Capítulo VIII

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-¿De qué hablas?- ella sacudió la cabeza, confundida.
-Bien, John- habló, sin apartar la vista de ella. -Seremos compañeros.

Diggle sonrió, satisfecho. Lyla estaba tan confundida como Felicity.

-Bien, entonces, ire a hacer unas llamadas. Ustedes pueden prepararse, cuando estén listas nos iremos al cuartel general de la Interpol.

Oliver y Felicity se separaron. Ella decidió no darle la satisfacción de ver que su cercanía aún le afectaba.

Lyla salió, sabiendo que debía alejarse lo más posible de la bomba antes de que estallara.

-¿Qué estas haciendo, Oliver?- inquirió Felicity.
-Estoy haciendo mi trabajo.
-Es un juego peligroso- la rubia trató de descifrar sus intenciones.
-¿Ah sí?- Oliver se acercó nuevamente a ella. -Entonces dime las reglas, yo también quiero jugar.

El aire pareció cargarse de electricidad.

-Oh, no quieres- ella ronroneó.
-Felicity, por favor- su nombre en los labios de él se sentía como una caricia, llena de amor y sensualidad. -Este es un juego de dos- su boca entonces viajó hasta su oreja, enviando escalofríos por cada centímetro de su piel. -Y me encanta el peligro.

-Basta- ella se separó, necesitaba mantener la cabeza fría. -¿Qué planeas?
-Traer de nuevo los recuerdos. Recuperar el pasado- Oliver se encogió de hombros, admitiendo la verdad.

Estaba resuelto a mostrarle a Felicity que podían tenerlo todo, que ella no podía escapar de lo que había dejado atrás.

-Deja el pasado en el pasado, Oliver.
-No porque tú lo hayas hecho significa que yo también lo haré. Te conozco, Felicity. Se que sigues allí, en alguna parte. Todo esto de las identidades y tú nueva reputación es una fachada. Es falso.

Acto seguido, sigilosamente se acercó a ella. Le hizó el cabello a un lado, dejando libre la curva de su cuello. La piel de ella se erizó y Oliver puso sus labios en la delicada piel femenina.

Dios, deseaba tanto probarla. Acariciarla, sentirla suya.

-Pero esto- dejó un beso húmedo y corto, ella reprimió un suave sonido de placer. -Esto- bajo sus manos lentamente hasta las caderas de ella, apretando y jalando contra su duro cuerpo.

El deseo empezó a quemarle desde dentro hacia afuera, y él trató de mantener el control, aunque todo él gritaba por más.

-Esto, Felicity- la giró con gentileza, procurando mantenerla cerca, negándose a dejarla ir. -Es real- entonces hizó algo que se había contenido de hacer por bastante rato.

Inclinando la cabeza, cerró la distancia que los separaba. Colocó sus labios a unos milímetros de los de ella. -Esto es real, Felicity- susurró antes de besarla.

Todo el tiempo pareció ser borrado. El dolor, la ira y cualquier otro sentimiento excepto el amor y la felicidad absoluta desaparecieron. Los pensamientos se desvanecieron en aquel instante donde parecía que el universo, junto con todas sus estrellas y planetas, se alineaba en un maravilloso pedazo de paraíso.

La gloria, aquel sentimiento que la humanidad buscaba incansablemente, esa sensación sobre la que escriben libros y componen canciones.

Ambos encajaban perfectamente juntos, como dos engranes diseñados el uno para el otro.

El sonido de sus labios separándose y juntándose otra vez, más el ritmo acelerado de sus corazones era lo único que cabía, aparte de ellos dos y todo lo que los unía.

Las manos de Felicity fueron al cabello de Oliver, trazando un camino específico, haciendo paradas en su pecho, en sus hombros, cuello, brazos y abdomen.

Oliver, por su parte, exoloraba con ansias cada curva de ella. Y cuando el aire se agotó, ella apretó la corbata de él entre sus puños, resistiendo, no lista para romper aquel instante.

Él también se aferró con más fuerza a la rubia.

Pero muy en el fondo, ambos eran conscientes que tan pronto como abrieran los ojos, el encanto terminaría.

-Deja de huir Felicity. No tenemos porqué olvidar- le rogó Oliver.
-No puedo- admitió. Entonces abrió los ojos, para descubrir que él la observaba, con sus pupilas dilatadas de deseo. Todas sus fuerzas para hacer lo correcto le flaquearon. Debía irse antes de dejarse llevar por aquella emoción que le aceleraba el pulso.

Tuvo que hacer uso de cada dosis de energía en su ser para recuperar el control de sus pensamientos y emociones.

No, no y no. Incluso con cada fibra de ella gritando: ¡Sí, a por ello!, era imposible. Había tomado una decisión. Había hecho un juramento.

Para proteger a la persona que más amaba en el mundo, debía hacerlo.

Debía huir.

×♡×♡×♡×♡×♡×
Tres años atrás.
Manhattan, Nueva York, Estados Unidos de América.

-Debes huir- sentenció.
-¿A dónde?
-No lo sé, Felicity- agitó la cabeza, enfadado. -Lejos, dónde no te encuentren. ¡Maldición! ¿¡Por qué tenías que involucrarte!?- le gritó.

Ella le dió una mirada de incredulidad, fulminante. -¿Yo me metí en esto?- su tono era bajo y acusador. -¡Yo no me metí en nada de esto! ¡Yo no pedí tener que alejar al amor de mi vida para protegerlo! ¡Yo no pedí tener que dejar atrás todo por culpa tuya! ¡Yo jamás escogí estar relacionada contigo!- le gritó, con lágrimas de furia resbalando en sus mejillas. -¡He venido aquí a ayudarte, pero ahora pienso que tal vez lo mejor sería dejarte morir. Que te torturen y te asesinen y entonces, y sólo entonces, quizá llegues a entender el dolor que siento! ¡Un dolor que yo no tendría que sentir a no ser por ti!

Él se quedó allí, procesando cada palabra. -Nunca quise que fueras parte de esto- dijo. -Por eso nunca trate de volver a ponerme en contacto. Yo también quería alejar a los que amo del peligro. Pero creo que ahora me doy cuenta de que eso es imposible.

Ella atisbó un rastro de culpa en su semblante. -Y aún así, a pesar de que eres un miserable egocéntrico, he venido a cubrirte la espalda.

-Lo sé. Es una de las muchas cosas que amo de ti.

Aquellas palabras la desconcertaron. Hace mucho que no oía algo así de la boca de él. Ignoró lo que le provocaba esa declaración y se concentró en lo importante.

-No te confundas, hago esto porque es lo correcto, nada más.
-¿Lo correcto para quién, Felicity?
-Para todos.
-Para todos, excepto para ti. Si haces esto, todo será diferente. No podrás dar marcha atrás. Créeme, te sumergirás en la oscuridad.

Felicity lo sabía. Pero hasta ahora, el peso de lo que estaba a punto de hacer le caía encima.

-Ya lo se- admitió, anticipando el llanto. Su voz se quebró, revelando el miedo y la angustia. -¿Pero que otra opción tengo, papá?

♡♡♡♡♡

AHHHHHHHHHHHHHH
GOOOOOOSH
SUGAR
HONEY
ICE
TEA

EL PRIMER BESO DE LA SAGA

¿Notan mi emoción?

Y bueno, les revelo quien era el hombre con quien Felicity hablaba.

¿SOY LA ÚNICA EMOCIONADA?

Pero sigan leyendo, se pone mejor. Y por favor, lean hasta el final, tengo que discutir algo vital con ustedes.

Tú Siempre Serás Mi Chica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora