John

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La preparatoria estaba siendo difícil para Sasha, no por las clases, sino por la convivencia con las demás personas. Sasha ya se había ganado varias enemigas, chicas populares que, en el fondo, envidiaban a Sasha por ser tan hermosa. Aquellas chicas le estaban haciendo la vida imposible y en varias ocasiones la habían hecho llorar. Por otra parte, John era su único amigo, siempre estaba a su lado, se ayudaban en sus deberes y tareas y muchas veces se veían fuera de la preparatoria para pasarla bien un rato.

John era un amante de las películas e invitaba a Sasha a su casa, la chica lo acompañaba con todo gusto e incluso se estaba sacando aquel buen gusto de su amigo. Sasha lo quería mucho y el a ella pero su relación solo seguía como una amistad, por lo menos los primeros dos meses. En el tercer mes, ambos se sentían enamorados pero nadie se atrevía a dar el siguiente paso. Un día lluvioso, Sasha fue a casa de John con un par de películas que Alicia le había conseguido en una venta de garaje, eran películas clásicas, las favoritas de su amigo.

—¿Hola? —llamó a la puerta.

—En un momento —respondió la voz de una mujer.

La puerta se abrió y la madre de John la recibió.

—¡Sasha! —Exclamó la mujer—, que alegría que estés aquí.

—A mí también me alegra verla señora Burton.

—Pasa por favor que te vas a resfriar.

Sasha entró en la casa y se quito el impermeable que traía.

—¡Mírate!, siempre tan hermosa

—Me alaga, pero usted no se queda atrás.

—¡Oh!, ¿deberás lo crees?

—¡Claro!

—Gracias cariño —sonrió—. Veo que traes películas.

—¡Ah sí!, mi madrastra me las consiguió y pensé que era buena idea venir a verlas con John.

—¿Lo ves?, te dije que me amaba —dijo John que acababa de salir de su habitación.

—Siempre te he amado corazoncito —respondió Sasha bromeando.

—Harás que se me salga el corazón mi cielo.

La señora Burton no pudo contener la risa, adoraba cuando bromeaban de esa forma.

—Suegra, ¿se encuentra bien?

—Estoy bien cariño, ustedes me matan.

La señora Burton amaba esas bromas pero el motivo por el cual reía era porque le gustaría que aquello fuera cierto, le gustaría que su hijo fuera feliz con aquella chica. Ella sabía lo que su hijo sentía por ella y por lo que podía deducir, ella sentía lo mismo, solo era cuestión de tiempo para que esa broma se hiciera real.

—Les prepararé palomitas y algunos perros calientes.

La señora Burton se metió en la cocina y comenzó a silbar una cancioncilla, I can't help falling in love de Elvis Presley.

«Muy graciosa —pensó Sasha»

—¿Que me traes amor? —le dijo John y le dio las películas que tenía en sus manos.

—Nada que no te guste mi vida —respondió y ambos rieron.

—Vamos a mi habitación, encenderé el DVD.

Sasha entró primero y John la siguió.

Minutos después estaban sentados en el sofá con un gran tazón de palomitas y perros calientes.

La sombra detrás de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora