Inuyasha
La miro duramente, lágrimas farsantes caen por sus mejillas. Ya no me duele tratarla de esta manera, solo es una mentirosa que merece todo mi rencor.
Trata de acercarse, pero me alejo como si su tacto quemara en mi piel. Cruzo mis brazos y ella sigue llorando.
—Quiero tus cosas fuera de mi casa cuando regrese—mi tono brusco la hace saltar y ella me mira triste.
—Inuyasha—su voz es suave—te mentí para tenerte. Si no lo hacía entonces estarías con esa perra. Te amo, eres mi todo Inuyasha. Ella solo es la que arruina todo, éramos tan felices antes de que ella llegara. Por favor—la miro molesto.
—Kagome se ha equivocado, pero buscó mi perdón. Tú me mentiste con algo que jamás voy a perdonar. Sabes que muero por tener un hijo—la miro mientras niego.
—Y no lo tendrás—dice con una sonrisa—Kagome es igual que yo, siempre vas a tener ese vacío Inuyasha. Ella está seca, no te puede dar niños. Te mentí para hacerte feliz, pero siempre despertarás buscando una sonrisa o baba infantil en tu rostro—se acerca hacia mí—ella no podrá hacerte feliz—susurra en mi oído sonriendo. La aparto y la miro fulminante.
—Te quiero fuera de mi casa cuando regrese, o seré yo quien recoja tus cosas y las tire fuera—digo saliendo sin esperar respuesta. Maldigo bajo y cierro de un portazo la puerta de mi habitación.
Bajo las escaleras y salgo disparado, veo a Kaede, pero no quiero que me diga nada, estoy molesto. Solo quiero ver a Kagome y besarla. Además de que quiero cerciorarme de que no esté haciendo ningún esfuerzo fuera de lugar. La conozco bastante bien. Sé que debe de estar dando órdenes a todos y haciendo uso de su brazo lastimado.
Eso me saca una sonrisa, ella no puede estar quieta un solo segundo. Mi teléfono suena y miro de reojo. Kagome aparece en el identificador. Aprovecho un semáforo y tomo la llamada. La pongo en altavoz porque tengo que seguir conduciendo ahora que cambio nuevamente el semáforo.
—Amor—la palabra sale de mis labios sin siquiera darme tiempo de reaccionar.
Es a esto lo que me refiero con amar. Las palabras dulces con Kagome me salen natural, actúo antes de pensar con ella, porque no es mi razón que ordena, es mi corazón.
—Inuyasha—el tono en su voz hace que casi frene de momento.
—Kagome, ¿pasa algo?—pregunto queriendo parecer tranquilo.
—Estoy en la cafetería frente a la empresa—su voz es baja, tiene miedo—Naraku está afuera, Miki me lo acaba de decir—ese hijo de puta.
—¿Estás bien?—pregunto sintiendo como la furia llena mi cuerpo.
—No—escucho ruidos—tengo miedo Inuyasha. Tengo algo importante que contarte y temo que no pueda hacerlo—dice sonando triste.
—Kagome ya estoy llegando, llama a la policía y no hagas nada estúpido—ruego rezando en mi cabeza porque ella me haga caso. La conozco muy bien y sé que puede ser capaz de enfrentarse a Naraku ella sola.
—Te voy a esperar, no tardes—cuelga sin darme tiempo a despedirme. Acelero violando varías reglas de tránsito. Mi teléfono suena y quiero maldecir al ver que es Kikyo. Lo pongo en altavoz y sigo conduciendo.
—¿Qué quieres?—pregunto molesto. Doy vuelta en una curva y sigo con la vista siempre al frente.
—Hola primo—casi me congelo en mi lugar, si no es por un claxon creo que salgo volando del auto.
—Naraku—digo sin titubear. A pesar de años sin saber de él ahora se con seguridad que es él.
—Estoy mirando a Kagome. ¿Sabes?, ahora me arrepiento de haber intentado matarla, está muy buena—un escalofrío pasa por mi cuerpo a la vez que aprieto el volante con tanta fuerza que mis nudillos se ponen blancos—es una belleza. Me pone al cien con esos ojos tan asustados. Me encanta como mueve los labios, es delicada. Su piel es tan blanca que me encantaría verla con cortes, ver su sangre salir mientras me pida que pare—abro los ojos, este tipo es un maldito loco, está demente—me gustaría saber cómo se siente estar en su inte...
—¡Ni se te ocurra tocarle un pelo!—grito alarmado y sintiendo como mi cuerpo se torna rojillo. Mi mente está nublada.
—No le tocaré el pelo, le tocaré otras cosas—su carcajada me hace acelerar tanto que puedo distinguir a la distancia la empresa y frente, la cafetería.
Cuando llego bajo rápido del auto y entro como loco. No veo a Kagome y eso me alarma. Miro en una esquina y veo al infeliz de Miki. Corro hasta él y lo veo llorar.
—¡¿Dónde está Kagome?!—grito y veo a todas las personas de este lugar mirar con miedo.
—Se la llevaron—dice llorando.
—¡¿CÓMO DEJASTE QUE ESO SUCEDA?!—grito enloquecido. Las palabras de Naraku está en mi mente.
—Hay una bomba, si alguno de nosotros sale, todo el lugar va a estallar—lo agarro del cuello. No razono bien. Todo lo veo de rojo, quiero matarlo, quiero verlo sufrir, quiero a Naraku muerto.
—¡Si ese infeliz le hace algo, serás hombre muerto!—le amenazo llamando a la policía. Que Kagome esté bien, que ella este bien. Porque si no lo está, no sé qué será de mí.
Capítulos finales.
No diré nada, me iré a esconder de los seguidores porque querrán ver mi cabeza rodando.
Sayonara...
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Por tu perdón Inuyasha
Hayran KurguKagome completó su venganza de manera inapropiada. Vengó la muerte de su familia a un inocente. Inuyasha tiene el corazón destrozado y Kagome solo busca ser perdonada por él, pero... ¿Se puede perdonar tantas mentiras y dolor? Inuyasha tendrá que de...