—¿Cuánto tiempo?
Voldemort lo comprobó. No extrajo su varita y tanteó el aire en busca de las indicaciones mágicas; simplemente extrajo del interior de su chaleco un reloj de plata, abriéndolo y comprobando.
—El próximo cambio es en tres minutos.
Harry asintió, observando a Voldemort. Voldemort, pensaba, y le examinaba. Las túnicas negras como una capa cubrían el prolijo traje de corte elegante. Más que estar a punto de asaltar una prisión mágica, el Señor Oscuro parecía estar a punto de asistir a una ceremonia de clase alta.
Cicatrices cubrían su rostro, pero no nublaban su atractivo; Harry lo odiaba por eso. Trepaban como maldiciones, acariciando su mejilla y su pómulo, deslizándose sobre su frente y barbilla; las rugosas muecas en torno a ellas parecían mostrar que habían sido generadas con una maldición muy oscura para que un miembro del lado de la luz atacara. Que fuera un Señor Oscuro no tenía justificación alguna a ello.
Entonces, allí estaba, la sensación de desesperada realidad en la que se veía a sí mismo cautivo entre algo más peligroso que la libertad, el encierro, el secuestro, y el estocolmo. Estaba la asfixiante sensación que le arrancaba el aire en la que Harry se veía a sí mismo como estaba ahora: envuelto en túnicas negras, esperando por el acto de gracia, esperando para hacer arder una prisión. Y no cualquier prisión.
Azkabán ardería.
—Un minuto.
Harry sujetó su varita y se sujetó a Voldemort. La mano del hombre (fría, grande, firme) le sujetó mientras, con el cambio de turno que liberaba las protecciones para que los Aurores del turno diurno cambiaran a los Aurores de turno nocturno, se trasladaban al interior de Azkabán. Fácil, si no fuera por los Dementores.
—¡EXPECTO PATRONUM! —dos voces a grito, dos halcones plateados de enormes alas deslizándose por los aires. Dementores huyendo. Felicidad escurriéndose por rayos de luz, rayos de magia como olas de plata energética y cargada de lucidez.
¿Cómo hallar la felicidad en una guerra? ¿Cómo hallar la suficiente esperanza para desear un mundo mejor, cuando todo lo que surgía parecía empeorar? Las aves salvajes espantaban todo el caos, y al mismo tiempo, todas las puertas estallaban, todos los presos huyendo con las escasas fuerzas que tenían. Muchos se arrastraban, cubriéndose los ojos con las manos. Otros sollozaban en un rincón de sus celdas. Presos, cautivos, aves tontas.
—Encárgate del ala Oeste —Voldemort manipuló su Patronus, el ave de presa volando desesperadamente hacia su propio lado—. Yo me encargaré del Este.
—¿Tú y quién más? —Harry enarcó una ceja. Voldemort le perforó con ojos rojos.
—¿No me crees capaz, avecilla?
Harry rió y dejó que su Patronus envolviera al Señor Oscuro. Rió, jovial, mientras iba hacia el ala Este y Harry hacia el ala Oeste.
Túnicas negras, máscaras blancas. Caballero de Walpurgis, y nadie le hería. Puerta por puerta estallada. Preso por preso liberado. Los Aurores tenían dos minutos para llegar. Dos minutos. Podrían hacerlo.
Cada preso bebía una poción de vida, sus cuerpos estremeciéndose y ayudando. Salvaban a sus hermanos, a sus amigos. Lloraban, reían; segundos después continuaban.
Libertad, vieja amiga, ¿qué eres más que la sensación en mi pecho cuando quiero apartarme de casa, y mi añoranza no lo permite?
Harry avanzó hasta la última celda. La puerta estalló y sus ojos se estrecharon mientras observaba al hombre en un rincón. Delgado, consumido, largos cabellos negros y barba descuidada, ojos grises hundidos en la piel cetrina.
—Sirius.
Sirius le observó, sin reconocerle después de casi once años en Azkabán. Y era mejor así. Harry le arrojó una botella y Sirius la bebió, desesperadamente. Fue entonces que Harry comprendió. Tomó la mano de su padrino y lo arrastró junto a los demás presos. Fue ayudado, fue recibido, y Sirius Black les observó con lágrimas en los ojos.
No importaba si eras un criminal. No importaba si habías matado, si habías traicionado, e incluso si no habías hecho nada. Azkabán nunca muere en la mente, a pesar de que justo en esos momentos comience a arder desde los cimientos.
Voldemort le tomó de la mano nuevamente, dedos húmedos en sangre de heridos, antes de aparecerlos a todos lejos de allí.
Azkabán ardió.
![](https://img.wattpad.com/cover/124393289-288-k855125.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Do we feel safe?
Fanfiction«Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo». Goethe. Regalo de cumpleaños para @MoonErebos Voldemort/Harry.