VII

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Fuego.

El fuego lo devoraba todo.

El fuego estaba en su piel, en su carne, estaba en sus pulmones.

El fuego estaba en las paredes, en las cortinas espesas revelando el paisaje exterior, la negrura infinita de una ciudad sin luces, de un cielo sin estrellas.

Fuego.  

Harry tembló en la puerta. ¿Abrirla, no abrirla? Sus manos dudaron, pero empujó, encontrándose con un pasillo ardiendo en llamas. A su derecha las escaleras que bajaban al recibidor y la puerta principal le llamaban. Las llamas trepaban el barandal de madera, pero no podían hacer nada con la piedra maciza que componía los escalones.

A su izquierda, el pasillo tras el cual Voldemort desaparecía.

La madrugada estaba avanzada. ¿Estaría siquiera despierto? Los Señores Oscuros también eran humanos, también dormían. ¿Acaso... debería despertarlo?

Avecilla tonta.

Ave cautiva.

Ave adiestrada.

Harry no fue consciente de que se estaba internando en el fuego. Su pecho ardía y sus lágrimas quemaban. La decisión había sido tomada antes de que él la pensara, porque mierda, ¿un ave libre no era la que decidía sobrevivir? Él tenía que hacerlo. Tenía que sobrevivir. Pero sobrevivir, ¿cómo sobrevivir sin aquel que le otorgara la libertad? ¿Cómo...?

Unas manos atraparon su cuerpo, le arrastraron lejos de allí. Harry sollozó contra un pecho macizo, contra unos latidos tranquilizadores. Jamás le había tocado tanto, jamas había estado tan completamente pegado a ese cuerpo, sintiendo el aroma metálico a sangre en sus túnicas y el aroma espeso a humo y muerte en su piel.

—¿Sabes, avecilla? —Voldemort le apartó las lágrimas del rostro mientras se alejaban de la mansión en llamas. La negrura los cubría, los envolvía; los bosques que rodeaban la mansión ocultaban las sombras, ocultaban los cuerpos estrechados que avanzaban huyendo del humo y del calor, huyendo de la muerte—. Si un Rey otorga a sus siervos la libertad antes de morir, ellos no serán libres. Solamente estarán cumpliendo su última voluntad.

Harry lo abrazó con fuerza, llorando. Voldemort le sujetó con fuerza de los cabellos, apartándolo de él, su expresión ácida apenas visible entre las heridas sangrantes de su rostro. Harry ahogó un quejido.

—Estamos en guerra —la voz de Voldemort fue espesa—, y, sin importar lo que tengas en mente ahora, estamos en lados opuestos. Pero tú eres un ave salvaje. Ahora, ve. Vuela. Estaré orgulloso de ver cómo expones tus alas cuando sea la hora.

Voldemort le empujó, arrancándolo de su cuerpo. Un crack de desaparición después, Harry se vio rodeado de miembros de la Orden del Fénix. Su padre estaba entre ellos.

—¡Harry!

James Potter lo abrazó con fuerza. Harry no fue capaz de devolverle el abrazo.

Do we feel safe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora