Todo duele
cada
vez más,
cada
acción
cada
palabra
lastima.
La
debilidad
es
inevitable,
igual
que
las
ganas
de llorar.
Se siente
impotente,
quiere
cambiar,
pero
al otro
día,
todo
le vuelve
a
afectar.
Y así
se
pasa
los
días,
sufriendo
por
cosas
mínimas,
llorando
por
cosas
que
tal vez
no
lo merecían,
pero
que
a
ella
la
lastiman.