Capítulo III

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Aquellas palabras le enterraron y retorcieron un poco más la estocada que tenía en el corazón.

La miró, sin poder creerle, sin querer creerle. Se negaba a dar por pérdida a Felicity Smoak.

-Ya veo. Entonces supongo que somos dos los muertos.

La rubia lo miró a los ojos, notando el dolor que había provocado.

Era lo menos que quería hacer. Lastimarlo. Pero quizá era lo mejor para él.

-¿Y no crees que me merezco una explicación?- Felicity se frotó los brazos. -Si esto fue verdad alguna vez, necesito saberlo. Necesito entender el por qué.

Oliver tenía razón, se merecía una explicación. Pero ella no podía darla.

Por los pasados tres años había imaginado el momento en que lo vería otra vez.

Pensando cada palabra que le diría. Pero aquí, y ahora, simplemente las palabras no brotaban. Aunque claro, las circunstancias que había idealizado eran muy diferentes a las verdaderas, a las actuales.

Deseaba poder implorar su perdón. Revertir y borrar la tristeza y el dolor que le había causado tras su partida. Y sobre todo, regresar el tiempo a los momentos donde eran sólo ellos dos, sin problemas, preocupaciones, o mentiras. Cuando las cosas estaban bien por el simple hecho de estar juntos.

Pero parecía más un sueño lejano y confuso que un pasado concreto.

Siempre creyó que podría arreglar las cosas, y si no, tal vez huir de su pasado. Pero era muy tarde.

Los recuerdos la habían alcanzado.

Abrió la boca, tratando de empujar las palabras fuera de su lengua.

-Agente Stratton- la voz de Lyla los interrumpió y Felicity de inmediato giró su cabeza, evadiendo la penetrante mirada azul de Oliver.

Él, por supuesto no podía apartar los ojos de ella, aún confundido a que se referían al llamarla "Agente".

-Agente Queen, el Secretario General de la Interpol, John Diggle-. Un hombre entró, alto y de tez oscura, con ojos marrones y una presencia que te da la sensación de estar junto a un fuerte y frondoso árbol.

Lo suficientemente alto y acogedor para darte sombra y jugar cerca, pero mortal si se cae encima de ti.

-¿Te han noqueado muy fuerte, Oliver?- preguntó el hombre, divertido.
-Oh sí- las palabras de Oliver iban con doble sentido, una indirecta que Felicity de inmediato captó. -Tengo grandes noticias, John. La he encontrado.

El hombre no pudo ocultar su sorpresa. -¿En serio?
-Así es- afirmó Oliver, y con una sonrisa irónica extendió la mano a Felicity. -John, esta es Felicity Smoak- señaló, remarcando su nombre.

Lyla y la rubia se miraron entre sí, y luego a ambos hombres en la sala.

-Felicity Smoak- John chasqueó la lengua. -Debo admitir que te había imaginado muy diferente. No se parece en nada a la chica que describiste, Oliver.

-Lo sé- había cierta tristeza y recriminación en la voz del ojiazul.

-Bueno, lamentamos haberlo...- Lyla interrumpió, notando la pálidez e incómodidad de Felicity. -Derribado, agente Queen. Pero espero que entienda que nos ha confundido llamando a la Agente Stratton por otro nombre y luego cuando afirmó ser Agente de la INTERPOL.
-No importa- Oliver se encogió de hombros. -Pero como ha visto, sí soy Agente de la INTERPOL.
-Sí- Lyla asintió, dando un paso al frente. -Eso me lleva a lo siguiente, ¿qué hace aquí, interfiriendo en asuntos nacionales que no son de su jurisdicción?
-En realidad, Directora...- John se precipitó a responder.
-Volkov- apuntó Lyla.
-¿Esta usted segura? Creí que era Michaels- al oír ese apellido, la sangre de Lyla de inmediato se congeló. -Claro, eso es en América. Y en sus expedientes, los legales, quiero decir. Los reales-. Lyla sintió que no podía respirar y que sus pulmones se llenaban de agua. -Tranquila, Directora Volkov- John puso especial énfasis en su apellido ruso. Luego le dió una sonrisa que ella no pudo descifrar. -Su secreto está a salvo conmigo.

Tú Siempre Serás Mi Chica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora