Se quedó
observando
la cuchilla
que
sujetaba
su mano,
y
su brazo
contrario
con miles
de
cicatrices,
pero
ningún
mar
de sangre
aún.
Se quedo
mirándolas
a ambas
mientras
pensaba
en cada
cosa
que
le había
hecho
daño
en su vida,
cada
palabra,
cada burla,
cada
mirada.
Recordó
cada
noche
de llanto
donde
suplicaba
"ya
no
más"
y
cada
crítica
frente
al espejo.