│Razón catorce│

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     Un día, no mucho después, llegó a mi buzón de mensajes una notificación:

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     Un día, no mucho después, llegó a mi buzón de mensajes una notificación:

           Gerardo 5:15 p.m.
     Tenemos que vernos un día de estos
     En la uni el viernes hay una fiesta por aquí cerca
    Vienen?

     Eran las seis cuando vi el mensaje, para ese momento casi todos habían confirmado su asistencia y se ponían de acuerdo con los detalles. No hacía mucho que KJ y yo tuvimos esa desastrosa conversación, y tanto por su bien como el mío no quería encontrarlo allí; a pesar de que me emocionaba la idea de ver a todos de nuevo. Estaba escribiendo para decir que esta vez no podría ir cuando otro mensaje apareció.

          KJ 6:07 p.m.
     No me dejan ir, será para la próxima

     Aunque la idea de que no le dieran permiso era bastante creíble, me parece que decidió sacrificarse para que yo pudiera asistir. De cualquier manera, él preferiría algo como ir al cine o solo caminar por el centro comercial, las fiestas no eran lo suyo.

     Aunque pensaba rechazar la invitación de mis amigos la acepté, pensando que a la próxima sería yo la que rechazaría primero para dejar que él se divirtiera. Evitarnos, por ahora, era la manera más sana de llevar nuestra relación. Me parecía lindo creer que todas nuestras acciones se dirigían al bienestar del otro.

     Acerca de lo que pasó esa noche, puedo adelantar que no asistió, en cambio, yo me encargué de mantener viva su presencia.

     Me encontré con casi todo mi grupo reunido una vez más.

     No puse tanto empeño en mi arreglo como lo hice antes, aun así estaba satisfecha con cómo lucía. En mi joyero encontré el collar de corazón que no usaba desde esa vez que caminé horas aferrada a él, al parecer fue demasiado porque la cadena se había roto. Llevaría otra joyería.

     Karen, de nuevo, fue la que me guio para llegar. Estaba contenta por volver a verla y en general por volver a ver a todos. Las cosas transcurrían muy similares a como lo hicieron la última vez: un gran círculo de conversación, risas, anécdotas en las que me perdía por no haber estado el último año con ellos. Sorprendentemente nadie me había preguntado por KJ, pensé que él les contó sobre lo que sucedió y quizá era un tema sensible ahora.

     El mejor amigo de KJ era Diego. En un momento de la fiesta, en medio de esa rotación de asientos, le tocó sentarse a mi lado y me saludó amistosamente. Él era de esas personas que son tan amables con todos que es fácil perderse al hablar con él, le gusta escuchar a las personas y siempre te recibe con una sonrisa.

     —¿Cómo te va? —me preguntó después de saludar.

     ¡Uf! ¿Qué cómo me iba?

     Era una pregunta casual, probablemente Diego pensó que le diría algo como «Bien, ¿y tú?». No era una sorpresa para nadie que soy una chica bastante habladora; no sé bailar, no acostumbro tomar, pero en una fiesta, ¡qué bien se me da hablar!

15 razones para no volver con él ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora