El parque

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Las tres mujeres caminaban en dirección a la puerta de entrada del hospital psiquiátrico. Sasha iba por delante seguida por Alicia que tomaba la mano de Annie, la psiquiatra miraba a la chica y no pudo evitar sonreír al verla finalmente a pocos pasos de la libertad, de la oportunidad de rehacer su vida, de tener finalmente una hija.

Alicia White había terminado sus estudios universitarios a los 23 años, se sentía orgullosa y emocionada por conseguir un empleo y poder encontrar el amor. Se había interesado en chicos de su universidad pero todos la rechazaron, lo primero que hizo después de salir de la universidad fue buscar un trabajo pero no tuvo tanta suerte. Consiguió su primer empleo en un pequeño consultorio que estaba falto de personal. Fue despedida un año después debido a conflictos con su jefe. Su jefe, a pesar del conflicto que tuvieron, la recomendó a un hospital psiquiátrico de Charlotte, su actual empleo. Respecto a su búsqueda del amor, bueno, realmente no le fue nada bien. Había salido varias veces con compañeros de trabajo del consultorio pero todos habían resultado serle infieles. Conoció a Annie en su consultorio, había sido su paciente y después de terminadas sus citas se habían convertido en las mejores amigas. Comenzaron a salir a fiestas y de compras, como cualquier par de amigas. Annie la apoyó respecto a sus relaciones fallidas y Alicia la había visto como una gran compañera, incluso había llegado a sentir algo más que una simple amistad.

—Amiga debes ser fuerte —dijo Annie abrazándola—. Podrás superar esto, lo has hecho antes y lo volverás a hacer.

—Es tan difícil, ¿sabes? —limpio sus lágrimas con un pañuelo y miro sus ojos rojos e hinchados, de tanto llorar, en un espejo que había frente a ellas—. Yo realmente lo amaba, nunca creí que me haría algo así.

—Alicia —dijo su amiga dulcemente—. Yo te amo, tal vez no de la manera que tu a él. Puedes contar conmigo para lo que necesites. Tú me apoyaste cuando mi madre murió, esto no es nada comparado al dolor que yo sentí.

Alicia volteo a verla y miró como sus ojos la veían. Tenía esa expresión con la que siempre la miraba. Esos ojos color miel, esos labios coloridos, esa sonrisa acompañada por esos hermosos hoyuelos y ese cabello castaño recogido por una diadema. Alicia la miro y supo por fin que su verdadero amor, el que siempre estuvo frente a ella, la miraba con esa hermosa expresión. Sintió un gran deseo por besar esos labios rojizos pero al mismo tiempo no quería que esa hermosa sonrisa desapareciera.

Se acercó lentamente y en ese momento, Annie también lo supo, también supo lo que realmente sentía hacia su amiga, no era solo una amiga, era más, mucho más que eso. Comenzó a acercarse más lentamente y a cerrar los ojos muy despacio. Ambas mujeres habían cerrado ya los ojos y la punta de sus narices se tocaban. Alicia fue la primera en tocar sus labios con los de Annie y ella solo siguió con el beso, el mejor beso que jamás haya dado en su vida. Siempre creyó que un beso así solo se daba una vez y a una sola persona, y así fue. Su relación se hizo más fuerte con el tiempo y, aunque recibían muchas miradas por las calles, nunca les importo, nunca nadie las detuvo para amarse.

Alicia conoció a un abogado en su trabajo, lo ayudo con sus problemas y tiempo después le dijo que le debía una, Alicia decidió que se cobraría ese favor con un acta de matrimonio. Y así fue como se volvieron esposas.

Tiempo después habían pensado en adoptar a un bebe huérfano pero entonces llegó Sasha al hospital y se la asignaron a Alicia.

La noche llegó y la feliz pareja decidió llevar a su nueva hija al parque de diversiones que había sido abierto hace poco, Sasha estaba muy feliz con ellas, claro que las miradas que recibían eran incomodas pero había decidido que no le importaría.

—Si esta gente supiera lo que me pasa —pensó Sasha.

Sasha estaba realmente feliz en ese momento, había jugado mucho a esos juegos donde dan premios y ya tenía un osito de peluche en sus brazos. Se sentía como una niña pequeña con su osito de peluche entre manos. Sasha siempre había querido tener el amor de una madre y finalmente dios la había recompensado con dos. Alicia y Annie miraban como se divertía y era inevitable sonreir, habían sonreído tanto que se les entumecieron las mejillas. De cuando en cuando relajaban sus mejillas con un gran beso.

La sombra detrás de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora