Amor de madre

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—¿Mamá? —Dijo Sasha que acababa de llegar de la escuela.

Nadie respondió.

Se quito la mochila y la lanzó al sofá, fue a su habitación, tomo sus sandalias y se las puso, luego fue a la habitación de sus padres y encontró a su madre aun dormida.

—Mamá —comenzó a sacudirla para que despertará—, mamá por favor despierta. Ya son las tres de la tarde.

Mónica abrió los ojos y frunció el entrecejo, acto seguido se sujeto la cabeza, pues, sentía que le iba a estallar.

—¿Qué pasa? —pregunto con voz ronca.

—Llevas dormida todo el día, ya llegue de la escuela y aun sigues aquí.

—Siento que mi cabeza va a explotar —dijo sin prestarle atención a su hija.

—Vamos levántate, te prepararé algo para comer.

—Te lo agradecería.

Mónica se sentó en la cama y Sasha salió de la habitación directo a la cocina.

La chica fue a revisar la nevera y encontró los ingredientes para preparar sándwiches. Tomo el jamón, el queso, la mayonesa, una lechuga, tomate y por último el pan. Tomo un plato, un cuchillo y un untador. Después fue a la mesa y comenzó a preparar los sándwiches. Preparó dos, uno para ella y otro para su madre. Cuando abrió la boca para llamar a su madre, la escucho vomitando en el baño. Entró en el baño y la encontró hincada frente al inodoro, se puso a su lado y recogió su cabello con su mano. Mónica vomito de nuevo y Sasha se asqueo al ver esto, después jalo la palanca del inodoro y comenzó a levantarse.

—Ya me siento mejor, gracias hija.

Sasha se extraño al escuchar eso, pues nunca le había dicho algo así.

—De nada, ahora vamos a comer.

Salieron del baño y se fueron a la cocina. Sasha fue la primera en sentarse y Mónica se sentó a su lado, algo que nuevamente le extraño porque ella siempre se sentaba del otro lado de la mesa. Quiso preguntarle que le pasaba pero se contuvo porque creía que tal vez le molestará.

—Sabes Sasha —dijo Mónica una vez que terminó su sándwich—, he estado pensando en que, tal vez debería ser una mejor madre para ti. Estas creciendo muy rápido y si dejo que eso pase sin estar ahí contigo me arrepentiré para siempre.

—Mamá —dijo sorprendida—, ¿A qué viene todo esto?

—A las chicas hermosas como tú siempre las están siguiendo los chicos, se que aún tienes doce años y eres muy chica para sentirte atraída por chicos, pero tú te pareces a mí. Yo a tu edad ya tenía novio, y bueno a los 3 meses de estar con él ya tuve sexo. El punto es que no quiero que cometas los mismos errores que yo he cometido, quiero que seas una gran mujer y bueno, no hay nadie mejor para aconsejar a una chica que su madre.

Sasha nunca había escuchado algo así de parte de ella y lágrimas comenzaron a brotar lentamente de sus ojos.

—Vamos hija no llores —abrazó a su hija que no podía parar de llorar.

—Jamás me habías dicho algo así mamá. Siempre pensé que yo te decepcionaba, nunca jugaste conmigo de pequeña, nunca me contaste un cuento para dormir, nunca mostraste la más mínima señal de afecto hacia mí. Papá hacia todo ese trabajo por ti, pero un padre no es como una madre.

—Lo sé hija, lo sé y me arrepiento —Mónica comenzó a derramar lágrimas—, sé que es muy tarde para ser una buena madre para ti pero aun puedo hacerlo. Las chicas crecen, tienen dudas, quieren experimentar, cosas de ese estilo y muchas veces cometen grandes errores.

—Te perdonó mamá. Siempre soñé con este día —Sasha abrazó muy fuerte a Mónica y esta última no pudo evitar sonreír.

Mónica de pronto comenzó a sentir mareos y una fuerte jaqueca.

—Sasha creo que debo regresar a dormir, aun me duele la cabeza y debo reposar.

—Está bien mamá, te dejaré ir a dormir.

La mujer se levantó de la silla y comenzó a caminar hacia su habitación, Sasha aun seguía sentada y la seguía con la mirada, Mónica se dio cuenta de esto y se volvió para sonreír y decir algo que significo mucho para su hija.

—Te amo Sasha.

—Y yo a ti mamá.

Entro en la habitación y cerró la puerta.

Sasha se levantó y recogió los platos de la mesa, fue al lavabo y comenzó a lavarlos con una gran sonrisa en el rostro, aquél era sin duda el día más feliz de su vida, por fin iba a tener una familia normal, una madre que le diera consejos de mujer a mujer y un padre que la protegiera. Iba a tener la familia que ella siempre soñó, podría salir al cine con ellos, podría ir al parque de diversiones y podría compartir grandes momentos juntos. Termino de lavar los platos y se dirigió a su habitación. Cuando entró lo primero que vio fueron los pedazos de espejo tirados en el suelo.

—¡Mierda! —Exclamó.

Fue al cuarto donde colocaban los artículos de limpieza y tomó un recogedor y una escoba. Fue a su habitación y comenzó a recoger todos los fragmentos de cristal que había tirados. Una vez terminó, cerró la puerta y se quito la blusa y los jeans, se miro frente al espejo un momento solo con su ropa interior puesta y tocó sus pechos. <<¿Crecerán como los de mamá? >> Se preguntó.

Sasha se parecía mucho a su madre respecto a su aspecto físico, pues Mónica era una mujer esbelta con una larga cabellera castaña y ojos color marrón, no era muy alta y tenía unos pechos grandes. Sasha tal vez no tenía el cabello castaño ni los ojos marrones pero esos son rasgos que saco de su padre pues, Jonathan era un hombre alto, delgado, cabello negro, que siempre estaba bien peinado, y ojos azules.

Sasha se puso ropa más cómoda y se acostó en su cama, se quedo dormida media hora después.

11:30 P.M.

—¡Sh!, mi esposa ya debe estar dormida.

—Me gusta el peligro, es excitante.

—Lo haremos aquí en el sofá.

Jonathan cerró la puerta de entrada y entro silenciosamente a la casa junto con Charlotte, su amante. Charlotte empujo a Jonathan al sofá y comenzó a quitarse su blusa dejando su sostén al aire, él apenas podía verla, pues la casa estaba en completa oscuridad y la única luz era la luz de la luna que se filtraba por entre las cortinas. Charlotte se sentó en sus piernas y comenzarón a besarse muy apasionadamente. Jonathan no pudo más y le arranco el sostén de un tirón, ella dejo escapar un gemido de placer. Con sus pechos al descubierto, el hombre comenzó a lamerlos hasta que sus pezones se pusieron duros. Se quito a Charlotte de encima y la acostó en el sofá, ambos comenzaron a quitarse la ropa, él estaba a punto de quitarse el bóxer cuando su amante lo interrumpió.

—Déjame esto a mí.

Comenzó a besar su abdomen lentamente y fue bajando poco a poco hasta llegar a la parte del bóxer. Jonathan tenía una gran erección y cuando bajo su bóxer su pene se levanto como un pilar.

—¡Wow! —Exclamo la mujer y acto seguido comenzó a dar pequeños besos en él.

Metió el pene de Jonathan en su boca y éste dejo escapar una exclamación. Cinco minutos pasaron cuando Charlotte no se pudo contener más y quiso sentirlo ya dentro de ella.

—Vamos —dijo ella—. Ya no puedo contenerme más.

Se tumbo en el sofá de nuevo y Jonathan se hinco frente a ella y la penetro.

—¡Oh, Mierda, esto es increíble! —Exclamó Charlotte.

—Eres una perra sucia.

Lo que siguió después fue una serie de gemidos y orgasmos, gemidos que despertaron a Mónica.

—¿Qué carajo es eso? —se preguntó.

Se levantó lentamente y sin hacer ruido, los gemidos eran fuertes y no cesaban. Mónica llegó a la sala y dio con la fuente de los gemidos.

Mientras tanto, Jonathan no pudo contenerse y se vino dentro de Charlotte. Saco su pene de su vagina, los gemidos cesaron y... las luces se encendieron.

La sombra detrás de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora