2. Mantener la calma

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–¡Alguien aléjela de la puerta! –hablo Renato.
Abrazaba mis rodillas con fuerza mientras mantenía mi cabeza recargada en ellas, seguía sin creer lo que había pasado.

–Ven cariño –susurraron en mi oído. Sentí unos brazos sujetarme con fuerza de la cintura y de un dos por tres me encontraba de pie. No hacia falta darme la vuelta para ver de quien se trataba, conocía su voz a la perfección, Richard.

–Quiero salir de aquí –murmuré temerosa. Sentía mis piernas flaquear.

–¡Niña tonta! ¿No ves lo que pasa si alguien intenta salir? –señalo a las chicas de afuera. Gire mi cabeza chocando contra el pecho de Richard quien rápidamente me abrazo hacia el.

–Renato estas siendo muy duro –susurró Zabdiel–. Mírala, es sólo una niña.

–Tienes razón Zabdiel, lo siento.

–No es conmigo con quien debes disculparte –alzó la mirada mientras me señalaba. Seguía en los brazos de Richard aferrándome a su camiseta.

–¡Hey! –llamó Renato obteniendo toda mi atención. Voltee a verlo pero rápidamente desvié la mirada–. Lo siento. ¿Si? Esto me tiene de malas, no se que esta pasando y para colmo, no hay señal. Sólo intentó cuidar de los chicos, no puedo permitir que algo les pase.

Su voz sonaba rota, por una parte lo entendía. Pero también estaba aquí, también mi vida estaba en riesgo.

–Haré todo lo posible por sacarlos de acá con vida. ¿De acuerdo? –nos miro a todos. Incluyendo a las dos chicas y el guardia de seguridad, quien parecía tener más miedo que nadie.

–Vamos a bloquear la puerta, podrían entrar en cualquier momento –opino Erick. Todos estuvieron de acuerdo y comenzamos a bloquear la puerta, con sillas, cajas, mesas, de todo.

–¿Será suficiente? –habló un cansado Joel. Limpió el rastro de sudor que escurría por su frente, sacudió su camiseta dejando que le entrara un poco de airé.

–¿Soy yo o está demasiado caliente aquí adentro? –dijo una chica. Renato se acercó a las esquinas y comenzó a tocar la pared de forma extraña.

–Creo que son los circuitos eléctricos, alguien cortó el clima. Porque si hubiese sido problema de la luz, toda la electricidad se hubiera ido –rasco su nuca con confusión.
No entendí lo que había dicho con exactitud, sólo se que alguien intentó sabotearnos.

–Vamos hacia atrás –opino el guardia–. Hay mucho más espacio y seguridad, que este calorífico pasillo.

Todos comenzaron a caminar, siguiendo al guardia.

–¿Vines? –eleve la mirada encontrándome con los brillantes ojos de Joel.

–Si –murmuré. Le seguí el pasó y pronto estábamos en una habitación más grande y un poco más fresca.

–¿Creen que esas chicas eran traficantes o algo así? –una pelirroja opino una posible causa.

–¿Qué? ¡No! Eso es ridículo –salió Christopher en defensa de sus fallecidas fans.

–Sólo opinaba, genio –se encogió de hombros.
No había muchas posibles causas, la única que tenía en mente era por los chicos. Son famosos, tienen mucho dinero, y afuera hay un montón de gente enferma capas de hacer cualquier cosa.

–¿Quieres agua? –Joel me tendió su botella.

–Gracias –susurré antes de llevar la boquilla de la botella a mis labios.
Me dio una sonrisa sincera y acaricio mi hombro.

–No quiero morir –chillo Zabdiel. Justo pensé que sería el más maduro de nosotros en estos momentos.

–No digas eso idiota –soltó Christopher–. Estaremos bien y punto final. Se que así será.

Di una media sonrisa.
A pesar de que sonó demasiado convincente sabía que mentía, sólo intentaba tranquilizarnos. Intentaba ser fuerte por nosotros, para que la calma no se perdiera.

–Creo en ti –sonreí.
Por lo menos podía darle ánimos.

–Gracias –su respuesta fue simple y sin emoción alguna.

Me levanté de la silla y camine en dirección a la pelirroja. Jugaba con sus manos nerviosa y tenía la mirada perdida.

–Hola –intente sonar lo más alegre que podía. Tampoco me encontraba en un estado diferente al de ella, aún seguía traumatizada. Pero había que mantener la calma, si no todo se saldría de control.

–No necesito que me animes –dijo sin ánimos. Su voz sonó idéntica a la de Christopher, sin sentimiento alguno, una voz completamente apagada.

–¡Chicos! –el guardia entro corriendo–. Alguien está intentando entrar.

Todos nos miramos alarmados sin saber que hacer, los golpes en la puerta eran cada vez más fuertes. Nada de lo que bloquea la entrada podría detenerlos.

M&G |Joel Pimentel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora