Capítulo 6

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Ha llegado el día.

Si, ese momento en el revisas tus cajones vacíos, esperando que no se te olvide nada. Las maletas acumuladas abajo, cargadas más de recuerdos que de ropa. Mi habitación queda vacía, muerta, con el único detalle de esas marcas que registraron mi crecimiento.

No quiero aferrarme; bajo las escaleras y entro al auto. Me ubico en el asiento de copiloto y doy un vistazo rápido a las calles de mi ciudad. Mi tía va en la parte de atrás, cuchicheando con mi madre sobre ciertos temas de adultos. Siento que me toman de la mano, cuando llegamos. Ingresó a la terminal, del brazo de mi padre, y noto como unas lagrimas quieren salir de mi.

«Creo que entro una basurita en mi ojo»

Nos dirigimos juntos al counter, donde  se encuentran mis amigos. Llaman a los pasajeros de nuestro vuelo, y Mauricio me abraza, despidiéndose con un tierno beso; apostaría que papá está frunciendo el ceño. Río, y me despido de mi madre con un abrazo frío, ella está coordinando unos acuerdos con mi tía. Faltan palabras para expresar el dolor que me embarga cuando mi padre me abraza.

—Lo siento hija—susurra, entregándome un paquete envuelto—. Te estoy ofreciendo un futuro mejor.

Sus palabras me desconciertan, pero no respondo. Rafaella y Giannina me ahogan con sus lágrimas, lo cual me sorprende un poco. Nunca han sido tan afectivas, o no lo demostraban.

—Tendré a Mauricio vigilado —comenta Rafaella.

—No es necesario, yo confío en él.

—Aún así —masculla Giannina, para sí misma. No me gustó el tonito que uso—. Requeriré tu ayuda con los asuntos del conservatorio, así que ni se te ocurra olvidarnos.

—No lo haré —replicó, hacen un último llamado para los pasajeros—. Adiós.

Mi tía me toma del brazo, y juntas nos vamos a migraciones para oficializar nuestra partida. Ya en el avión, me quedo dormida. No quiero pensar más, necesito olvidar. Con el insomnio que pase anoche. me quedo dormida la mayor parte del trayecto.

«Dios, si existiera una competencia de dormir, yo sería la campeona mundial»

La llegada no es nada del otro mundo, cogemos nuestra maletas y tomamos un taxi rumbo a nuestro nuevo hogar. Es irónico, soñaba con vivir acompañada de mi tía, pues ella lograba entenderme mucho más que mis padres. Pero ahora, no sé qué puedo esperar de todo esto, en realidad deseo que nos adaptemos bien la una a la otra.

—Andrea, tenemos que acordar ciertos temas —empieza ella. Faltaba más, mi madre seguro le ha dado una lista entera de cosas que no puedo hacer—. En primera, desde ahora soy tu tutora. Y la educación que recibirás conmigo va a ser muy diferente. Si bien mi cuñada tiene otras expectativas, no te obligaré a que las cumplas.

—¿A que te refieres?—inquiero, bajando del taxi.

—Lauren había enviado un formulario con tus datos a una academia de canto, lo cual ambas sabemos, es agotador para ti.

—Uno de sus muchos sueños frustrados, ¿que más da?

—Al menos piénsatelo bien, esta vez no tienes obligación de asistir.

Doy media vuelta, mientras asimilo las palabras de mi tía. Subo a preparar lo que será mi nuevo cuarto con rapidez, necesito salir a tomar aire fresco, y sé que Marle esperará que yo tenga todo listo antes de salir a la calle. Finalizando, me doy por satisfecha. Por fin tengo un espacio que este amueblado a mi gusto, ya que en casa todo era diseñado por mi madre. Tomo las réplicas de las llaves que me tocan, y salgo rumbo al parque más cercano. No puedo decir que ayudaría a sentirme más en casa, solo anhelo algo de tranquilidad para que mi mente procese todos los cambios que van llegando.

«...Con lo mucho que detesto los cambios...»

