Capítulo Tres: Chef

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Por la tarde, después del almuerzo, Louis no salió de la habitación en ningún momento, lo que a Harry le pareció extraño. Tal vez le había molestado algo que dijo, pero en realidad no hablaron mucho. Louis era un poco tímido, siempre se sonroja o baja la mirada cuando Harry lo mira a los ojos y trataba de sacar un tema de conversación. Lo mucho que había logrado obtener del castaño, había sido una anécdota muy graciosa de la primera vez que cocinó; después de eso se había puesto serio y un aura oscura lo envolvió.

Estaba a punto de levantarse del sofá para dirigirse a la habitación del castaño y preguntar si todo estaba bien, cuando el timbre del departamento sonó. Resopló con molestia mientras se daba la vuelta para averiguar quién era la persona que interrumpía en su casa un sábado por la noche.

Su rostro serio como piedra quiso arrugarse en desagrado cuando vió que era ella.

—¿Qué quieres, Sabana? — interrogó con obvia irritación en su rostro.

—Quería saber si podemos hablar — respondió queriendo abrirse paso por un lado del rizado, pero éste la interceptó impidiéndoselo.

—Cualquier cosa del trabajo puede esperar hasta el lunes —

Ella dobló el entrecejo y se inclinó sin sutileza hasta el oído del rizado — No es de trabajo — susurró y luego se separó para mirarlo con una sonrisa pícara.

Harry se aclaró la garganta y miró sutilmente de reojo hacia adentro del departamento. No podía meter a la rubia a la casa teniendo al pequeño ahí, y además, por alguna razón el perfume que hoy traía la mujer, le resultaba algo repugnante.

—Lo siento, otro día — se negó gentilmente empezando a cerrar la puerta, pero ella fue más rápida poniendo su zapato entre la puerta y el marco.

—¿No quieres pasar la noche conmigo? — hizo un puchero con sus labios rojos y quitó el pie.

Harry aprovechó para terminar de juntar la puerta con fuerza —No — vociferó finalmente.

Cuando cerró la puerta en su cara no pudo evitar sentirse algo culpable, no había sido nada caballeroso. Y no es que le debiera romanticismo o algo similar a la chica, en lo absoluto. Sólo habían tenido unos cuantos encuentros sexuales, Harry no podía negar que era una mujer muy atractiva. Con sus ojos verdes, cabello rubio, figura esbelta y de lindas curvas. El problema no era la falta de atracción, sino la falta de interés por su parte de tener una relación formal con alguien; algo que Sabana no entendía.

Quizás debía disculparse con ella luego en la oficina... o quizás no, porque ahora Sabana golpeaba y gritaba incontables de insultos detrás de la puerta.

Negó con la cabeza y soltó un resoplido; no le gustaban los insultos en lo absoluto.

Emprendió, nuevamente, camino hacia la habitación de Louis.

La habitación de Louis.

No había pasado ni dos días de la llegada del joven y él ya le había otorgado, mentalmente, la habitación a su nombre.

Golpeó la puerta y esperó unos segundos para que Louis saliera de ésta vistiendo con su ropa que le quedaba, obviamente, enorme. Y aunque a Harry le parecía una vista adorable, en su cabeza ya había agregado a una lista inexistente, la importancia de comprarle ropa al ojiazul el lunes a primera hora.

—Louis ¿todo bien? No has salido en toda la tarde — mencionó inspeccionándolo con preocupación.

El ojiazul sonrió dulcemente — Estoy bien, sólo estaba cansado y dormí un poco — se excusó pasando la mano por su estómago.

MEJOR POSTOR [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora