Capítulo 28

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Hay cosas que por mucho que le digas a tu mejor amiga, va a pasar de ti. Como por ejemplo, que no hacía falta que se mudara a mi casa. Después de contarle mi conversación con el enfermero y que no sabía que pasaba con mi vida, había decidido que lo mejor era estar a mi lado y por ello, vivir en mi maldita casa.

–Me encanta tu casa. Huele a ti. –Dice nada más entrar seguida de una maleta rosa que deja en la entrada. Me mira, apoya sus manos en mis hombros y después, me da un gran abrazo. –Los tíos son gilipollas.

–Eso no parecía ayer cuando te llamé y tuvo que cogerme el teléfono Dylan porque estabas muy ocupada. –Contesto con una mirada perversa.

–¿Qué? Soy una mujer con necesidades. –Suelta quitándose la chaqueta y colgándola del perchero en la entrada. –Ahora, voy a hacerte una de esas comidas que sé que te gustan.

Resoplo tirándome en el sofá sin decirla nada más. Al fin y al cabo, es Gina. Va a terminar haciendo lo que le de la gana.

Llega la noche y con ella, las ganas de mi mejor amiga de salir de fiesta. Siempre ha tenido el alma fiestera y me ha arrastrado a mí a todas y cada una de éstas. Hoy, no va a ser diferente.

–¡Vamos! Te vendrá genial salir y beber y...

–¡Beber! ¡Estando tú cerca! ¿Te crees que estoy loca?

–Qué sosa eres, mujer... –Gruñe entre dientes cruzándose de brazos. –Además, hay un festival en la playa por la llegada del verano, ¿en serio te vas a perder eso?

–No me apetece salir, Gina...

–¡Hasta las 3! ¡Te lo prometo! –Me pide acercándose a mí con su cara de cachorrito a la que sabe que no puedo resistirme. Resoplo rodando los ojos.

–Está bien, Regina, pero te aviso que esta vez, si vomitas, pienso dejar que ruedes en tu propio vómito.

–Que gran amiga. –Se queja cruzándose de brazos.

La playa está a rebosar de gente. Un pequeño escenario está montando en mitad de ésta rodeado de gente bailando y gritando al son de sus canciones. Gina tira de mi mano entusiasmada hacia la arena y yo doy gracias por haberme puesto unas sandalias.

Al llegar, veo a mis amigos hablando en un pequeño círculo. Miro a Gina de reojo que me observa para comprobar mi reacción.

–¡Spencer! –Gritan todos al unísono.

Todos vienen a abrazarme como si hubiesen pasado años desde que no me ven cuando realmente han pasado tres meses.

–Cada día estás más guapa. –Suelta mi amigo Bruno que va de la mano de su novio, Justin.

–Lo sé. –Admito encogiéndome de hombros. –La vida de fama me sienta como un guante.

–Técnicamente, la fama no te puede "sentar como un guante" puesto que no es algo concreto pero... Sí, estás muy guapa. –Dice encogiéndose de hombros Beka con su habitual gesto de 'Todo me importa una mierda'.

–Te he echado de menos. –Contesto apretándola entre mis brazos mientras ella se queda inmóvil como siempre hace. –Lo siento, nena, hoy no te libras de mis muestras de afecto.

–¿Cuándo sí?

Un silencio sepulcral se genera entre la multitud en cuanto suena una nota en el escenario, consiguiendo su cometido. Al tener la atención, el bajista comienza a tocar las notas de una de las famosas canciones de su repertorio. El grupo anterior tan siquiera había conseguido lo que ellos han conseguido y eso que no ha entrado el cantante. En cuanto éste entra, se escuchan vítores y aplausos entre la multitud. Al empezar a cantar, Bruno, sin darme más opción que esa, me coge del brazo y me mete entre todas las personas que están bailando, moviéndose a un ritmo cubano que mucho tengo que envidiar, ¡esto no es justo! Él se mueve como si hubiese nacido para ello y yo... Yo intento no pisarme los pies a mí misma.

[ENTRE DOS PAREDES] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora