Ha pasado un mes desde que me anunciaron que mis días en Buenos Aires están contados. No importa que haga, ni en donde este. Siempre que quiero disfrutar algo, el pensamiento de que todo va a cambiar en pocos meses logra ponerme de un humor de perros.
—¡Andrea! ¿Me estas escuchando? —me reprocha Rafaella.
—No, lo siento. ¿Qué decías?
—¿Qué te pasa?
—Nada, solo que lo de ser cantante me tiene estresada.
—Te estaba hablando de que... —me echa una mirada de disgusto al darse cuenta de lo que dije, como solo ella sabe hacerlo—. Espera, ¿me estás diciendo que te agota ser cantante profesional? ¿Sabes cuantas de nosotras quisieran tener tu suerte?
—Si lo sé, gracias por recordarme lo increíble que es. Mágicamente me siento mejor —susurro. Rafaella ignora mi sarcasmo, y continúa contándome todos los detalles del chico con el que lleva mucho tiempo en planes. Lo único que hago es escucharla pacientemente, mientras termino mi Mocha Frappuccino.
Intento prestarle atención a mi mejor amiga, sobre todo ahora que sé que tal vez no me quede mucho tiempo con ella. Pero cuando se trata de chicos, Rafaella suele tener para rato. Por eso me limito a escucharla sin reprocharle o juzgarla, con la única condición de que me deje elegir el lugar. Así mientras ella me cuenta de una de sus múltiples aventuras, yo puedo deleitarme con una buena bebida que ayude a procesar cada barbaridad que menciona.
—¿Puedes creer que ha cortado con su novia? —me pregunta emocionada.
—Me alegro de que Sebastián este soltero, ahora nada te impide ir tras de él, ¿no? —ella estalla a carcajadas. En el fondo, sé que ni siquiera le importa si el chico en cuestión estaba disponible.
A lo lejos, veo como Giannina entra al local con una sonrisa en el rostro. Nos saluda con la mano, y corre hacia nuestra mesa.
—¡Chicas! Mis padres me acaban de inscribir en el conservatorio de Buenos Aires —comenta emocionada. Rafaella lanza un grito, y la abraza.
—¡Tenemos que celebrarlo! Hoy iremos a FisthyShy. Ya saben, para lo de esta noche.
—Oh, me había olvidado de la fiesta de Thalía, apúrense.
—...Yo esperaba repetir un Mocha Frappuccino...—me lamento, antes de ser jalada por Giannina hacia la salida.
El taxi nos lleva al centro de la ciudad. Una vez ahí, empiezan a probarse todo lo que encuentran. Cada vestido es más caro que el anterior. Aunque yo también estoy invitada a la fiesta de esta noche, no me molesto en buscar algún vestido. Estoy completamente segura de que mi madre no dejaría a mi criterio mi imagen en sociedad.
Recorremos toda la manzana antes de que mis pies no puedan más. Ellas siguen buscando en el resto de tiendas. Yo me siento en un banco cercano.
—¡Hey Andrea! —saluda alguien a lo lejos. Cuando volteo, me doy cuenta de que es Sebastián—. ¿Te enteraste de que termine con Isa?
—Sí, algo oí —respondo con una risa—. ¿Debo darte el pésame o felicitarte?
—Me conformo con que me des el número de Rafaella.
Saco mi móvil, para ver buscar el número. Pero antes de poder entrar a contactos, veo un whatsapp de Mauricio. Le contesto el lindo mensaje que me ha dejado, para luego darle el número a Sebastián.
—Gracias Andrea. Nos vemos esta noche —se despide.
No puedo evitar reírme de tan peculiar situación. Sospecho que la razón por la cual ese tonto corto con Isa, es mi adorable amiga. Hablando de la susodicha está tardando mucho. Vuelvo a sentarme en el banco de antes, y veo a Rafaella venir hacia mí, pero noto algo raro en ella. Juraría que está enfadada.
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Out of Me
Teen FictionA Andrea Masías se le enseño desde pequeña lo que debía, y no debía, ser. Cada pauta que debía seguir, cada camino que debía evitar. Ella dice ser feliz viviendo de esa manera. Pero el destino la pondrá a prueba. ¿Que pasara cuando se quite la vend...