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- Bienvenida Dasha, pasa esta oyendo música en su cuarto, ya ceno y tiene el pijama, solo debes decirle en una hora que se duerma.

- Ve tranquilo.

- Gracias.

Salí de casa como si fuera la primera vez que lo hacía, me sentía raro, salir sólo, con unos vaqueros, una camiseta ajusta blanca y una chupa de cuero.

Nada mas ve a Julio nos abrazamos y entramos en una discoteca, Athenas. El muy cabrón durante toda la fila que fue un escaso minuto, digo que me trago a mi origen. Hijo de puta. Se me hizo eterno el minuto con sus bromas y mi supuesto origen, la cosa que no era mi origen y ni caso, solo mis padres y su fascinación por la mitología y el griego. Pero nada de sangre griega, pero ni caso. Ya una vez dentro pedimos un cubata cada uno y hechamos una vista a nuestro alrededor.

- Ares, aquí te quedas yo ya tengo presa.

- Vale tío. Suerte.

- Gracias, igualmente.

- Igualmente dice —Dije para mi mismo— ya ni me acuerdo como entrar a una tía sin llevarme un guantazo. En fin.

- Hola guapo, ¿andas sólo?

Me gire y mira por donde la presa vino sola, un pivon de larga melena teñida de color rojo intenso, ojos verdes y con unas curvas perfecta, con un vestido que dejaba poco a la imaginación estaba a mi lado con su copa.

- Hola muñeca, pues sí. Hace rato mi amigo se fue.

- ¿Quieres que te haga compañía?

- Por mi genial. —Le sonrei de medio lado—

- Es la primera vez que te veo guapetón por aquí.

- Es la primera vez que vengó a esta discoteca.  ¿Tu vines mucho muñeca?

- Todos los fin de semana que no tengo clase.

- ¿Que estudias?

- Primer año de física.

Comenzamos ha hablar, no tenía novio, su edad era mas que clara y para colmo vivia sola.

- ¿Me llevas a mi casa? —Su voz era sensual, seductora y el jugueteo con su cabello todavía hacia que todo fuera más provocador—

- Claro, vamos tengo el coche afuera.

Ahí estaba aparcado frente un bloque de departamentos de clase media, besando a una chica de 18 años, que estaba mas ansiosa que yo.

Bajamos del coche y subimos a la sexta planta, entramos en su casa y comencé a besarla desenfrenadamente, saque su vestido y lo tiré en algún lugar del departamento, no se si comedor, pasillo, lo único que pensaba era en follarmela. Llegamos a la habitación, y me quité lo mas rápido que pude la chaqueta, la camisa y los vaqueros junto los zapatos y calcetines. Bajé mis labios por su cuello hacia su pecho que yacían desnudos desde que le quite ese ajustado vestido negro. Le quité el tanga y ella tan deseosa bajo mis boxers, me sentó en la cama y ella sobre mí a ocajarras. Empezó a moverse sobre mi miembro duro y con ganas de estar dentro se ella en aquel momento. La aupe y penetre, y empezó a moverse mas rápida. No se cuanto tiempo estubimos así.

Mi Prisionera Del Lago De Los CisnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora