos no es que sean muy buenos y menos los del tío borde que me obligó a irme del hospital, pero no voy a echarme hacia atrás. Como me enseñó mi tía Jannis, cojo aire, levanto la cabeza y como si fuera verdad lo que estoy a punto de decir, me acerco a la mesa de recepción.

–Hola. Soy Dianne. La nueva recepcionista. –Digo dándole mi mano a la mujer que está detrás de la mesa. Ella me la devuelve y me mira ladeando la cabeza.

–No sabía que iba a venir una nueva.

–Me contrataron ayer. Puede que no te hayan avisado, pero me dijeron que me tocaba trabajar hoy. Si quieres, puedes irte a tomar un café. Yo me encargo.

–Voy a llamar a la encargada. No es por nada; es por motivos de seguridad.

–Vale. Esperaré. –Digo sacando mi teléfono para disimular. La mujer se me queda mirando. Noto sus ojos chocolate en mi nunca, pero tan siquiera dudo un segundo en mirarla. 

Mantente firme, Spence. Tú puedes.

–La verdad es que me apetece mucho tomarme un café...

–Seguro que llevas trabajando tooda la mañana.

Ella se queda mirándome unos segundos, se levanta de la silla y abre la pequeña puerta.

–Vuelvo en 5 minutos mientras llamo a la encargada. Gracias. –Dice. Cuando veo que se pierde entre los enfermeros de camino a la cafetería, me siento en su silla. Hay muchos archivos que no entiendo sobre enfermedades, instalaciones y demás. Hasta que llego a 'Pacientes'. Busco la habitación en la que estuvo ingresado el chico rubio y... ¡Kilian Blake! ¡Eso es! Leo por encima lo que le diagnosticaron y al parecer, le fisuré la tibia, pero no tenía nada en la cabeza, aunque, después de lo que me dijo, creo que no le hicieron suficientes pruebas. También aparece su número de teléfono y su dirección. Cojo un bolígrafo y lo apunto todo en un post-it que tiene la recepcionista en la mesa. Lo meto en mi pantalón, cierro lo que he abierto y antes de que vuelva la mujer de tomarse un café y me detenga la policía, me voy corriendo a mi coche.

[ENTRE DOS PAREDES] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora