27. No es gracioso

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Sorpresa
¡Maratón!
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Inuyasha

Mis dedos están en su humedad mientras veo como la puerta se abre un poco. Kagome se levanta y se lanza lejos causando que caiga al suelo del otro lado de la cama. Mamá entra y me mira luego busca con la mirada algo o a alguien.

—¿Y Kagome?—pregunta extrañada.

—Está en el baño—murmuró ocultando mi erección. Esto me recuerda a los días de mi adolescencia, cuando yo ocultaba chicas en mi habitación.

—Le dices que en un rato les traigo algo—dice sin parecer convencida del todo.

—Yo le digo—la veo salir y cerrar la puerta. Kagome se levanta y yo suelto una carcajada.

—¡No es gracioso!—chilla y me lanza una almohada.

—Para mí lo es—ella me da justo esa sonrisa. Esa sonrisa que pocas veces posee, una sonrisa que demuestra que tan feliz es. Sus ojos chocolates brillan y mi corazón da un brinco.

Muerde su labio y su vista se dirige en dirección contraria a mí. Enarco una ceja y sonrío mirándola. Esta levemente sonrojada.

—Creo que... me tengo que ir—dice mirándome.

—Kagome, acércate—ella duda, pero al final se acerca. Se queda de pie al lado de la cama. De un tirón su cara queda en mi pecho y su cuerpo sobre el mío. Ella jadea sorprendida—creo que te debo algo—susurro y ella se incorpora mirándome.

—No me debes nada—se sienta a mi lado en la cama y sonrío.

—Un orgasmo, eso te debo—susurro seductor y ella jadea.

Mis manos acarician sus muslos y ella se sonroja. Me encanta verla así. Mi mano se acerca más a su destino y ella respira con dificultad. Rozo su tanga y suspira.

—Inuyasha—mi nombre sale como su suspiro codicioso de sus labios.

—¿Si?—pregunto toqueteando la parte interna de sus muslos.

—Tócame—jadeo y mi erección duele dentro de mis pantalones.

—No tienes que decirlo nuevamente—aparto su tanga y mi dedo recorre su humedad. Kagome cierra los ojos.

—Uhm—gime cuando adentro mi dedo. Lo saco y lo entro.

—Dime que quieres Kagome—susurro besando su cuello. Ella gime y con mi mano libre toco sus senos por encima del vestido.

—Te quiero a ti—susurra cegada.

—Asegura la puerta—ella abre los ojos y yo aparto mis dedos.

—¿Qué?—pregunta sorprendida.

—Quieto tenerte—beso su cuello—es mejor que te apresures, alguien puede venir—ella me mira con la indecisión trasmitiéndose en sus ojos.

—Tengo que estar loca—murmura y se levanta asegurando la puerta. Bajo mi pantalón con esfuerzo, no quiero admitir que cada vez que me muevo duele como el demonio mi pie. Bajo mi bóxer y mi erección está a su vista. Ella suspira y sube a la cama. La veo apartar su tanga y sentarse sobre mí. Ambos gemimos mirándonos.

—¡Ah!—gime y yo agarro su cintura.

—Tiene que ser rápido—murmuro entre dientes.

Ella asiente y sube para luego bajar sobre mí, me corta la respiración verla de ese modo. Ella cabalgando sobre mi cuerpo. Recuerdos de ella sobre mí en su despacho llegan. Confunde mi mente.

Por tu perdón InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora