Capítulo VII

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Seis años atrás
Las Vegas, Nevada, Estados Unidos de América.

-¿¡Trabajar juntos!?- Felicity rodó los ojos, obviamente irritada. No quería trabajar con ese muchacho.
-Vamos, señorita Smoak, no será tan malo.
-Pero, señor Callaghan- ella de verdad haría cualquier cosa para evitar hacer un proyecto con Cooper Seldon. Cualquier cosa. Incluso ayudar a aquel rubio de ojos azules, de quien por cierto había evitado recordar su nombre.

Aunque, sí sabía como se llamaba el castaño que lo acompañaba. Thomas "Tommy" Merlyn.

No se explicaba porque odiaba tanto a Cooper de un día para otro. Hace unos años lo había encontrado condenadamente ardiente. Solía ser aquel crush vergonzoso, por el que, en retrospectiva, hacías estupideces. Como buscarlo en el pasillo, tratar de sentarte cerca de él en clase y actuar como una acosadora.

Pero ahora lo veía y sentía esta rara necesidad de golpearle el rostro.

Y quizá, se lo merecía. Por su culpa, aquel muchacho de mirada azulada había entrado de bruces en el bar donde su madre trabajaba. Por su culpa él y su amigo, igual de idiota y borracho, la habían humillado en público. Por su culpa, había tenido una larga noche cuando eso era lo último que necesitaba para rematar aquella "semana".

Felicity detuvo su tren del pensamiento. Odiaba admitirlo, pero no había sido culpa de Cooper. En realidad, ella y aquel rubio se habían conocido antes. Ella le había presumido de sus habilidades. Ella incluso le siguió el "coqueteo" cuando él había insinuado esta loca idea de "diversión en Las Vegas".

Ella se había metido en aquel lío solita.

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Hoy en día.
Nevsky, San Petersburgo, Rusia.


Ni Oliver ni Felicity pudieron ocultar su descontento ante aquella idea.

-¡No vamos a trabajar juntos!- sentenció Oliver. Aquello hirió a Felicity.
- O trabajan juntos o no trabajan en absoluto.
-¿Que significaría "ser compañeros" exactamente?- inquirió Felicity.
-Bueno, para empezar, deberán estar juntos en ciertas misiones, y la información que recaben deben entregarla los dos... implica tener a alguien que cuide tu espalda. Alguien que te levanta si te caes.

Felicity y Oliver se miraron por un segundo.

Por supuesto que entendían que era trabajar juntos. Que era tener un compañero. Que era tener a alguien que te levante si caes. Lo sabían, muy bien.

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Cuatro años atrás.
Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos de América.

-Pues si uno de ellos cae, el otro puede levantar a su socio. Pero ¿cómo le irá al que está solo y cae cuando no hay otro que lo levante?- Oliver escuchó la voz de su novia en su habitación. Si había algo que le gustaba era encontrarla al final de un largo día.

La miró, leyendo un pasaje de lo que intuyó era su Biblia, mientras a su lado había una taza de café y sobre sus piernas una manta gris.

Porque sí, Felicity Smoak, aparte de ser una chica de ciencia y matemáticas, también era una chica de fe. Ella y su madre practicaban el judaísmo. Oliver nunca había sido muy devoto de la religión, pero últimamente, mientras Felicity estaba ahí, había aprendido algunas cosas. Incluso aceptaba asistir a ciertos servicios y acataba algunas costumbres.

Tú Siempre Serás Mi Chica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora