4. Sigue el camino

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–¡Tu cállate! –dijo enojado. Retrocedí un pasó del miedo, tape mi rostro con mis brazos, pensé que iba a golpearme–. Y-yo...

Se intentó disculpar, su semblante había cambiado rápidamente.

–No pasa nada –forcé una sonrisa. Se acercó a mi y me dio un abrazo.

–Lo siento de verdad, esta situación me tiene... Nos tiene –corrigió–. De forma extraña, saben que no soy así, mucho menos con mis fans, las amo demasiado.

Se separó de mi, sus ojos estaban cristalinos al igual que los míos. Quien diría que conocería a mis ídolos de esta manera, que personas iban a morir, que uno de mis ídolos se iría.

–¿Está seguro el plantel? –pregunto Renato acercándose a el guardia.

–Si –confirmó.
Si arriba estaba un poco reducido, acá era un laberinto, literalmente.

–Están conectados los sótanos de los edificios –comentó.

–¿Entonces si hay salida? –pregunte con felicidad. El guardia sólo negó.

–Sólo está la principal y la última, más allá del fondo. Posiblemente no lleguemos a tiempo.

–Pero podemos intentarlo. ¿No?
Se encogió de hombros sin saber con certeza.

–¿Y si pedimos ayuda? –opinó Erick.

–¿Cómo? Si no hay señal –resoplo Renato. El ojiverde señalo la pequeña ventana que había.

–¡Genio! –festejo Richard.

–Yo lo hago.
El guardia de seguridad se acercó a la pequeña ventana. Podía escuchar los gritos pidiendo ayuda.

–¡Por favor! –pidió.

–¡Cuidado! Todos al suelo –repitió. Sin pensármelos dos veces, todos nos lanzamos al suelo. El sonido de un arma aturdió mis oídos, cerré los ojos por un momento, pero los gritos hicieron que los abriera de golpe.

El cuerpo del guardia descansaba en el suelo. Su rostro estaba totalmente desfigurado.

–No –murmuré mientras me arrastraba hacia atrás. Las lágrimas me hacían ahogarme.

–No se levanten aún –pido Renato.
Ignore sus pedidos y me levanté recargando mi peso en la esquina.

–Ya no quiero estar aquí –comento la pelinegra.

Al cerrar los ojos, dos lágrimas descendieron de mi mejilla con rapidez.

–Tírate al suelo –gruño Renato.

–¡No! –chillé.

Todo pasó en cámara lenta...

Joel se levanto del suelo con rapidez y sin previo aviso, se lanzó encima mío, tirándonos al suelo.
El similar sonido de un arma, se volvió a hacer presente, pero nadie salió herido, Joel lo había evitado.

–Gra-Gracias –susurré con la respiración agitada.

–No vuelvas a hacer eso de nuevo –regaño–. Por favor.

Sólo asentí. Se quitó de encima y se acostó a mi lado boca arriba.

–Tenemos que alejarnos de la ventana –reclamo Richard.

–Si, pero no conocemos los pasillos –suspiro Renato–. Podemos perdernos.

–Si, lo se –bajo la cabeza–. Pero también podemos salir, de las dos formas tenemos un cincuenta por ciento. ¿Qué eligen? ¿Quedarse aquí y morir ó avanzar y salir con vida?

–Avanzar –dijimos todos al mismo tiempo. 

M&G |Joel Pimentel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora