Ya habían previsto que el viaje a través de las montañas iba a ser duro, pero no imaginaron en ningún momento que el tiempo les azotaría sin piedad. Contra todo pronóstico, los fríos vientos llegaron haciendo parecer el otoño invierno; la corriente de aire helada los empujaba en contra, y a cada paso que daba, Haku sentía las extremidades más doloridas.
-Más despacio, -le suplicó a Zabuza, que caminaba por delante.- no puedo seguirte el ritmo.
Se paró a esperarle un momento, el joven jadeaba costosamente cuando se puso a su altura.
-No podemos pararnos, Haku. Si dejamos que nos sorprenda una tormenta el camino será aún más difícil, y además, si nos quedamos quietos nos helaremos. Yo también siento dolor, pero te aseguro que es mejor a no sentir nada, entonces estás perdido.
Debía de admitir que Zabuza llevaba razón, aunque cada vez que miraba el empinado sendero de la colina se sentía desfallecer, parecía que aquello no tenía fin. En pocos minutos sus temores se hicieron realidad, pues empezaron a caer tímidos copos de nieve.
-Hay un refugio en la cima. –Anunció Zabuza, para alivio de ambos.- Movámonos deprisa, antes de que esto vaya a peor.
Ambos ascendieron por el sendero a toda prisa, con cuidado de no resbalar al pisar el traicionero suelo helado. Zabuza iba justo delante, y Haku agradecía que así fuera ya que le cubría ante las fuertes ráfagas de viento y los copos de nieve que cada vez eran más abundantes.
En el momento justo, cuando la tormenta empezaba a ser preocupante, avistaron el refugio: una pequeña cabaña de madera. Corrieron a guarecerse, agradecidos de que hubiera aparecido en un momento tan oportuno.
-Mucho mejor. – Comentó Haku una vez en el interior, mientras se frotaba las manos para hacerlas entrar en calor.- ¿No hay nadie?
-¿Quién va a haber? Parece ser que somos los únicos idiotas a los que se les ha ocurrido estar en la montaña con este temporal.
El joven observó a su alrededor, era una cabaña modesta en la cual sólo había una cama, unos fogones a un lado, y el excusado en una habitación aparte. Aún así, era suficiente.
El mayor de los dos se aproximó a los fogones, y con una técnica ninja básica, encendió una pequeña llama.
-La verdad es que me gusta el frío.
Zabuza miró a Haku sorprendido, ante tal confesión, como si se hubiera vuelto loco. El joven no se inmutó lo más mínimo, y se sentó tranquilamente junto a él frente al fuego.
-Pues nadie lo diría, fuera parecías estar sufriendo...
Haku rió, y apoyó su cabeza en el hombro de Zabuza. Era una sensación reconfortante, estar así junto a él, mirando las llamas. El maestro le correspondió, pasándole un brazo por los hombros y trayéndolo más hacia él.
-Me recuerda a nuestra tierra, esas noches frías y hermosas... -continuó Haku.- Además, mi parte favorita es esta, cuando después de estar helado entras en calor, me hace sentirme en paz. Es como si por unos momentos, las preocupaciones de fuera, como el frío, desaparecieran.
Por su parte Zabuza no dijo nada, se quedó escuchándole atentamente, y luego asintió. Perdieron la noción del tiempo, estuvieron juntos contemplando las llamas hasta que el joven calló dormido. Zabuza lo cogió entre sus brazos con sumo cuidado para no despertarle y lo dejó en la cama, luego se acostó junto a él y durmieron.
Un sonido despertó a Haku, había sido muy leve, pero sus oídos ya estaban entrenados para detectar rápidamente a cualquier intruso. Agudizó el oído, y se volvieron a repetir los golpecitos que le habían hecho ponerse en alerta.
-Alguien llama a la puerta...-le dijo a Zabuza en voz baja.
Él también había oído los toques en la puerta, y extrañado frunció el ceño. Otros golpecitos rompieron el silencio de la noche, algo no iba bien, lo presentían. Zabuza sacó el kunai que ocultaba entre las sábanas, y fue directo pero silencioso hasta la puerta blandiendo el arma.
Cuando la abrió, instintivamente dio un paso atrás por sorpresa. Ante sí no estaba quien hubiera podido llamar a la puerta con tanta insistencia, sino un muñeco de nieve apuñalado en el pecho con una amapola azul. Alrededor de la amapola había una mancha rojiza que parecía sangre.
-¿Qué demonios es esto? –dijo, en tono desdeñoso.
Haku se había levantado y miraba con tanto asombro o más como su compañero la figura de nieve.
-Es otra parte de la amenaza, ¿no es así, señor Zabuza? Primero en la aldea, y ahora esto ¿Qué pretenden?
El ninja no respondió inmediatamente, sino que le propinó una patada al muñeco de nieve para descargar su furia. Ahora, se había convertido en un montón blanco coronado por la flor, que también se ocupó de pisotear.
-Esto, Haku, es una guerra psicológica. –Aclaró, mientras salía de la cabaña para buscar al posible causante.- Quien quiera que está haciendo todo esto quiere ponernos de los nervios, causarnos miedo, hacernos dudar... Y cuando psicológicamente estemos derrotados, procederá a hacerlo también en un combate. Es lo que yo llamo un cobarde.
-Somos la presa de alguien.
-Así es, no me gusta jugar al gato y al ratón, - Zabuza entró de nuevo al cálido refugio, con semblante amenazador.- pero si lo que quiere es jugar, jugaremos. Y odio perder.
Haku pensaba que Zabuza haría algo al respecto rápidamente, pero en lugar de eso se dejó caer de nuevo en la cama y cerró los ojos.
-¿Qué haces? Deberíamos dar con el enemigo y acabar con él de una vez, señor Zabuza. Estará por los alrededores.
-Es inútil, sabe muy bien lo que se hace, ¿recuerdas lo que pasó en el hostal? – Claro que lo recordaba, no tuvo manera de encontrar al extraño que los había estado espiando.- Ocurrirá lo mismo.
Testarudo, Haku salió al exterior, donde la tormenta volvía a rugir con toda su fuerza y la noche impedía ver más allá de dos metros. No había nadie allí.
-Llevas razón... -reconoció muy a su pesar.
Volvió, cerrando la puerta, temeroso de que alguien volviera de nuevo, y esta vez para atacarles. Se acostó pero no logró volver a conciliar el sueño, y Zabuza tampoco, los dos ninjas prestaban atención a cualquier ruido o movimiento que delatara al enemigo.
-Duerme. –Le indicó Zabuza, casi como una orden.- Estás agotado, yo haré guardia.
Estaba en lo cierto, necesitaba dormir. Lentamente, se fue venciendo ante el sueño. Zabuza lo observó unos minutos maravillado, le parecía realmente hermoso, sí que se parecía a una orquídea.
La noche transcurrió tranquila hasta el amanecer sin que Zabuza notara ninguna anormalidad, aún así en la mañana Haku tenía una desagradable sensación.
Tenía el leve recuerdo de una risa femenina, afilada como una cuchilla, que había escuchado en la oscuridad de la noche, ¿o había sido sólo una ilusión onírica? En cualquier caso, Zabuza no parecía haber advertido nada.
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Orquídeas (Zabuza x Haku)
FanficImaginemos que Zabuza y Haku sobrevivieron al enfrentamiento contra el grupo de Naruto, ¿Qué habría sucedido entonces? ¿Qué les depararía el destino? Esta es la historia de dos ninjas errantes perseguidos por el enigma de una flor.