Con el pasar de los días, mi ánimo va decayendo. Falta esa emoción que me impulse a levantarme al amanecer siguiente. Todas las mañanas me toca preparar un desayuno, arreglar y cocinar el almuerzo. Incluso me vi obligada a usar los típicos tutoriales de YouTube, por los cuales me siento estafada. ¡Parece tan fácil cuando ellos lo hacen! En las tardes, una caminata por los alrededores. Ya he desistido de continuar las clases de canto, por lo cual voy ahorrando el dinero que me toca para algo más adelante. Un aburrido circulo vicioso que sigo hasta el día de Año Nuevo. Una vez que el reloj marca las 7pm, nos sentamos a conversar. Se nota de lejos que Marlene es psicóloga de profesión; se ha vuelto adicta a tener largas conversaciones con jóvenes . No obstante, esta vez si único objetivo es reñirme.

—Andrea, ¿te cuesta mucho salir a la calle? Siento que te estás volviendo una decoración más de la casa.

—No tengo ánimos, no conozco a nadie en la ciudad. Y parece que no me puedo meter en Bachillerato a estas alturas.

—Te podría meter en clases de catalán, al menos hasta que empiece el nuevo curso —sugiere, al sacar su celular—. Lo olvidaba, hoy a media noche iremos a una fiesta de Año Nuevo. Te estás volviendo un hongo; así que te sacaré aunque sea a una reunión de adultos.

—... adultos, casi viejos —suspiro, antes de que me caiga un chancletazo—. Quise decir, personas con experiencia y sabiduría.

—Ahora si te meteré en el maldito curso. Ve y alístate —ordena, haciéndose la ofendida—. Nos vamos a las 9pm.

Voy a mi cuarto sin ningún ánimo. Salgo en menos de 30 minutos, con unas simple camisa y jeans. La fiesta de Año Nuevo solo resulta ser una pequeña y familiar reunión entre las colegas de Marlene. Por puro aburrimiento, intento contactarme con mi amigos vía móvil, sin embargo, luego de ver lo maravilloso que la están pasando, me invade un sabor amargo. Es irónico; nunca valoras la luz que emana el sol, hasta que este se oculta de ti. Tan absorta estoy en mi negación que no noto cuando una sonriente muchacha me ofrece un trozo de panetón. Mi favorito.

—¡Hola! —saluda, estirando la mano—. Me llamo Sofía, sé qué tal vez no me conozcas, pero nuestras madres son amigas —intento explicarle que Marlene es solo mi tía, sin embargo ella no me da chance de interrumpirla—. Bueno, sé que se te hará raro que te empiece a hablar así de repente, pero veo que estás con una cara de perros y no es bueno empezar el año así. Además, comer te hará feliz. Créeme, se lo que te digo...

Ella es bella, enserio. Es de piel clara, casi podría pensar que se baña en cloro. Tiene una sonrisa contagiosa, y su lacio cabello me causa algo de envidia. No logro tal perfección ni con una buena plancha. Ups, creo que no he oído los últimos 5 minutos de su monólogo. Intento estar en la misma página de lo que sea que ella me este hablando. Comienzo a contarle acerca de mi antigua vida, de las amigos y al novio que deje en Buenos Aires. ¡Llego a mostrarle hasta fotos!

—Marlene no es mi madre —aclaró, luego de un rato —. Es la hermana de mi padre, y mi actual tutora —suspiro, sé que ella espera que me exteriorice esa frustración que llevo dentro—. Pronto comenzará la cuenta regresiva, las manijas van avanzando y no sé que puedo esperar; siento que cualquier rumbo que tome mi vida ya no tendrá importancia.

—¿Puedo ver de lo que te estás perdiendo? —pregunta, le pasó mi celular, con mi cuenta abierta—. No creo que sea para tanto... —se detiene. Una breve sonrisa sale de mi, es la primera vez en la que le faltan palabras. Quisiera ver que fue tan impactante para poder callarle, merece un premio.

Agarro mi celular, y veo las historias de Instagram. Al verlo, lo suelto por inercia.

«Maldita, traidora, perra»

¡Tenemos nueva portada! Pedido realizado por RoseGraphic, una de las diseñadoras más profesionales que he encontrado en la plataforma. Quedo magnifica la portada, muchísimas gracias☀

Out of MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora