24. Esto está mal

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Kagome

Mike se ha aparecido de la nada en mi oficina y es algo que me tiene nerviosa. Él me mira con una sonrisa estúpida y yo lo invito a sentarse.

—Amor... No sabía que venías hoy—murmuro mordiendo mis labios.

—Te quise dar una sorpresa—contesta mientras se acerca a mi lentamente. Cierro los ojos y cuando los abro él se encuentra frente a mí con una enorme sonrisa.

Ahora me doy cuenta de que fue lo primero en llamar mi atención de Mike. Él tiene el don de haber nacido con una sonrisa bastante cautivante. Son esas clases de sonrisas por las cuales haces todo lo imposible por siempre tenerla.

—Una muy buena sorpresa—me besa y luego se separa.

—Quiero que salgamos esta noche—suspiro mirando a otro lugar. Aguanta Kagome, solo es saber dónde esta Naraku y luego jamás volver a verlo.

—Claro—sonrío y el besa mis labios con pasión. Solo me hago la falsa fantasía de que es Inuyasha. Le correspondo terminado sobre mi escritorio y él entre mis piernas. Sus besos bajan a mi cuello y tengo que hacer de todo mi auto control para no apartarlo de manera violenta. Las lágrimas se acumulan queriendo salir. Desabrocha dos botones de mi camisa y me besa a los labios nuevamente, la puerta se abre y agradezco a Inuyasha por haber aparecido.

Cuando Mike por fin desaparece por la puerta mi mente vuelve al encuentro pasional entre Inuyasha, yo y ese sofá que oculta un gran secreto. Sin embargo, ahora lo tengo frente a mí y estoy en contradicción a lo que quiero hacer. Muero por besarlo, pero eso sería dejarle jugar conmigo.

—Kagome—mi nombre en sus labios es gloria para mis medios auditivos.

—No eres capaz de hacer nada—murmuro desafiante—¿qué buscas en mi oficina?—pregunto sentándome en el sofá donde un día me hizo suya, pero no recuerda.

—Ya deja esa actitud conmigo Higurashi—ruedo los ojos y lo veo acercarse.

—¿Qué haces en mi oficina Inuyasha?, no voy a preguntarlo nuevamente—me levanto y ambos nos miramos desafiantes.

—Tú...

Sus ojos se desvían a mis labios y los nervios hacen acto de presencia, me muerdo los labios.

—¿Hablarás o simplemente te vas a quedar mirando mis labios?—pregunto y él frunce el ceño. Solo quiero que salga de aquí porque en este momento mis pensamientos están muy subidos de tono y él no ayuda siendo tan naturalmente guapo. Mis hormonas alrededor de Inuyasha parecen cobrar vida porque mis ojos se cierran un momento y nosotros desnudos y sudorosos es lo único que llega a mi mente.

—Me gusta más la tercera opción—lo miro sin comprender.

—¿A qué te refieres?—pregunto y él se encoge de hombros. Resoplo y cuando mis ojos lo captan nuevamente me llevo el susto o gusto de sus labios sobre los míos.

Me sorprendo, sin embargo trato de apartarlo. Mi lado racional me dice que solo juega conmigo, pero mi parte pasional me dice que me deje llevar por el deseo carnal y el amor que quiero expresarle aún si solo me deja hacerlo en lo que él llama una cogida.

Lo aparto y su rostro me refleja el dolor de mi rechazo. Mi respiración es entrecortada. Estoy haciendo de todo mi auto control para no saltar sobre él y devorarlo como quiero.

—Me has rechazado... dos veces—sonríe como si alguien le hizo un muy buen chiste.

—No lo vuelvas hacer—sale de mis labios esa palabra, aunque mi corazón solo grita; hazlo nuevamente y me tendrás a tu merced.

Él niega y en un movimiento sorprendentemente rápido estoy sobre el escritorio y él entre mis piernas. Todos los documentos y retratos caen al suelo, pero en este momento nada me interesa más que esos labios de Inuyasha que me besan en este momento.

Gimo en sorpresa, pero este sonido queda atrapado en sus deliciosos labios. Trato de apartarlo, pero es como si esto lo motivara a mover más rápido sus labios sobre los míos. Mi autocontrol se está agitando y él muy astuto lo intuye. Sus manos rozan mis muslos y un escalofrío me recorre el cuerpo haciéndome estremecer. Mando al diablo mi autocontrol, lo beso como si el mundo dependiera de ello, tal vez el mundo no, pero el mío sí. Agarro su cuello y lo acerco de manera salvaje y él muy gustoso se deja besar.

Sus manos buscan de manera desesperada mis senos. De manera violentamente salvaje arranca mi camisa y los botones salen volando por todas partes. Él para un momento y me mira fijamente, sus labios están entreabiertos, respira irregular y yo igual. Me sonríe coquetamente y se acerca para besarme el cuello.

—Inu-Inuyasha, esto está mal—mi voz sale como un gemido ahogado. Él detiene sus caricias sobre mi cuerpo y me mira a los ojos.

—¿Él qué Kagome?—pregunta sin despegar esa penetrante mirada con la que fue bendecido sobre mí.

—Todo esto, tú... Yo—aparto la mirada y él me toma la barbilla haciendo que lo mire una vez más.

—¿Amarnos está mal?—mi respiración queda atascada en mi garganta. Mis ojos pican, él acaba de declarar que me sigue amando.

—Tú te vas a casar, yo tengo un hombre maravilloso que me ama—susurro bajito.

—Pero tú no lo amas a él, me amas a mi Kagome—besa suavemente mis labios.

—Esto no es normal—lo paro mirándolo a los ojos—somos una relación tóxica Inuyasha. Nunca hacemos fuerza a la cuerda hacía una misma dirección. Yo buscaba tu perdón, no me otorgaste, ahora... ¿Qué hago de piernas abiertas a ti sin mi camisa?—pregunto triste—nos entregaremos a la pasión, ¿luego qué?, ¿odiarnos nuevamente?—niego tratando de apartarlo.

—Kagome...

—Me niego a seguir sufriendo—murmuro.

—Deja a ese hombre y huyamos junto—paro en seco cualquier movimiento que estaba haciendo mi cuerpo. Mi rostro lo mira sorprendido. Esto debe de ser una broma.

—¿Qué?—su seriedad me da a entender que no juega... Él habla muy enserio.

—Huyamos lejos de toda esta mierda Kagome, solo tú y yo—muerdo mi labio. No puedo. Tengo que encontrar las pruebas para refundir a Naraku.

—Yo...

—Sé que Kikyo espera una criatura, pero es a ti a quien amo, solo... Solo quiero estar contigo—lo beso. Simplemente lo hago, sé que no podemos estar juntos, aunque así lo quiera.

Inuyasha no pierde tiempo para llevar sus labios a mis pechos, los saca del sujetador dejándolos sobre la copa de este. Muerdo mis labios cuando él hace maravillas en mi cuerpo. Se supone que esto es hora de trabajo, pero solo estoy aquí, abriéndole las piernas al amor de mi vida.

—Inu...

Mi voz se pierde mientras él continúa haciendo que mi mente colapse. Deja mis pechos y vuelve a mis labios. Como amo el que me bese de esta manera. Abre mis piernas y rompe la braga que llevo puesta. Yo en un movimiento rápido tengo sus pantalones abajo junto a su sexy bóxer.

Inuyasha me mira y rápidamente me penetra, pongo los ojos en blanco sintiendo como todo dentro de mí se acopla a su intromisión.

—¡Dios Kagome!—gruñe sujetando mis caderas y moviéndose de esa manera, donde solo él logra que diga cosas incoherentes.

—¡Oh!—me abrazo a su espalda—Inu—siento que en cualquier momento caeré en un abismo. Muchas emociones juntas, muchos sentimientos que trato de demostrar.

—Te amo—un gemido queda atrapado en su boca—vamos Kagome—me anima a estallar. Muerdos mis labios y mis ojos se ponen en blanco. Cuando voy a gritar él me besa tan salvajemente mientras un orgasmo asolador me atrapa. Inuyasha termina derramándose y abrazándome. Permanecemos quietos, esa burbuja donde solo estamos él y yo. No hay Kikyo, no hay Miki, solo dos amantes que se quieren, pero que tristemente no pueden permanecer juntos.

Feliz navidad, prospero año y felicidad. Los amoro a todos. Espero que sigan en mi vida para darle más felicidad como siempre lo hacen.

Por tu perdón InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora