32.Mi familia

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Kagome

—Miki voy a llamar a la policía, Inuyasha quiere que lo haga—digo sintiendo miedo. Mi bebé. Ese es el único pensamiento que abarca mi mente en este momento. Trato de no estar tensa y relajarme puesto que esto puede afectar al bebé, pero la tarea parece imposible.

Tomo el teléfono, pero Miki es tan rápido que no me doy cuenta y me lo quita. Lo miro confusa al ver las lágrimas que bajan sin control de sus ojos. Esta pálido y llora.

—No lo puedo permitir—dice como si odiara decir aquello que sale de sus labios.

—¿Qué dices Miki?—pregunto sintiéndome confundida—la policía es quien nos puede ayudar—él llora.

—Hay una bomba en este lugar—dice llorando—si ven a la policía todo el lugar estará en pedazos—palidezco. Me mareo tanto que me agarro de la mesa y sujeto mi cabeza—si la policía viene todos vamos a morir—unas náuseas increíbles me azotan sin piedad.

—¿Por eso me trajiste aquí?—pregunto ahora sin importar nada llorando.

—Lo siento Kagome, era eso o moría mi sobrina, mi esposa y yo—llora sin control—no lo puedo permitir—susurra cortando el contacto visual conmigo.

—Pero dejarás que muera mi bebé—él abre los ojos mirándome más pálido—estoy embarazada Miki. Ahora no podré ver a mi bebé y eso quedará en tu maldita conciencia—le digo y tomo todo el líquido que queda en el vaso.

—Yo... Pero... Naraku dijo que eres estéril—respiro hondo y lo miro a los ojos.

—Había un 5% de probabilidad de quedar embarazada. Ahora tú vas a destruir eso—acaricio mi vientre—y eso es algo que jamás te voy a perdonar—digo despacio.

—¡Oh Dios!—dice horrorizado. Siento algo en mi nariz que me hace dormir de inmediato.

****

Abro los ojos sintiéndome débil. Estoy atada a una cama. Las paredes están destrozadas al parecer no ha sido usada en mucho tiempo. El miedo recorre cada partícula de mi cuerpo en este momento.

—Kagome Higurashi—mi corazón late fuerte. Miro y veo a Naraku caminar hasta estar frente a mí—no sabes lo deliciosa que te vez atada y a mi merced—quiero gritarle y mándalo a la mierda, pero puede que termine golpeándome y mate a mi bebé.

—Naraku—susurro con todo el desprecio que tengo.

—Mi pobre primito debe estar por enloquecer—murmura y se detiene cerca de mi rostro—eres una mujer muy bella—lame mi cuello y siento arcadas del asco que me produce.

—Aléjate—susurro tratando de calmar el miedo que siento.

—Ahora vas a ser mía—dice—duermes mucho. Tienes cinco horas atada y ahora es que despiertas—se sienta sobre mí—tienes una piel muy bella—quita los botones de mi camisa—hermosa piel—dice dejando a su vista mi sujetador. Besa mi estómago y más lágrimas descienden. Unos toques lo hacen gruñir.

Baja de mi cuerpo y me suelta. Camina hasta la puerta y cierra.

—¿Qué quieres?—le escucho preguntar.

—Tenemos problemas señor—dejo que las lágrimas bajen sin control de mis ojos. Inuyasha ven pronto.

***

—¡No por favor!—grito al sentir como aterriza un cigarrillo caliente en mi pierna.

—Eso es para que no trates de chantajear a mis hombres—dice molesto Naraku.

Ha pasado una semana. Una semana llena de dolor. Naraku juega conmigo. Aunque prefiero sentir este dolor a que me vaya a violar. Por lo menos me alimenta. Solo que mi vientre se está hinchando un poco y espero que él no se dé cuenta.

Por tu perdón InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora