Enkatengo

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Mi madre siempre me ha vigilado y nunca se separaba de mí ni yo de ella. Estábamos paseando y buscando un árbol en el que ella había escondido comida, cuando, de repente, nos sentimos observadas. Ambas nos volvimos. Vimos unos seres feos y amorfos; tenían un cuerpo pequeño y encogido y un cuello largo... ¡Eso no es normal! ¡Debería estar prohibido! Aquellos monstruos se rieron y enseñaron sus afilados dientes.

Yo tenía seis meses y aprendía muy rápido, con que miré a mi madre. Me dijo que era una manada de hienas que vivía en el mismo territorio que nosotras y que eran feroces y despiadadas. Luego dijo que sabía engañarlas y que esperara un momento. Así lo hice.

Mi madre se subió en el árbol y tiró un trozo de carne para distraer a las hienas. Me llamó y trepé por el árbol rápida y ágilmente.

Pasaba el tiempo, pero aquellos ansiosos monstruos nos rodeaban por todas partes. Mi madre bajó e hizo que las hienas la siguieran, pero no todas fueron. Me miró asustada porque no podía ayudarme. Entonces, seguí su inteligente ejemplo; tiré la piel del animal muerto y, ¡funcionó! Engañé a aquellas estúpidas y fui más lista que ellas, como mi madre.

Rockfic no es muy cariñosa ni la gusta jugar conmigo. Pero es una buena madre, bastante protectora y una excelente maestra. Con que, para relacionarme con ella, jugaba con su cola, ¡que nunca estaba quieta y siempre captaba mi atención! Además, mientras atrapaba su cola, mejoraba mi destreza y me mantenía entretenida.

Enseñanzas de los leopardosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora