Comimos en el bar de la esquina de mí casa, unos solomillos en salsa de setas y mi hermana un serranito de pollo. Ya habiamos acabado de comer cuando vi acercarse a nosotros un hombre, cogió a Dasha del brazo, tiro de ella y dejó caer la silla donde estaba sentada.
- ¡Eh! Sueltala.
- Se viene conmigo. -Me respondió el hombre- Es mía.
Me levante sin pensarlo y le di un puñetazo en la mandíbula. Tiró a Dasha hacía un lado, y ella callo en él suelo, él dichoso usuario me la devolvió, andaba distraído viendo que echó a corre con mi hermana, al recibí tal golpe me enganché a golpes limpios al hombre, no se por que me dio que yo recibía mas de lo que daba.
Agneta:
Corrió conmigo en sus brazos. Ella lloraba. Lloraba mucho.
- ¿Donde vamos?
- A tú casa. Esperamos a tu hermano.
- Tengo miedo. Ese hombre va hacerle daño a mi hermano.
- Esperó que no.
Llegamos al piso y subimos. Nos quedamos en la puerta hasta que mi hermano apareció, jugabamos a las palmitas.
- ¿No me vais a dar un abrazo?
Soltó mi hermano con sangre por toda la cara, la ropa, y también por su pantalón.
- Tienes pupa.
- Lo sé. —Se acerco hacía la puerta y abrió — Vamos estoy bien. Quitad ambas la cara de terror, estoy guapo hasta así.
- Eres tonto.
- Es mas que eso, tu hermano esta loco.
- Vamos quiero ducharme.
*****
Me duche y cuando volví Dasha tenía el alcohol sobre la mesa.
- No es para tomarlo, ¿Verdad?
- No creó que te guste, es mas no es bueno, es del barato. —Bromeó —
Me senté y ella empezó a echar en la gasa alcohol.
- Enserio ¿me vas a curar?
- Sí. No es tan difícil.
- Vale. ¿Y mi hermana?
- Ha ido a ver dibujos con un paquete de oreos.
- Bueno al menos esta tranquila. ¿No?
- Sí, ya se calmo.
- ¿Y tu?
- Yo también. Gracias. No esta tan mal ser tu prisionera. Lo prefiero. Así que creo que no saldre más.
- Es que quiero mejor que mi prisionera este libre. Eres un cisne demasiado hermoso para tenerlo aquí entre cuatro paredes.
- Y sí consigue llevarme.
- No lo hará.
- En serio no se esta tan mal en la casa.
- A las mujeres no hay quien os entienda. Primero, dejame quiero con él y ahora, no quiero salir de aquí.
- Al final te echo el alcohol en el ojo.
- Calma fiera. Te dije que eres un cisne no una leona.
- Pues no saques mi mal genio.
- ¡Auh! —Me quejé cuando me puso la gasa en la herida del pómulo— ¡Cuidado!
- Perdón, no sople.
- Lo noté.
- No seas quejica. Se un hombre.
- Lo intento. —Se echo a reir ante mi comentario y yo no pude evitar contagiarme de su risa—
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Mi Prisionera Del Lago De Los Cisnes
Historia CortaTener 24 años, dueño de una empresa de marketing, y a mi hermana de 4 años a mi cargo, no es fácil. Así que tuve que buscarle unas clases extraescolares, sobre todo por que quería que mi hermana no extrañara tanto a mis difuntos padres, un año a pas...