El chico listo

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Sasha se encontraba caminando cerca de un árbol del parque Killborne. Su sonrisa muy maracada demostraba que estaba totalmente feliz, totalmente enamorada. A su lado se encontraba el chico más dulce que jamás haya conocido, Albert, su novio desde hacía ya cuatro meses.

Desde ese día que se reencontraron en el parque de diversiones, habían intercambiado numero de celular, su (en ese entonces) recién estrenado teléfono celular. Se llamaban a diario y habían salido varias veces. Albert, después de armarse de valor, la invito a salir por primera vez a las tres semanas y desde ese día se frecuentaban cada vez más. A la cuarta cita (dos meses después), Albert decidió dar el siguiente paso en su relación y le pidió a Sasha que fuera su novia. El chico lo planeo todo, había hecho una reservación en un restaurante más o menos elegante, según él no quería parecer un viejo. Le dijo a Sasha que sería una simple cena en un restaurante pero no sabía lo que le esperaba. A la media hora de comenzada la cita, el chico le pidió a sus amigos que se acercaran a su mesa. Dos chicos, uno con una guitarra y otro solo con su voz se acercaron y comenzaron a tocar You're Beautiful de James Blunt. Era una canción vieja pero a Sasha le encanto. Mientras Sasha miraba a los chicos, Albert llamó a un tercer amigo y este le trajo un ramo de rosas. Cuando la canción termino, el chico se levantó de su asiento y se arrodillo al lado de Sasha, ella al verlo, se volvió hacia él y se quedo sin palabras.

—Sasha, eres la mujer más hermosa que jamás he visto. Desde el primer momento que te vi sentí que quería estar junto a ti, aunque fuéramos solo unos niños. Te quiero mucho y quiero darte las gracias por ser la razón por la que yo sonrió, por ser la causante de tantos suspiros, y, sobre todo, quiero darte las gracias por dejarme conocerte más a fondo —alzó los brazos con los que sostenía el ramo y le dedico una gran sonrisa—. Me gustaría pedirte una última cosa, me gustaría pedirte que fueras mi novia.

Sasha tenía una enorme sonrisa en ese momento, quería decirle que sí, que quería ser su novia y dedicarle unas palabras pero estaba completamente en blanco.

El chico, al verla tan sorprendida, se levantó y la ayudo a levantarse de su asiento, acto seguido la abrazó, Sasha respondió al abrazo y no resistió las ganas de besarlo, era su forma de decirle que quería ser su novia y su forma de expresarle mil palabras, solo con un beso.

Desde ese día salían casi a diario, normalmente iban a caminar al parque. A ambos les gustaban los lugares tranquilos y el parque era perfecto. De vez en cuando se alejaban de las personas para ir a un lugar donde poder besarse tranquilamente y sin sentir la mirada de todos, solo la suyas, las únicas que importaban. Ese día ya se habían besado siete veces. Menos que el día anterior.

No todo en esta relación era felicidad, pues el chico en repetidas ocasiones había corregido a Sasha en cosas que estaba haciendo mal y esto le molestaba a la chica. Albert era inteligente, él si había terminado la escuela y actualmente estudiaba la preparatoria. Sasha se había perdido de todo eso. Alicia le había contratado a una maestra para que le diera clases pero aquello no se comparaba con el aprendizaje adquirido en la escuela. El chico era un excelente estudiante, amaba las matemáticas, el español y el inglés. Muchas veces presumía de su inteligencia y eso era algo que a Sasha no le gustaba. En el último mes se había vuelto un insoportable, corregía a Sasha todas las veces que podía y siempre decía que era por su bien. Sasha se sentía como una tonta cuando le decía esto y en dos ocasiones habían peleado por esto. La chica, sin embargo, lo quería, sabía que las peleas entre parejas eran algo común y no se preocupaba mucho por eso.

—Creo que ya debería irme —dijo la chica—. Yo y mis madrastras quedamos para ir de compras.

—Querrás decir mis madrastras y yo —corrigió el chico.

Sasha frunció el entrecejo.

—Odio que hagas eso.

—¿Qué cosa?

—Que me corrijas.

—Lo siento preciosa —dijo el chico sonriendo —. Es por tu bien.

—¡Deja de decirme eso! —exclamó—. ¡Me tienes harta!

—Tranquila —dijo y tomo sus manos entre las suyas.

Sasha las quito bruscamente y se fue caminando en dirección a su casa. No volteó atrás, estaba enojada y no quería verlo.

Su nuevo hogar se encontraba en el numero 3918 de Havenwood Rd, a unas cuadras del parque Killborne, quedaba un poco lejos del hospital psiquiátrico donde Alicia trabajaba, sin embargo, ella nunca llegaba tarde. Eran las 6:15 en ese momento y Sasha tenía que llegar antes de las 7 para ir de compras con Alicia y Annie. Le habían prometido que le comprarían zapatos, blusas y sudaderas nuevas. Estaban en mitad de enero y hacia bastante frio esos días, Sasha siempre salía con un abrigo gueso y una bufanda adecuada a su estilo.

Sasha llego a casa y se paro delante de la puerta para quitarse la bufanda. Abrió la puerta y cuando entro se quito el abrigo. Había silencio total en la casa y se preocupo porque ya se hubieran ido sin ella. Camino hasta la habitación de Alicia y Annie y abrió la puerta, pues quería saber si había alguien en casa. Cuando la abrió completamente, encontró a las dos mujeres desnudas en la cama. Annie estaba lamiendo la vagina de Alicia y ella estaba totalmente recostada lanzando gemidos de placer. Cuando Alicia se percató de que Sasha estaba parada en la puerta se exalto.

—¡Oh!, ¡Sasha! —exclamó.

—¡Oh! Lo siento —dijo Sasha—, solo quería saber si estaban en casa. Pueden seguir con lo suyo.

Sasha cerró la puerta y se dirigió a su habitación abochornada por lo que había visto.

Sasha tomó su celular y comenzó a jugar mientras esperaba a que sus madrastras terminaran con... lo que hacían. Pasaron alrededor de quince minutos cuando comenzó a recibir una llamada.

—¿Hola? —contesto Sasha.

—¿Sasha? —era Albert —. ¿Te encuentras bien?

—No, no lo estoy —dijo friamente—. Últimamente me tratas como una niña tonta.

—Lo siento Sasha, no es que te trate como una niña tonta, lo que hago lo hago por tu bien. Sasha, te quiero mucho y solo quiero lo mejor para ti.

—¿Por mi bien?, tu solo usas esa frase para humillarme. Sabes que, lo siento. Siento no ser una chica tan lista como tú, siento no poder terminar la escuela, siento no haber estudiado la secundaria, siento que mi mama haya matado a mi padre.

Albert no dijo nada ante aquello.

—¿Sabes qué?, esto se acabó, no todas las personas son tan listas como tú.

—Sasha espera...

—No, no me vuelvas a llamar, no quiero saber nada más de ti. Eres un maldito presumido de mierda y espero tu próxima novia sea una retrasada mental. Quién sabe, incluso podrías controlarla como a un perro.

—Sasha...

—¡Adios!

La chica colgó la llamada y se hundió la almohada en la cara. El llanto comenzó segundos después, no quería interrumpir con sus lágrimas a sus madrastras que parece que se la estaban pasando muy bien en la otra habitación, pues, se escuchaban los gemidos de ambas mujeres.

La sombra detrás de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora