En la sala de espera, es Gina la que rellena el formulario por mí: ¿Por qué son tan estúpidas las preguntas?
Mi mano cada vez se van hinchando más y más, adquiriendo un color morado, ¿quién dijo que hacer deporte fuese sano? Por no hablar de las vueltas que hemos tenido que dar en coche para encontrar un hospital que no fuese en el que trabaja...
–¿No es ese Kilian? –Pregunta Gina mirándome con los ojos abiertos de par en par. Levanto la cabeza y allí está, vestido de enfermero y hablando con un señor.
–¿Qué cojones? Gina, enséñale una teta o algo mientras huyo haciendo la albóndiga de aquí. –Susurro echándome hacia atrás para que no me vea la cara.
Gina se levanta y se acerca al enfermero haciendo que de media vuelta para quedar de espaldas a mí. Yo salgo corriendo hacia el pasillo cuando una enfermera grita mi nombre que rebota por toda la sala. Maldigo en voz baja a esa mujer por hablar, ¿no podía decirlo más bajo?
–¿Spencer? ¿Qué haces aquí? –Pregunta la voz del enfermero.
–Para mi mala suerte, morirme no.
–¿Has venido sola? –Pregunta cogiendo mi mano para mirarla detenidamente, al darse cuenta del color que está tomando. La enfermera vuelve a llamarme y camino hacia ella, pero el rubio le hace un gesto y ésta, con cara de aburrimiento, comienza a llamar a otra persona.
–Pues verás... ¿Ves esa tía de ahí? ¿La rubia tetona que estaba intentando distraerte para que yo pudiese huir de tus garras de lobo feroz? Es mi acompañante, así que, no tienes que quedarte aquí conmigo.
–El destino quiere que nos veamos, nena, ¿quiénes somos nosotros para negarle sus deseos? –Dice con su habitual sonrisa de medio lado mientras se acerca a mí. –Seguro que no has ido al otro porque pensaba que estaba allí.
–Es que se supone que tendrías que estar allí.
–Estoy cubriendo una baja, es de la misma cadena de hospitales... No es la primera vez que me mandan aquí. –Él se relame y me mira de arriba a abajo, con ese fuego en los ojos que haría que saliese ardiendo hasta el material menos inflamable. –Venga, te acompaño, no pasa nada porque lo haga, ¿no?
Con ojos suplicantes, miro a Gina, en busca de ayuda pero la muy asquerosa, solo se encoge de hombros. Con un resoplido, dejo pasar al enfermero para que me guíe a donde tengo que ir.
Después de todo el rollo, resulta que solo tengo un esguince en la muñeca. Una venda pequeña, anti-inflamatorios y para casa. Maldigo a Gina mil veces por haberme hecho perder el tiempo para que me den las mismas pautas que mi hermano TJ, estudiante de Medicina, me hubiera dado al contarle lo que me había pasado.
–¿Vais a hacer algo esta noche? –Pregunta Kilian cuando salgo de la sala de vendaje.
–Si hacemos algo, no te lo voy a decir.
–¿Sigues enfadada conmigo? –Pregunta haciendo una mueca. –El pasado es pasado y si pudiera cambiar lo que pasó con Sand, lo haría. Pero no puedo, está ahí. Ni siquiera ella está tan molesta conmigo como lo estás tú.
–Estás trabajando, no creo que sea momento de ponernos a hablar de nuestras cosas. –Respondo cruzándome de brazos. Un pequeño calambre de dolor me da en la muñeca pero como no quiero parecer una ridícula, mantengo la postura.
–Va a estar Ashton... Y Kevin ha quedado con otras personas.
Miro a Gina pero ella está perdida en una conversación por teléfono. Suspiro asintiendo con la cabeza.
–Dime donde y cuando y allí estaré.
Gina después de llamarme loca, idiota y demás insultos poco apropiados, acepta a acompañarme. No sé si tiene algo que ver con el británico o porque quiere vigilarme para que no me líe con Kilian o quizás una mezcla de las dos. Después de la fiesta del otro día, no paró de repetirme lo bueno que estaba Ashton y todas las posturas sexuales que practicaría con él.
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[ENTRE DOS PAREDES]
RomanceHISTORIA ACABADA Dos chicos. Dos polos opuestos. Uno. Hudson Whitaker. Un productor de cine adicto al café. 80% cactus. 20% sarcasmo. El otro. Kilian Blake. Un enfermero que nadie sabe cómo ha podido llegar a serlo. Futuro payaso de circo e inten...