Capítulo Catorce: Llamada

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—Necesito ver dónde vas, dame un momento para ducharme — dijo separándose del abrazo.

— ¿Uh? — soltó confundido.

—Voy a llevarte — respondió con las manos estiradas — No te dejaré ir solo a no sé dónde, con... Niall — rodó los ojos sin disimulo al mencionar pesadamente el nombre del rubio.

Una parte muy superficial de Louis quiso reír para luego replicar. Otra parte más profunda de él quería retorcerse de emoción por ver a Harry al menos un poco celoso. Finalmente lo único que hizo fue asentir, porque ¿quién podría decirle que no a Harry Styles?
—Harry — llamó antes de que éste se fuera — ¿Puedo.... llevarme las pinturas? — preguntó mordiendo su labio apenado.

El rizado frunció el ceño — ¿No te las llevaste? — Louis negó de inmediato — Oh, supongo que no las vi entonces...

— ¿De qué hablas? Están donde siempre — dijo Louis encaminándose hacia su habitación.

Todo estaba pulcro tal y como lo había dejado antes de irse. Jamás hubiera dejado esa habitación siendo el desastre que era desde que consiguió sus pinturas. Y hablando de las mismas, no las veía donde las había dejado.

—Las puse en la cama... — murmuró mirando a Harry por encima de su hombro.

—No estaban cuando yo llegué, las hubiera visto — se encogió de hombros.

Louis se adentró mejor en el cuarto con el ceño fruncido. Dio un vistazo por todo el cuarto pero no las veía por ningún lado, así que optó por revisar debajo de la cama.

Frunció el ceño y se quedó quieto allí, de rodillas en el piso y con la mente en las nubes.

—Debieron caerse... — concluyó poco convencido.

—Quizás dejaste una ventana abierta, el aire debió correrlas —

Louis está casi seguro de que no ha dejado la ventana abierta, pero no puede afirmarlo por completo porque hace horas atrás era un ser poco pensante sumergido en un lío de emociones. Así que para el bien de su tranquilidad, decide ignorar el hecho.

— ¿Entonces no las viste? — inquirió observando al rizado desde el piso.

Harry negó y rodó los ojos —He desperdiciado mi única oportunidad ¿no? — preguntó con los labrios fruncidos.

—Es probable — respondió chasqueando la lengua con diversión — Eran mi regalo de despedida pero supongo que no pasará

—Oh, no. Claro que no — aseguró revolviendo el cabello del menor para luego salir de la habitación.

Mientras Harry tomaba un baño, Louis se recostó en su cama. O bueno, su antigua cama. Aquello le hizo poner un poco los pelos de punta y un escalofrío recorrió su cuerpo desde la espalda hasta la punta de los dedos del pie. Había sido difícil acostumbrarse al ambiente nuevo y diferente del bar. Convivir con Harry resultó ser muy embarazoso antes de que se volvieran más cercanos, así que ahora se preguntaba cómo diablos haría para adaptarse a un nuevo espacio completamente nuevo y desconocido.

Si volvía sobre sus pasos, no podía entender en qué momento todo cambió tanto. ¿Realmente quería irse? ¿Harry no lo detendría? El rizado parecía haber recibido la noticia bastante bien. ¿Eso le dolía a Louis? Tal vez sí. Porque quizás muy en el fondo de la consciencia del menor, esperaba una de esas historias en las que el joven decide irse pero su enamorado le ruega y suplica que no lo haga.

La diferencia entre esa historia imaginaria y la vida real, era solo una: Harry no era su enamorado.

Dio un respingo cuando el celular vibró en la mesita de madera que estaba junto a la cama. Arrugó la frente cuando visualizó que se trataba de un número desconocido y le temblaron los dedos cuando aceptó la llamada. No quería ser paranoico pero era solo su lado ansioso lo que provocaba el malestar.

MEJOR POSTOR [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora