Camino de un lado a otro en la puerta del bar en el que Kilian y yo hemos quedado desesperada. Incluso me apetecería fumarme un porro con mi hermano como solemos hacer en verano, encima del tejado de la casa de nuestros abuelos. La verdad es que me ayudaría a relajarme un poco.
A lo lejos, distingo su pelo rubio, viene con una sonrisa de oreja a oreja. Tengo que tragar saliva y hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para no salir corriendo, quedándome muy quieta hasta que él llega a mí.
–Hola, nena. –Dice pasando su brazo por detrás de mí. Va a darme un beso pero me aparto antes de que sus labios lleguen los míos. –¿Qué pasa?
–Kilian... Yo... –Me paso las manos por él pelo, intentando buscar las palabras exactas. –Tenemos que hablar. No sé cómo decirte esto... Lo hemos pasado genial juntos pero...
–No. –Dice echándose hacia atrás, mirándome de arriba abajo. –No.
–Kilian... –Le contesto intentando coger su brazo para pararle, pero él se aparta. –Por favor...
–No. Yo... Spencer... –Responde pasándose las manos por el pelo. –Eres la primera chica que me ha gustado a lo largo de toda mi vida y ahora... ¿Por qué no puedes siquiera intentarlo? –Me quedo quieta mordiéndome el labio viendo su rostro rojo de rabia. Resopla y niega con la cabeza. –Hudson, ¿verdad? Te gusta ese gilipollas.
–Si alguien hubiera hecho el daño que hiciste tú a Sand a mi hermano, te puedo asegurar que yo también sería una gilipollas. Él no lo es. Simplemente, hay que darle una oportunidad.
–¿Y todas esas veces que te quejabas de lo borde que era? ¿Qué? –Pregunta poniendo los brazos en jarra. –Yo nunca he sido borde contigo, de hecho, te he tratado lo mejor que he sabido, ¡incluso me he roto los sesos para que me perdones! ¿Qué ha hecho él por ti? ¿Eh?
–Aunque no te lo creas, él es completamente distinto a la imagen que da... Es cariñoso y atento, incluso divertido si te paras a pensarlo y no tengo que decirte lo que ha hecho por mí, esto no es una competición, aunque no te lo creas.
–De verdad que no lo entiendo... ¿Qué he hecho mal, Spence?
–Te tiraste a una enfermera, Kilian. Y después, lo de ser "romántico" te salió porque yo me resistía a ti, no de forma natural, ¿qué iba a pasar más adelante cuando ya supieras que me tenías? –Pregunto intentando que no se me escape ninguna lágrima. –Yo... Creo que antes de salir con nadie deberías... Colocar tu cabeza, Kilian, creo que tienes que tienes que entenderte a ti mismo, escucharte antes de tomar una decisión. De verdad que lo siento mucho y sé que quizás esté siendo dura, pero quiero lo mejor para ti.
–¿Lo mejor para mí? Si de verdad quisieras lo mejor para mí, te quedarías conmigo.
–No hagas más difícil esto de lo que es, ¿te crees que no me duele hacerte daño? –Contesto mirando al suelo. Él se acerca a mí, coge mi barbilla y la levanta para que le mire a sus ojos azules como el traje de Superman. Me da un rápido beso en los labios para después, darse la vuelta y perderse entre los coches de nuevo. Sin duda, ha sido un beso de despedida o quizás un simple 'Hasta luego'.
Me quedo un rato allí abrazándome a mí misma porque de pronto, me siento completamente sola y sin poderlo evitar, me echo a llorar. Intento tranquilizarme respirando hondo por la nariz y quitándome las lágrimas con el dorso de mi mano y poco a poco, lo consigo pensando en que es lo mejor para mí y para él.
Quizás sea un poco rencorosa o quizás me agarre a ese desliz porque realmente quiero intentarlo con Hudson, pero creo que he tomado la decisión correcta, siguiendo lo que me dice mi corazón. Muchas veces miraba hacia delante con Kilian, pensando en nuestro futuro y solo veía sábanas blancas moverse por lo que estaban haciendo nuestros cuerpos bajo ellas, placer y diversión pero nada más. En cambio, pienso en Hudson y me lo imagino esperándome en el altar, con un traje negro y con una lágrima (sí, me lo imagino así, no he dicho que sea realista) corriendo por su mejilla por la emoción. Con él veo algo más serio y sé que Kilian ha marcado en mí un antes y un después, ha sido una persona importante para mí, una que ha conseguido que me olvide de todos mis problemas estando a su lado.
Tras la llorera inicial, cuando estoy más tranquila me monto en mi coche y pongo rumbo a casa de Cal que, a pesar de no conocernos de mucho, se ha convertido en mi mejor amigo.
Nunca antes había estado y me impresiona que sea tan grande; no es tan grande como la de Hudson pero sí bastante más grande que la mía. Aparco cerca, mirando por la verja que deja ver su enorme jardín lleno de flamencos rosas y enanitos con posturas extrañas... Es Cal. No podía esperar menos. Después de mi examen, llamo a la puerta que abre a los segundos. No necesita que le diga nada porque según le veo, rompo a llorar de nuevo. Él, al principio, se extraña pero después, me da un abrazo; justo el abrazo que necesitaba para ponerme a llorar aún más.
–Tengo que contarte algo. –Le digo intentando poner una de mis mejores sonrisas a pesar de que no tenga ganas en ese momento.
–Creo que es lo mismo que ha venido a contarme Hudson. –Responde señalando con su dedo gordo hacia una puerta. Yo me asomo pero no veo nada hasta que Cal me hace un gesto para que le siga.
No me hace falta caminar mucho para verlo ahí, sentado en el sofá rojo chorizo, con esa pose que pone para parecer interesante mientras lee los mensajes de su móvil. Seguramente, al escuchar los tacones de mis botines, reconoce que soy yo y levanta la vista del móvil para clavar sus ojos del color de un mar contaminado en mí. A pesar de que no exprese su preocupación con un gesto, su acto lo dice todo por él. Se levanta de su asiento casi corriendo hasta que me puede rodear con su brazo y apartar los mechones de mi cara que se han pegado a ella debido a las lágrimas.
–¿Qué ha pasado, Spencer? –Pregunta sin dejar de acariciar mi cara con ternura.
–Creo que voy a dar mi brazo a los perros, porque sobro. –Dice Cal alejándose cada vez más.
–No seas idiota. –Respondo apartándome de Hudson para cogerle a él y darle un pequeño beso en la mejilla. –Tú nunca sobras. O casi nunca. Pero ahora... A lo importante: ¿No me odias por haberte robado a tu amor platónico?
–Hudsie es muy sexy, la verdad.
–Y muy handsome. –Bromeo haciendo que Cal suelte una carcajada.
–Pero tendré que conformarme con soñar con él. O con los dos. –Dice poniendo una sonrisa de medio lado.
–Te recuerdo que no salió bien.
–Es verdad. Que asco. –Contesta mi amigo arrugando la nariz.
–Un momento... ¿El qué no salió bien? –Pregunta Hudson levantando una ceja. Cal y yo nos miramos y soltamos una carcajada a la vez.
–No hagas preguntas de las que no quieres saber la respuesta.
Doy dos palmadas en su mejilla, notando su barba bajo ella y le doy un rápido beso que si Cal no estuviera delante, se hubiese calentado al instante.
–Vale. Creo que no quiero saberlo, aunque me lo imagino. –Responde mirando al techo en busca de paciencia.
–No te pongas celoso, Hudsie. Mi corazón es tuyo.
–El mío es de Channing Tatum, pero puede compartirlo contigo. –Bromeo guiñándole un ojo.
–Dale dos copas y seguro que él baila mejor que Magic Mike.
–No. –Suelta tajante Hudson señalando a su amigo, como si no quisiera que siguiera la conversación, avisándole con la mirada.
–¡Vamos! A mí me bailaste una vez, aunque con demasiada ropa para mi gusto.
–Te pedí un Malibú con piña y me diste whisky. –Gruñe mirando hacia otro lado.
–Un momento, ¿y no tienes vídeo de eso? –Pregunto levantando una ceja y mirando divertida a Hudson que se ha quedado mirando hacia otro lado, seguramente, avergonzado.
–Dale un par de whiskies esta noche y seguro que te lo hace.
–No me gustáis juntos. –Sigue el productor de cine cruzándose de brazos.
Cal empieza a trastear con el móvil hasta que se lo esconde en el bolsillo de atrás del pantalón y por toda la casa, empieza a sonar Pony de Ginuwine. Hudson rueda los ojos pero entonces, soy yo la que coge la iniciativa y se pone a bailar de forma sensual delante de los dos chicos que me miran, uno con la boca abierta y otro de forma ardiente, pensando en todo lo que me va a hacer esa noche.
–Spencer, ¿te acuerdas cuando te dije que no eras mi tipo? Retiro lo dicho.
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[ENTRE DOS PAREDES]
RomanceHISTORIA ACABADA Dos chicos. Dos polos opuestos. Uno. Hudson Whitaker. Un productor de cine adicto al café. 80% cactus. 20% sarcasmo. El otro. Kilian Blake. Un enfermero que nadie sabe cómo ha podido llegar a serlo. Futuro payaso de circo e inten...