Capítulo 8: Un secreto

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Muchas gracias a todas esas personas que han leído el fic y a las que además han dejado comentarios. Espero traeros otro capítulo muy pronto.

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El cielo estrellado le dio cierto consuelo, mirarlo era como un remedio para aliviar el alma. Haku caminó por las calles del pueblo, que se habían convertido en una feria nocturna de colores azules.

-¡Quiero ir al baile de la plaza! -Comentaba entusiasmada una joven de unos quince años al pasar por su lado, iba conversando con otra chica de más o menos su edad.- He oído que allí estará Kentaro, ¿crees que me sacará a bailar con él?

-Kentaro es un soso. -Le contestaba su amiga.- Si te saca a bailar, seré la primera sorprendida.

A Haku le costó contenerse para no reírse al escuchar la respuesta tan honesta que le había dado.

Se alejaron poco a poco entre la multitud, discutiendo sobre cuán soso era el tal Kentaro. Haku decidió seguirlas disimuladamente pues la idea de ver el baile le pareció de lo más entretenida. Eso sí, seguirlas no le impidió comprar de camino una deliciosa manzana de caramelo azulado que fue degustando mientras caminaba.

Llegó a su destino, la plaza, donde una banda de música tocaba su mejor repertorio mientras los bailarines que se habían animado danzaban alrededor. El resto de personas observaban desde la periferia, y de vez en cuando algún muchacho se acercaba tímidamente a la chica a la que deseaba invitar a bailar con él. Algunos de estos fueron rechazados, causando las risas de sus amigos.

-¡Kentaro está bailando con Futaba!- Exclamó a su lado una de las chicas a las que había seguido.- No se cómo sentirme... es una mezcla entre tristeza y rabia...

Haku pensó que conocía muy bien ese sentimiento y se compadeció de ella, últimamente lo había experimentado demasiadas veces.

-¡Pues que sepas que Kentaro es tonto! -La intentaba animar su amiga.- Mira que no sacarte a bailar con lo enamorada que estabas de él, si es que se notaba que te hacía ilusión... -La recién desenamorada empezó a hacer pucheros.- ¡No llores, boba!

Su amiga parecía realmente apurada y echaba miradas asesinas al chico que debía ser Kentaro, como queriendo fulminarlo y así acabar con todos los males. Al final, tomó otra resolución.

-¿Sabes que te digo? ¡Te saco yo a bailar!

Algunas personas rieron ante tan extraña pareja irrumpiendo en la pista de baile. Una visiblemente ruborizada y la otra totalmente empeñada en pasárselo bien y animar a su compañera. Pronto se olvidaron de Kentaro y estaban riendo y bailando como si no hubiera sucedido nada antes.

Haku siguió mordisqueando su manzana mientras contemplaba el baile. Su mente empezó a imaginar situaciones hipotéticas, situaciones que deseaba pero sabía que nunca pasarían, pero estaba bien soñar. Una de esas situaciones totalmente inventada y ridícula era que Zabuza lo veía desde algún punto de la plaza mientras que él no se daba cuenta, entonces se acercaba a él y lo sacaba a bailar. Era bonito, pero pensar en Zabuza bailando y más aún mostrando esa muestra de afecto frente a una multitud se le hacía imposible. Él y Zabuza bailando, qué tontería.

Dejó escapar un suspiro.

-¿Suspiros de amor?- Preguntó una voz peligrosamente familiar a su lado.

Y allí estaba junto a Haku sin que éste se hubiera percatado de su presencia, la mujer a la que se habían enfrentado recientemente. Vestía un kimono blanco perla y en sus cabellos azabaches lucía una amapola azul. Lo estaba analizando con la mirada envuelta en un aura de misterio.

-¿Qué haces aquí y que pretendes? -Masculló Haku en voz baja pero lo suficientemente alto para que ella lo escuchara pero no alertar a las personas que les rodeaban.- No se por qué la has tomado con nosotros...

-Ni siquiera sabes mi nombre.- Lo interrumpió ella.- Soy Ayaka, significa flor colorida.

Inclinó la cabeza haciendo que la flor que llevaba en los cabellos se moviera con gracia, como si quisiera dar énfasis al significado de su nombre.

-Ahora eres amable y hasta te presentas, bien. -Dijo con desprecio Haku.- ¿Has venido a luchar de nuevo? No creo que este sea el mejor lugar para empezar un combate, pero acabaría contigo aquí mismo si no fuera porque tengo que evitar daños a estas pobres gentes que después de todo no tienen nada que ver en nuestra disputa.

-¿En serio crees que puedes acabar conmigo? Si te preocupas por miserias como los daños colaterales que puedas causar, creo que no eres un rival digno.

Haku dio un último mordisco a su manzana y tiró el palo con el que la había sostenido al suelo con desdén.

-¿Y bien? Si has venido hasta aquí para hablar conmigo debe de ser por algo importante, suéltalo.

Ayaka lo agarró del brazo afectuosamente, tal y como se hace con los buenos amigos. Haku no sabía muy bien qué esperar de tal gesto y todo su cuerpo irradiaba tensión. Ella le sonrió con picardía.

-Vengo a hacerte una propuesta, tómate el tiempo que quieras en responder, no tengo prisa.

-¿Qué propuesta?- Preguntó Haku con desconfianza.

Ella miró en una dirección y Haku hizo lo mismo, dándose cuenta de que frente a ellos, al otro lado de la plaza, Zabuza estaba mirando el baile con una botellita de sake en la mano.

-Déjale, ven conmigo. Él no es bueno para ti.

Sus palabras rebosaban odio, un desprecio tal que era imposible ocultarlo.

-No te entiendo. Has estado amenazándonos todo este tiempo y ahora pretendes que me vaya contigo... Y siento decirte que al lado de Zabuza es donde quiero estar, lo decidí hace mucho tiempo.

Ayaka rió para sí, debía esperarse esa respuesta y le hacía muchísima gracia.

-¿Ah, sí? - Preguntó con un tono de malicia.

Haku contempló con rabia cómo una mujer aparecía al lado de Zabuza y lo agarraba por el brazo tal y como Ayaka hacía con él. Zabuza sonrió y empezaron a conversar. ¿Esa mujer estaba allí antes y ya se conocían o acababa de aparecer? La imagen bucólica de ambos bailando en la plaza se hizo mil añicos en el corazón de Haku. Se decía a sí mismo que no era racional sentir tanta rabia, sentir lo que sentía en esos momentos. Después de todo Zabuza y él no eran nada, ni siquiera hermanos aunque Zabuza hubiera usado esa mentira. Nada lo unía y Zabuza y este podía elegir con quién estrechar lazos o pasar el tiempo, y eso estaba bien. Pero Haku deseaba algo más en el fondo de su corazón, deseaba ser la chicha que le agarraba por el brazo en esos momentos y desear eso le hacía sentirse horrible. Dolía de una manera que no era física.

-Piénsalo, volveré más tarde.-Le dijo Ayaka dándole un beso en la mejilla.- Y tengo la corazonada de que no podrás rechazar mi propuesta.

-¿Quién eres y qué quieres?

-Ya te lo he dicho, soy Ayaka y quiero estar contigo, ¿por qué? Eso dejaremos que sea un secreto de momento.

Y Ayaka desapareció entre la multitud, dejando a Haku en un mar de incógnitas.

Orquídeas (Zabuza x Haku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora