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- Princesa, tengo que decirte dos cosas, una -Me sente a su lado en el sofá - Dasha y yo somos..... Novios. Y dos, son las cinco y media de la mañana.

- Vale, ya voy a dormir, pero por que estoy con sueño. Y hermanito, me gusta que sea tu novia.

- A mi también, descansa.

Salió del comedor y me lance a la mudita que estaba a mi lado, me la pege a mí y bese su cuello.

- ¡No me beses así! -Me eche a reir al oir su voz tomada por el nerviosismo-

- ¿Como ha de besarte?

- Normal.

- ¿Normal?

- Sí, así.

Cogió mi cara entre sus dos manos y empezó a besarme lentamente, con tanta dulzura que me volvería diabético. Note sus manos bajar por mi pecho y quedaron en mi caderas, puse mis manos sobre las suyas.

- Sí sigues así, te empotro contra la pared. -Dije mientras me alegaba de sus labios-

- No te gustan mis besos.

- Mas bien me encanta nena. Vamos a dormir un rato más.

- Sí, tengo ganas de dormir abrazadita a ti.

Nos acostamos y nos quedamos dormido abrazados, su olor me embriagaba.

Otra vez estaba hay en la ventana dandome la espalda, ande hacia ella callado. Me puse atras suya, sentí su olor, mi prisionera estaba totalmente petrificada tarareando el lago de los cisne, esta vez no estaba la música era ella quien la “cantaba”. Le agarre por la cintura y al fin se volvió hacía a mí. Dasha me miro a los ojos, y me hizo sentir desnudo ante ella, estaba totalmente indefenso.

- Al fin veo tu cara.

- Lo mismo digo señorita.

Sus manos empezaron a desnudarme, una vez me dejó totalmente espuesto a ella, se quito el vertido blanco que llevaba y quedo tal y como yo estaba. Por primera vez no miré la desnudez de una mujer, sino que mire sus ojos, mas allá de ellos.

- Soy tuya y tu mío. —Me susurró— No me dejes ir nunca.

- Nunca lo haré. —Nos fundimos en un beso apasionado —

Desperté de golpe y vi como ella también lo hacia, estaba colorada, respirábamos con dificultad, la deseaba, y su mirada decía que ella a mí. No dijimos nada, sólo nos mirábamos, y empecé a sentir su tacto en mi cara, y no puede evitar besarla. Hicimos el amor, por que por primera vez no sentí que follaba. Me sentí querido, sentí que no estaba perdido. Me encantó sentirme en ella.

- Gracias Ares, por primera vez siento que tengo una familia.

- No me las des. Gracias por no irte.

- ¿Y a mi que? —Dijo abriendo la puerta mi hermana— Los dos dais gracias, pero yo soy quién os ayudo a que seais novios.

- Gracias Agneta, te quiero princesa.

- De nada, yo también te quiero.

Mi hermana me miró seriamente y sabia que quería.

- Gracias hermanita mía. Te adoro. Venga vistete hay helado.

- Bien, helado. —Salio dando brincos de la habitacion—

- Dasha, nena vistete.

- Si y te curo.

- Gracias por eso también.

Así fue como deje de tener ese sueño. Y la tube para siempre. Aun me recuerda que era Mi prisionera del lago de los cisne. Y para que negarlo así empezó. Ahora ya han pasado 5 años y estamos pensando en casarnos y tener un hijo. Pero estoy feliz así, no necesito mas que a ella y a mi hermana.

FIN.

Prohibido copiar, obra registrada.

Mi Prisionera Del Lago De Los CisnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora