Capítulo Diez: Extraño

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La mañana siguiente comenzaba casi normal excepto por el hecho de que tenía planes de una salida con Harry y sus amigos. Debía elegir la ropa correcta para el restaurante al que lo habían invitado. Se había tomado la molestia de buscarlo en internet y la cantidad de estrellas no lo habían dejado tranquilo. Sus jeans no serían suficientes, sus zapatillas no eran las correctas y la única camisa que tenía no le gustaba en lo absoluto. ¿Debería decirle a Harry que mejor vaya sin él? No era una mala idea pero tampoco quería perder la oportunidad de verlo durante el almuerzo.

La otra situación molesta era que había entrado a Google casi con suerte y abrió muchas pestañas... demasiadas. Tantas que era casi un abanico cibernético que comenzaba a asfixiarlo imaginariamente ¿cómo las cerraba todas?

—Maldita sea ¿por qué se abren más? ¡Cierra, cierra! —

Apretaba la pantalla bruscamente sin reparar en la fuerza que aplicaba. Louis jamás había tenido un celular como ese, vagamente recordaba algún que otro aparato pequeño con un teclado de letras enormes que usaba su mamá; pero ese IPhone no tenía nada similar al Nokia 1000. Así que, después de milagrosamente salir del buscador, ahora parecía un adulto de más de sesenta años tratando de enviar un mensaje al único contacto de su lista.

Para Harry: hola har

Para Harry: ry

Vale decir que tardó diez minutos en enviar esos dos patéticos y mal escritos mensajes. Se dio una palmada en la frente hundiéndose en la vergüenza antes de recibir una rápida respuesta del ojiverde que se negaba a leer. ¿Han sentido esa sensación molesta de retorcijones en el estómago cada vez que reciben un mensaje de esa persona después de enviar algo vergonzoso? Una mezcla de nervios, felicidad y miedo. Es patético. Louis sentía que lo era un poco.

De Harry: Hola Lou, veo que estás usando mi regalo. Me alegras la mañana J

Soltó un gritito agudo y fino que acalló con la almohada del sillón. Le había alegrado la mañana a Harry. Harry había dicho aquello como algo banal pero para el corazón de Louis era demasiado. ¿Cómo le diría que ya no quería ir? Eso no haría feliz a Harry y él no iba a ser la razón de arruinarle el día... quizás estaba siendo demasiado egocéntrico y narcisista, pero eso no importaba ahora.

De Harry: Tengo que ocuparme de unas cosas ahora, pero pasaré por ti en dos horas

De Harry: No te estreses por la ropa, a ti todo te queda bien...

¿Cómo se respira? Louis necesita buscar algún tipo de tutorial para recuperar el aire que se atascó en sus pulmones. ¿Harry coqueteaba o sólo estaba siendo un buen amigo?

Soltó el aire lentamente volviendo la vista hacia el teléfono. ¿Debía contestar? El rizado estaba ocupado y no debía molestarlo, pero por otro lado, no quería dejar de hablarle. ¿Por qué tenía que pensar tanto las cosas? Se levantó del sofá para dirigirse a su habitación, pero de camino por el pasillo, la puerta semi abierta del cuarto de Harry llamó su atención. No es que Louis fuese un entrometido, pero por alguna razón moría por curiosear allí adentro. ¿Todo ahí olería al rizado? ¿Qué tan psicópata se vería suspirando por él con la nariz dentro del armario? Soltó un suspiro en cuanto sus pies dieron un paso adelante y retrocedió dos cuando supo que no estaba bien. Harry confiaba en él, y aunque no pretendía hacer nada malo, la culpa lo comería todo el día.

Mordiéndose los labios se encamino a su cuarto, pero de nuevo se detuvo. Esta vez no hubo ninguna necesidad de curiosear en lo absoluto, simplemente el timbre de la entrada estaba siendo tocado con una entonación especial. Parpadeó un par de veces mientras daba la vuelta hacia la sala quedando frente a la puerta, debatiéndose entre si abrir o no. ¿Quién sería? María y Harry tenían llaves, por lo que no lo tranquilizaba saber que no se trataba de ninguno de ellos.

MEJOR POSTOR [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora