Capítulo 9: La tormenta

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Zabuza quería estar solo, pero dado que la festividad local estaba en todo su auge, era bien difícil conseguirlo. Caminó entre la multitud buscando un sitio tranquilo en el que estar, sin éxito. Allá donde iba había bullicio, música y gente festejando. Intentaba ignorarles y poner su mente en calma, ordenar sus pensamientos y decidir qué era lo que sentía.

Aunque si era franco consigo mismo, sí sabía perfectamente lo que sentía en su corazón. La cuestión era si dar el paso o no. Dejó escapar un hondo suspiro que no pasó inadvertido para un niño que pasaba a su lado, y aludido, le sacó la lengua.

-Ya ni tú me soportas, pequeñajo. Y eso que me acabas de conocer, está claro que no tengo don de gentes.

El pequeño, de apenas cinco años le miró confuso, sopesando si responder o no. Decidió volver a sacarle la lengua y salir corriendo.

-¡No te portes así! -le increpó una muchacha mientras el niño se perdía entre la multitud, siguiendo a un grupo de su edad.- ¡En una hora os recojo a todos en la plaza después del baile, no te separes de tus amigos y portaos bien!

-¡Vaaaale!- respondió él fastidiado y se fue con sus amigos.

Finalmente, la muchacha se volvió hacia Zabuza y le dedicó una dulce sonrisa. Ahora que se fijaba, no era una adolescente como había supuesto al principio, era una mujer de pequeña estatura y de rasgos muy agraciados.

-Discúlpale, es mi hermano pequeño. Cuando sale con los amigos a veces quiere hacerse el valiente para impresionarles y termina haciendo tonterías.

-Tranquila, es sólo un crío. No le he dado importancia.

Ella negó con la cabeza de manera resuelta, sonriendo alegremente. Zabuza creía que se le empezaba a contagiar algo de toda aquella dulzura y alegría.

-¡De eso nada! -Dijo riéndose.- Tiene que aprender a respetar a los mayores, y más aún a los guerreros que como usted viaja por las aldeas y nos protegen.

-¿Guerrero? -repitió Zabuza suponiendo que había un malentendido.

-Sí, ¿no es un guerrero? - Preguntó ella extrañada, señalando sus brazos musculados como si fuera suficiente evidencia.

Enseguida recapacitó. Si ella creía que era un guerrero, guardián, guardaespaldas, o lo que fuera, pues eso sería. Lo que fuera para no hablar de su verdadera identidad.

-Sí, me has pillado. -Le dijo bromeando y flexionando el brazo para mostrar los fuertes músculos.- Es difícil disimularlo, supongo.

-Pues permítame que le invite a sake por la impertinencia de mi hermano, a modo de disculpa.

Antes de que pudiera impedirlo, ella ya había ido a un puestecillo cercano en el que vendían diferentes licores y regresaba con una pequeña botellita de sake. Y también sin poder evitarlo Zabuza se vio caminando a la plaza con su compañía y escuchando una larga recopilación de relatos, pues esta chica se iba de un tema a otro: que su hermano estaba muy rebelde, que últimamente el tiempo estaba loco y tan pronto hacía sol como llovía, que había comprado unas frutas buenísimas para hacer un pastel... Ahí Zabuza dejó de prestar atención.

Llegaron al centro del pueblo, donde un grupo tocaba música y la gente salía a bailar.

-¿Dónde estará Haku?- Dijo para sí, arrepentido de no haber salido con él a ver la festividad.

Después de todo, su primera intención era salir a caminar a solas y pensar, y no lo había conseguido. Si tenía que pasar la noche en compañía, prefería que fuera la de su viejo amigo.

-¿Quién es Haku? - Quiso saber ella, y se agarró de su brazo.

-Un amigo...

Había sido una contestación demasiado corta, pero no quería dar más explicaciones.

Orquídeas (Zabuza x Haku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora